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Reportaje:

Los grandes almacenes no terminan de imponer las "rebajas de verano"

En el fondo del viejísimo método de vender a precios reducidos, vigente ya en Roma y hasta se puede aventurar que en la prehistoria librecambista, late el interrogante no resuelto de la confianza del cliente. Muchos todavía se dicen, que nadie da un duro a peseta y, que en el fondo de toda rebaja hay, oculta una triquiñuela. Los grandes almacenes, instauradores de las rebajas como método consagrado, han acabado por dejar en caricatura la figura del charlatán que lanza sobre el público un puñado de peines o que se despoja de su corbata en un alarde de "venta total". En una de las dos cadenas más importantes de Madrid se ha registrado el paso de 205.000 potenciales clientes durante el mes de julio. Esta cifra equivale a 10.000 más que el mismo mes del año pasado. Y ello sólo en los tres primeros días de rebajas. Sin embargo. esta simple contabilidad de personal no siempre tiene su réplica en, el volumen de compras efectivas. Los vendedores reconocen que, en muchos casos, se trata de gente que va a comprobar si efectivamente la oferta comercial responde a lo que se espera del precio. Los vendedores coinciden en que existe un sector, sobre todo femenino, integrado por verdaderas expertas en "control de precios", a las que no se puede engañar. Asi y todo, la citada cadena comercial calcula que en el primer mes de rebajas se lograron ventas superiores en un 17% a las del mismo mes de 1980. Es decir, dos puntos por encima del nivel de inflación. Más no se puede pedir, apostilla el experto en ventas, y así debe de recibirse el resultado, porque otra cadena comercial de primera categoría ha tenido que conformarse con un crecimiento de ventas del 0,2%. al 26 de agosto pasado respecto del mismo día del año anterior. La gran mayoría de los establecimientos calcula sus ventas no muy por encima de este 0,2%.Un directivo comercial considera que un factor de primer orden en la promoción de las rebajas es el anzuelo que representa en todo gran almacén contar con un super mercado alimentario. Cuando el tendero de la esquina se va de vacaciones y cierra justamente en julio o agosto, el ama de casa debe desplazarse a un supermercado en el que se le ofrece megafónicamente prendas de vestir o productos de perfumería un par de plantas más arriba. El citado experto cree que las vacaciones del minorista ayudan a la promoción de sus rebajas, y así puede constatarlo cualquiera que siga durante unos minutos a un ama de casa que ha concluido su acopio de alimentos en el sótano de un gran almacén y remonta la escalera mecánica. Pero lo que sorprende, añade el experto, es que las clientas acudan sobre todo a comprar prendas íntimas de señora, que no es un género precisamente sensible a las alteraciones de la moda o del precio. Dentro de los sectores en que inciden más ampliamente los descuentos de temporada destaca el del mueble. Se llegan a superar los descuentos del 35%, pero la demanda compensa a duras penas el grave declive que sufre el sector durante todo el año. Y, para col mo, clientes hay que adquieren la correspondiente cómoda y al llegar a casa el pedido comprueba el repartidor que el cliente calculó mal el espacio disponible o el gusto de la esposa y, amparándose en el eslogan "si no le conviene, le devolvemos su dinero", devuelve el género a su punto de origen. Mecanismo de las rebajas

El vendedor ha de afrontar, con un amplio margen de riesgo, el cálculo de lo que podrá vender en los dos meses veraniegos. Sabe de antemano que de 50.000 vestidos, distribuidos entre varios modelos y tallas, los tamaños extremos, por pequeños o muy grandes, están ya sentenciados en buen número a engrosar la oferta de ocasión. Esto ocurre de un modo particular con los zapatos de importación. Un encargado de ventas comenta gráficamente: "Un buen zapato italiano de talla grande, caro por supuesto, nos plantea a veces el problema de optar entre rebajar su precio drásticamente o comérnoslo". Como lo de comer calzado quedó para Charles Chaplin, el vendedor opta por reducir el precio. Pero ocurre que el español medio no destaca por su altura y su amplitud de peana, y a veces este excelente producto se eterniza en el almacén. Solución: reducir tanto el precio que el cliente se lo lleve, pensando quizá en algún regalo, y al tiempo compre para sí mismo un modelo que sí le va. En el primer par, el vendedor pierde. En el segundo, gana. Sólo en el capítulo de vestidos femeninos, el experto citado antes calcula que de los 25.000 incluidos en la oferta de las rebajas terminarán por sobrar 15.000. El error de elección más frecuente en el vendedor consiste en situar las tallas medias demasiado arriba o abajo, con lo que las tallas extremas serán "excedentarias" o escasas, según funcione la demanda. Esta demanda será el factor que, repentinamente, obligue al vendedor a eliminar de la lista de las rebajas a determinada prenda u objeto sobre los que se observe una mayor presión del público. En definitiva, la escasez o el exceso determinan el precio de los artículos. Muchos clientes preguntan si se fabrica pensando en las rebajas o, con otras palabras, si lo que se compra en estas condiciones de precios tiene la misma calidad que lo no rebajado. Todos los vendedores preguntados insisten en que no hay diferencia de calidad, aunque uno de ellos señaló que hubo un tiempo en el que las fibras sintéticas se utilizaron defraudatoriamente. El industrial lamenta que aún no exista un control riguroso todavía. Pero en estos momentos, coinciden los grandes almacenes, el problema no es producir más de la cuenta, porque la demanda ha decrecido sensiblemente, sino dar salida a los stocks acumulados. Sólo el espacio que ocupan estos géneros no vendidos en los almacenes de los grandes establecimientos obligaría ya de por sí a reducir precios al consumidor. Esto es especialmente importante en el caso de que el vendedor reciba la mayor parte de sus géneros de fábricas que pertenecen a la misma empresa. La necesidad de dar trabajo a la plantilla de fábrica ha obligado", por ejemplo, a una gran cadena a aceptar la confección de los uniformes de la Policía Nacional, "aun perdiendo un poco de dinero", se dice, con tal de no verse obligada la empresa a afrontar un grave problema social o a seguir produciendo stocks de difícil salida. Los comerciantes, en especial los responsables de planta, acaban incluso tomando cierto cariño a determinados productos que se resisten a cambiar de dueño. De cada objeto concreto existe un verdadero historial, desde sus condiciones iniciales hasta las diversas oscilaciones de su precio. Así, un vestido largo de fiesta, de importación, con un precio inicial de 7.683 pesetas, ha terminado a finales de agosto en un valor de 1.995. Razón: Solo quedan tres ejemplares para tallas de señora poco comunes, al menos en aquellos lugares en los que suelen lucirse tales prendas, sin convertirse en blanco de todas las miradas más perversas.

Menores problemas para las tiendas especializadas

En el caso de las tiendas especializadas, el problema que obliga a ampliar las rebajas durante dos meses es menor. Una boutique no adquiere tantos modelos de tallas extremas como un gran almacén, y así, en quince días puede liquidar sus existencias de temporada. En todo caso, las tiendas especializadas rara vez ofrecen descuentos por encima del 15%, cuando un 10%, se considera en los grandes almacenes poco menos que reducción simbólica para el comprador. Ya se anticipa que el próximo verano no habrá quien coloque unos bermudas o prendas de color morado. Por ello los calzones bermudas es de lo más devaluado que se puede ver en toda la geografía matritense. Esta circunstancia obliga a reducir precios hasta el 65% en géneros de buena calidad pero pasados de moda. En cambio, la mercancía de continuidad apenas si experimenta un 10% o ninguna alteración a la baja.

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