David Merkatz
se estaba forrando con sus negocios de reparación de parabrisas de automóviles del barrio neoyorkino de Brooklyn. Pero fue descubierto su truco. Detenido por la policía, se confeso autor de los disparos, con escopeta de aire comprimido, que destruyeron, al menos, los cristales de los automóviles de más de millar y medio de denunciantes. Según declaró a la policía, por las noches salía con su coche y se dedicaba a crear posibles clientes. Los agentes pudieron comprobar como se dedicaba a disparar sobre los vehículos aparcados.
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