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El rechazo de la oferta de la dirección puede suponer el cierre de British Leyland

Andrés Ortega

Los delegados sindicales de British Leyland, reunidos ayer en Birminghan, rechazaron por gran mayoría la última oferta de aumento de salarios presentada por la dirección y confirmaron la convocatoria de huelga. La decisión deberá ser confirmada hoy por los 58.000 trabajadores de la división de coches en una votación a mano alzada. El rechazo de la oferta, según el presidente de la BL, sir Michael Edwardes, significaría el cierre de las plantas en huelga y la posible liquidación de la empresa nacional.

Con una inflación de un 11,6% en el país, los trabajadores pedían un aumento salarial de un 17,5%. La empresa ofrecía un 3,8% -siguiendo las recomen daciones gubernamentales de un aumento salarial máximo de un 4% para el sector público-, más unos bonos de incentivos de 3,75 libras (657 pesetas) a la semana Tras largas negociaciones -tantas que no pudieron impedir que la huelga comenzase en la madrugada del domingo-, la empresa ha ofrecido ampliar este bono a los enfermos y a los períodos de vacaciones, aceptando establecer una comisión conjunta con los trabajadores para negociaciones salariales en el futuro.Todos los sindicatos reco miendan que se acepte esta oferta -pues "no hay más dinero"-, salvo el poderoso sindicato de transportes. Con la amplitud que tomó la huelga ayer -afectando a todas las plantas de BL, salvo tres, cuyo cierre ya está programado- hay dudas sobre la reacción de los trabajadores. Sin contar los incentivos, un obrero de BL viene a ganar unas 80.000 pesetas por semana La empresa afirma rotundamen te que con estos incentivos la su bida salarial de un 6,8%, el año pasado, se transformó de hecho en un 13%.

En los seis años desde su nacionalización, en 1975, BL se ha tragado 2.300 millones de libras (400.000 millones de pesetas) del erario público. En el primer semestre de 1981 perdió 40.000 millones de pesetas. British Leyland emplea a 103.000 trabajadores -70.000 menos que tres años atrás-, y para 1983, fecha en que Edwardes espera que BL comience a tener beneficios, habrán desaparecido 20.000 puestos de trabajo más.

Edwardes ha amenazado con cerrar las fábricas que se declaren en huelga, y de BL dependen directamente más de medio millón de puestos de trabajo, aunque los fabricantes de componentes sean menos dependientes que hace una década.

El Gobierno se ha negado a intervenir en la disputa laboral, y es sabido que entre alguno de sus miembros no se vería con malos ojos la liquidación de partes de BL, aunque un puñado de escaños conservadores peligren. La estrategia de reestructuración de la British Leyland propuesta por Edwardes ha sido interpretada de dos maneras diferentes: por un lado, las mayores inversiones en capital han ido a parar a las plantas más productivas (como las fábricas de Jaguar o de Land Rover), lo cual podría facilitar su privatización o venta a'alguna empresa extranjera interesada, como Honda o Nissan; por otra parte, se piensa que Edwardes está intentando resistir hasta el límite, esperando lograr un acuerdo de colaboración con alguna de estas empresas.

Los 58.000 trabajadores de la división de coches de BL -según algunos estudios, los peor pagados de la industria automovilística en el Reino Unido- decidirán hoy el futuro de la empresa en mítines masivos y votando a mano alzada.

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