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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un poema sobre el trabajo y la libertad

Sólo los ángeles tienen alas, de Howard Hawks, que se emite esta noche por la primera cadena, fue rodada en 1938 y estrenada al año siguiente. Hollywood andaba metido por entonces en una nueva etapa de grandes producciones, de envergadura desconocida desde los tiempos eufóricos del cine mudo de los primeros años veinte. Lo que el viento se llevó y sus secuelas de presupuestos astronómicos escindieron las finanzas de los estudios en dos galaxias incomunicadas, que únicamente coincidían en los lotes termínales de distribución las películas estrellas y las películas cenicientas. El argot hizo fortuna.Sólo los ángeles tienen alas es una arquetípica película cenicienta. Su presupuesto, para los usos de Hollywood, fue insignificante y esto es tanto más paradójico cuanto que se trata de un filme de aventuras, que aborda un asunto de mecánica tan compleja como es el de los pioneros de la aviación comercial. Como se las arregló el gran Howard Hawks para rodar, con enorme veracidad, las admirables escenas en las carlingas de los aviones, los accidentes, los aterrizajes forzosos, y todo ello en pequeña maqueta y entre las cuatro paredes de un estudio californiano, más que un secreto de oficio, es un milagro.

En ocasiones, la pobreza del presupuesto hace que las maquetas y las sobreimpresiones canten. A Hawks esto le traía sin cuidado, porque él sabía que los espectadores de sus filmes, a medida que éstos van avanzando, se olvidan poco a poco de las chapuzas del entorno para pegar sus miradas, fascinados, sobre los personajes, sus minucias, sus comportamientos más sutiles, sus interrelaciones. Viendo Sólo los ángeles tienen alas, uno puede exclamar buenamente: "El avión ese será de juguete, pero quienes lo pilotan son hombres genuinos".

El cine de Howard Hawks, y Sólo los ángeles tienen alas es un modelo químicamente puro, es exactamente eso, un cine de hombres genuinos, tocados de gracia específicamente humana y vertido sobre unos espectadores que han de mirarles a la fuerza con nostalgia, porque no es su caso. La alegría que irradian los grandes filmes de Hawks procede de este sentimiento invasor de nostalgia, de la percepción de que sus hombres hacen cosas, se relacionen, luchan, trabajan y viven casi en estado de ángeles su condición humana.

No hay ni un solo malo en el cine de Hawks. Todos sus personajes son un inequívoco, un brote de solidaridad y de esperanza, y sus negatividades son siempre accidentales porque no pasan de ser artilugios de autodefensa, una cáscara protectora de su vulnerabilidad. Obsérvense los personajes que interpretan Richard Barthelemess y Rita Hayworth en Solo los ángeles tienen alas y se comprobará que esto es incontestable.

El personaje de Cary Grant debe ser medido también por el mismo rasero, sobre todo en la fastuosa escena del accidente final, visto por él desde la terminal del rústico aeropuerto. Por su parte, Jean Arthur elabora, y casi fija, amparada en el precedente creado por Katherine Hepburn el año anterior en La fiera de mi niña, también contra Cary Grant, las coordenadas por donde ha de moverse en el futuro la llamada heroína hawksiana, prodigiosa antítesis aparentemente arbitraria de la no menos aparente racionalidad masculina. La mezcla de ambas apariencias es explosiva y, desde ella, Hawks nos proporciona un modelo de comicidad sin equivalente en la historia del cine: Angie Dickinson contra John Wayne en Rio Bravo, Paula Prentiss contra Rock Hudson en Mi deporte favorito, Elsa Martinelli contra John Wayne en Hatari, Lauren Bacall contra Humphrey Bogart en Tener o no tener, Ginger Rogers contra Cary Grant en Me siento rejuvenecer, y tantas otras.

Bajo la transparencia de su puesta en escena, auténtico alarde de invisibilidad, Hawks nos pone otra vez en Sólo los ángeles tienen alas con la enorme complejidad de un mundo superpoblado de relaciones ocultas en la trastienda de unos personajes que están en permanente quehacer, en actividad al mismo tiempo sosegada y frenética.

Hawks es el máximo poeta del trabajo humano libre y en la frontera de la creación que ha dado el cine.

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