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TEMAS DE DEBATE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El pacto debe mantenerse

La elaboración de la Constitución española de 1978 fue el resultado de un espíritu de pacto entre las diversas fuerzas políticas, o al menos de una amplia mayoría de estas fuerzas, que fue mucho más importante que su plasmación en el tan criticado consenso. Ya al tiempo de decidir cuál debía ser el procedimiento para encauzar la tarea constituyente de las Cortes de 1977 doi-ninóaquel espíritu de pacto; así, en vez de acudirse a la posibilidad de que fuera el Gobierno el que presentara un proyecto de Constitución que hubiera servido de base a la discusión pariarrientaria, se optó por la vía de depositar la iniciativa en una ponencia, designada por la propia Cámara, evitándose así un enfrentamiento desde el inicio entre Gobierno y oposición.En la propia composición de la poriencia constitucional -y yo mismo puedo dar testirnomo de ello- se procuró mantener este estilo, intentando dar a la misma la máxima representatívidad, al

de las divers~s fue~zas políticas; se estuvo más atento a la representatividad de la pluralidad de tendencias que a la conformación de mayorías aritméticas, por más importantes que éstas pudieran ser. Y, finaliriente, el propio consenso fue mucho más que un conjunto de acuerdos presentados como el resultado de oscuros conciliábulos, forjados con nocturnidad y escondiéndose de los medios de información. Esta es una presentación que se detiene en la forma y no penetra en el fondo de la cuestión; es una presentación que pretende ignorar que el consenso fue un maravilloso -sin precedentes en la historia de España- esfuerzo para coincidir en la definición de una estructuración democrática del Estado; fue la voluntad de poner el acento en lo fundamental para disminuir el valor de la discrepancia en lo que no lo era, y, por encima de todo, era la expresión de una convicción: la consolidación de la democracia en España requiere de todos una acción sostenida de diálogo, comprensión, tolerancia y capacidad de convivencia.

No son estas expresiones baladíes o sin importancia. En un país que a lo largo de su historia se ha visto mucho más a menudo tentado por la intransigencia, la intemperancia y la inquisición que por el diálogo y el respeto, es

nido en mayor consideración un esfuerzo encaminado a evitar la división y el enfrentamiento, dando viabilidad, en definitiva, a una Constitución de todos y para todos en vez de una Constitución de una mayoría contra una minoría.

El problema radica ahora en mantener vivo aquel pacto o al menos el espíritu que lo animaba. Ciertamente, terminado el proceso constituyente era normal e incluso sano que la política del país tendiera a conformarse de acuerdo con criterios de unamayoría coherente. Después de asentar las bases constitucionales de la nueva democracia española se preel saba de una acción de gobierno que respondiera a los presupuestos programáticos del partido en el poder; esto era clarificador y debería permitir introducirnos en la mecánica de la alternancia, verdadera prueba para nuestra vida política. Sin embargo, el mantenimiento del pacto constituyente debería ser un valor incuestionable: el equilibrio impuesto al tiempo de elaborar la Constitución no debería romperse en los temas propiamente constitucionales, a fin de preservar el espíritu que la hizo posible.

¿Se está intentando olvidar el sentido de aquel pacto constituyente? Creo que hay diversos indicios que poneri de manifiesto

por el mismo criterio de mayorías y minorías; y esto es un grave error. No se puede romper un pacto sin que ello conlleve consecuencias negativas para nuestro proceso democrático, por cuanto es evidente que en el pacto cada parte renunció a algo, y en la medida en que no sea respetado el espíritu del acuerdo resultante, la parte marginada recupera una libertad de planteamientos sacrificados en su día en beneficio de la común responsabilidad democratizadora. Y ahora el pacto, en algunos puntos y singularmenteel autonómico, da la sensación que quiere olvidarse, romperse o incumplirse, al menos en su presentación externa.Reflexión Creo que la celebración del

tercer aniversario de nuestra

Constitución debería ser un ex

celente motivo para reflexionar

sobre todo ello. Una Constitu

ción fruto del consenso debe

mantenerse en el consenso. No

tiene sentido que ahora, en oca

sión de una coyuntura específica,

se recupere el espíritu de defensa

colectiva del texto constitucio

nal, para antes y después conver

tir a éste en arma arrojadiza de

unos contra otros. La consolida

ción de nuestras instituciones

democráticas no es una acción

puntual o esporádica; es el resul

. ;n

É- z,,-ztt-nid2 V constante en a que se entremezclan actitudes muy diversas y heterogéneas, desde el Gobierno y la oposición, en los distintos ámbitos y niveles de la Administración, en las prácticas y los hábitos políticos, en el comportamiento de partidos, sindicatos, asociaciones y entidades.

La Constitución delimita, permite y estimula la discrepancia como factor dinámico de la alternancia política; pero la Constitución, fruto de un pacto, requiere el mantenimiento del espíritu que la hizo posible en lo que hacereferencia a los principios y coordenadas básicas del orden constitucional. Romper el equilibrio constitucional sería un grave error; un error histórico, porque nos reconduciría precisamente a tina historia que la Constitución de 1978 quiso superar en lo que de negativa tenía.

La defensa del orden constitu-.

cional y del pacto constituyente

debería constituirse en el prime

ro de los objetivos a perseguir en

orden a la consolidación y pro

fundización de la democracia en

España. Y en este esfuerzo no

debería protagonizarse ninguna

política que pudiera dividir o res

tar, sino mantener o sumar. Hay

que acotar el campo de la discre

pancia a la coherencia progra

mática de la acción de gobierno;

pero hay que cerrar filas en la de

fensa y mantenimiento del pacto

constituyente y de su espiritu.

No hacerlo así sólo beneficiaría a

la nostalgia involucionista, que

nadie se llame a engano sobre

este particular: nada sería más

útil para una estrategia desesta

bili72d i6TRYqdiAyisión d.e las

ruerÍMP aics.

El tercer aniversario (le la Constitución de la España en democracia tiene todavía el sabor de un compromiso: el de arraigarla cada vez más en la realidad político- social-económica española. Este compromiso requiere el esfuerzo de todos los demócratas; que nadie margine a nadie.

Miquel Roca i Junyent es diputado del Grupo Parlamentario de la Minoría Catalana.Fue miembro de la ponencia constitucional.

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