Se endurece el enfrentamiento entre los pilotos y la Federación Internacional
El conflicto entre los pilotos de fórmula 1 y la Federación Internacional (FISA) se ha agravado en los últimos días, lo que ha supuesto la anulación del Gran Premio de Argentina, segunda carrera puntuable del campeonato. Mientras, el presidente de laFISA, el francés Balestre, sigue inflexible en su postura sancionadora, y dice que los pilotos podrían ser sustituidos por otros de segunda fila sin ningún problema. Los pilotos, por su parte, hacen caso omiso de las amenazas federativas, y argumentan que sin ellos el público no acudirá a los circuitos.
La Federación Internacional, además de exigir que los pilotos paguen las multas impuestas tras la carrera surafricana -un millón de pesetas para seis de ellos y medio millón para los restantes-, exige también que firmen el documento origen del enfrentamiento. En contra de la adopción de dichas multas se manifestaron en su día los representantes de países como la República Federal de Alemania, Gran Bretaña, Italia o Mónaco, así como el representante de los grandes constructores de automóviles en la Federación Internacional. Por su parte, el representante español, Fernando de Baviera, votó a favor, alineándose con el presidente de la FISA, Jean Marie Balestre, al que Baviera parece apoyar de forma incondicional en todos sus contenciosos.Para discutir todo ello convocó a los representantes de los pilotos a una reunión en París. Ninguno de los pilotos, sin embargo, acudió a dicha reunión. Previamente, éstos habían dicho que no negociarían en una posición de desventaja y que ser obligados a pagar las multas como condición indispensable previa a la negociación era comenzar la misma de forma irregular, puesto que las multas habían sido puestas de forma absolutamente arbitraria y después de romper unilateralmente un compromiso de tregua entre las dos partes.
Mientras algunos equipos han comenzado a pagar por su cuenta las multas impuestas a sus pilotos, en un claro afán conciliador, y el presidente de la Asociación de Constructores de Fórmula 1, el británico Bernie Ecclestone, apoya en esta ocasión a la FISA -que, tras los Acuerdos de La Concordia, entregó gran parte de su poder a Ecclestone-, la Federación Internacional sostiene la obligatoriedad de firmar el polémico documento por parte de los pilotos previamente a que éstos reciban sus correspondientes licencias.
Documento inaceptable
El documento, contestado por la totalidad de los pilotos, incluye tres puntos que éstos consideran inaceptables. El primero de ellos dice que los pilotos se comprometen a correr para un determinado equipo durante un cierto tiempo. En su contestación, los pilotos dicen que este punto, en el que no tiene por qué entrar la Federación Internacional porque es algo que queda entre piloto; y equipos, impide el paso de un piloto de un equipo a otro, y eso, en todo caso, es materia de una cláusula contractual entre las partes implicadas.
El segundo punto inaceptable para los pilotos es el que dice que éstos no podrán liacer nada que pueda afectar negativamente los intereses materiales, morales o de imagen del campeonato del mun do de Fórmula 1 ele la FISA y del deporte del automóvil en general. Para los pilotos, firmar ésto supondría dar a la Federación Internacional un armel muy peligrosa con la que podría jugar de forma arbitraria -y la FISA ha dado ya suficientes muestras de arbitrariedad como para no creer que pudie ra hacerlo más veces- hasta con sus vidas privada.s. Porque la interpretación de cuáles son los inte reses materiales, los morales o la imagen para el francés Balestre es muy particular.
Finalmente, el itercer punto inaceptable para los pilotos es el que les obliga a aceptar cualquier deci sión futura de la Federación Internacional. Los pilotos de la Fórmula 1 se niegan a firmar un cheque en blanco a la FISA para que ésta pueda hacer lo que quiera en un desconocido ftituro, a cambio de que les sean concedidas sus lícencias especiales para poder correr.
La Federación Internacional dice que los pilotos no son insustituibles, y que otros de inferior nombre y categoría podrían participar en las carreras cumpliendo perfectamente su labor. Que, en ese caso, el nivel de competitividad no bajaría, los costos serían inferiores y el público se divertiría lo mismo.
Los pilotos, por su parte, no aceptan la argumentación federativa que, según ellos, contrasta con la selectividad que la FISA quiere dar a las licencias para poder correr en Fórmula 1. Si cualquiera, en opinión de la Federación Internacional, puede conducit, un monoplaza de estas características, no se entiende que sólo se dé la superlicencia a un reducidísimo número de pilotos en el mundo.
Por otra parte, los pilotos dicen que la FISA sería responsable de cualquier accidente que se produjera en una carrera que disputasen esos pilotos, puesto que su falta de experiencia reduciría sensiblemente el actual nivel de seguridad por el que los pilotos están luchando desde hace tiempo y que la FISA debería apoyar.
Asimismo, los pilotos niegan que los aficionados acudan a la carreras de fórmula 1 si, en luga de ellos, son otros los que ocupan sus puestos. Esto parece habe quedado refrendado por los organizadores del Gran Premio de Argentina, qtie debería haberse disputado el próximo día 7 de marzo, que lo han suspendido, porque, sin la seguridad del concurso de todas las grandes figuras son conscientes de su seguro descalabro económico.
El problema de Argentina
Sin embargo, el problema de la carrera de Argentina no radica solamente en la posible ausencia de algunas de las grandes figuras. Ni siquiera en el enfrentamiento general entre la Federacíón y los pílotos. Porque para la fecha de celebración de la carrera todas las disputas deberían estar solucionadas, las multas pagadas por los equipos -que no por los propios pilotosy un cierto acuerdo, aunque inestable, firmado entre las dos partes en conflicto.
Los organizadores argentinos no podían contar, como en otras ocasiones, con el apoyo económico necesario por parte de su Gobierno. Y, sin éste, la organización de la prueba era prácticamente imposible. El problema ahora para Ecelestone es que los organizadores del Gran Premio de Argentina comparten los cuantiosos gastos de transporte de personas y material con los del de Brasil y, si la primera de las dos carreras suramericanas no se disputa, todo el montante tendrá que trasladarse a la brasileña, cuyo responsable económico es el propio Ecclestone.
Al británico, el conflicto de este comienzo de temporada parecía venirle muy bien en sus ambiciosos planes generales a más largo plazo. Al mismo tiempo, producía cierta inestabilidad general, con claro perjuicio para el equipo teóricamente más fuerte de la actualidad, el francés Renault. Sin embargo, la postura de los organizadores argentinos puede repercutir negativamente en los intereses económicos de Ecclestone, al tener que ser él quien haga frente a todos los pagos de transporte. Eso podría motivar un cambio sustancial en la postura del británico, o el que la carrera brasileña tampoco se lleve a cabo.
De cualquier forma, lo que parece claro es que la situación general en el Circo es insostenible. Los pilotos, que no quieren seguir soportando posturas dictatoriales o paternalistas de los otros componentes de este complicado entramado -federativos, constructores y escuderías-, que afecten negativamente a sus intereses, constituyeron la pasada semana una nueva agrupación cuyos intereses serán llevados por un prestigioso equipo de abogados, quienes, según sus propias afirmaciones, no se detendrán en la jurisdicción deportiva para defender a sus patrocinados.
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