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Un Real Madrid con más ambición triunfó en Viena

ENVIADO ESPEClALEl Madrid, que jugó un magnífico partido de contención, tuvo más ambición atacante que otras veces fuera de casa y logró un gran resultado que le abre prácticamente las puertas de los cuartos de final de la Copa de la UEFA. Contó con dos claras ocasiones al borde del descanso, pero logró su gol cuando menos se esperaba, después de soportar, en la segunda parte, un dominio constante, aunque sin peligro, del Rapid. El conjunto austriaco confirmó su nivel discreto, sin mayores calidades. El madridista logró así su primer triunfo en el estadio del Prater, escenario donde perdió con el Inter una de las finales de Copa de Europa.

El Madrid comenzó el encuentro con la misma táctica que utilizó en Jena, pero más tranquilo aún que entonces, por la presencia de Stielike atrás, como defensa libre, y el convencimiento de tener todavía la segunda parte de la eliminatoria para corregir errores. Su pressing desde el centro del campo y más adelante con Juanito, Santillana e Isidro molestando la progresión rival, bastó para contener fácilmente al conjunto austríaco.

Por si quedaba alguna duda, el Rapid se mostró pronto como un conjunto discreto, bastante lento y con limitaciones ostensibles, que se esperaban. El lateral derecho Krauss fue el único que inicialmente planteó peligro con sus escapadas por la banda, hasta que Juanito le tuvo más ocupado. Después, solo Keglevits,- el rubio extremo izquierdo, tuvo movilidad para el desmarque. A los 17 minutos, una falta sacada desde la banda izquierda, en la mitad del campo madridista, le dio ocasión para cabecear pasado con mucha habilidad. El balón, afortunadamente para Miguel Angel, se estrelló en el poste contrario.

El Madrid, en cualquier caso, tuvo siempre controlada la situación. Una ocasión a balón parado no quiere decir nada. Krankl apenas se hizo notar dos veces y en una de ellas, la única con peligro, tiró flojo y demasiado cruzado; en la otra, al pillarle con la " pierna mala", la derecha, perdió demasiado tiempo en cambiarse el balón. Se llegó a la media hora sin peligro alguno para el conjunto de Boskov.

En el último minuto de la primera parte, tras un largo rato de aburrimiento total, según la norma habitual en el raquítico fútbol de hoy, con brillantez a cuentagotas, el Madrid tuvo dos goles clarísimos. Un centro de Camacho, en la única vez que se fue al ataque por la izquierda, lo remató Isidro al larguero.

El cuadro blanco se resarcía así de un principio de contraataques demasiado horizontales, síntoma de una nueva incapacidad ofensiva fuera de casa. Isidro había confirmado antes, en el minuto 24, cuando el Madrid comenzaba a desperezarse, su mala fortuna cara al gol, tras quedarse solo y quizá sorprendido ante el guardameta austríaco. Más o menos como Juanito, poco más tarde.

Pareció que una vez más iba a pesar la falta de acierto madridista en esas ocasiones, porque la segunda parte se jugó ya casi totalmente en su medio campo. El Rapid empujó mucho más, aunque con tan poco malicia como al principio. El conjunto de Boskov tampoco se descompuso en defensa. La entrada de Weinhoffer, que pasó al extremo izquierdo, vigilado por Cortés, dio más movilidad a la delantera después del oscurecimiento de Keglevits a cargo de Camacho. Kienast, que arrancaba demasiado retrasado al principio, por lo que Del Bosque, pese a esperarle casi en defensa, no había pasado apuros, sí los tenía ahora al irse el alto centrocampista más al ataque. Sin embargo, Gallego se mantenía frente al soviético Sintschenko, y Angel, aún a costa de una tarjeta, oscurecía a Panenka.

De todas formas, el Rapid continuó con su nulidad atacante. Sólo Miguel Angel debió salir ante Krankl (bien contenido por Benito y después por Navajas) en un balón adelantado a los 13 minutos. A los 26, dudó en una salida, y el árbitro sancionó bien la carga de Weinhoffer en al área pequeña, anterior al disparo de Krankl que pasó la raya. A los 18, pese al agobio, Cortés se escapó y tras una magnífica internada en solitario Feurer salvó a sus pies. A los 30, un centro de Gallego, que al fin sacó su clase en un avance pleno de fuerza, no encontró rematador de milagro. Fue el anticipo del gol, inesperado pero muy merecido por el esfuerzo desarrollado.

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