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Gina Lollobrigida,

mantiene, a sus 54 años, la vitalidad que denuncia su lozanía. Ha sido designada para presidir el jurado internacional del Festival de Cine de Montreal, en Canadá, y por un momento ha colgado las máquinas fotográficas con las que una vez quiso retratar a Adolfo Suárez en las horas altas de la Unión de Centro Democrático para pensar en una nueva dedicación que colme lo que demandan sus energías. Y ha pensado que lo mejor es diseñar modelos en Nueva York. Primero se colocó como modelo, antes las cámaras; luego quiso retratar a otras modelos, y ahora pretende vestir a las personas que luego ,serán retratadas. Es un rayo italiano que no cesa, y que se defiende de los que la acusan de evadirse, de irse de su país. "Hasta tal punto no es cierto que me vaya del todo que los vestidos que yo diseñe serán fabricados luego en Italia". En agosto se va a Canadá, a oler de nuevo el ambiente extenuante del celuloide, en el festival de Montreal. Luego, a Estados Unidos a escuchar el ruido de las máquinas de coser y a oler telas vírgenes.

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