El boicoteo olímpico, olvidado con la Universiada
Con la jornada de ayer, quinta de competiciones en la Universiada de verano, se pasó el ecuador de la máxima reunión mundial universitaria. Según cabía esperar, el único dato realmente positivo surgido del acontecimiento ha sido la superación del pasado boicoteo a los Juegos Olímpicos de Moscú. Ya compiten sin problemas todos los países implicados. Sin embargo, a nivel de elite deportiva mundial los resultados han dejado mucho que desear, no sólo porque ya son escasos los verdaderos deportistas universitarios de alta competición, sino por las ausencias de potencias como la RDA. China ha encontrado así el mejor momento para foguearse a un nivel elevado, pero asequible.La primera sorpresa de la XI Universiada en su modalidad veraniega ha sido su desorganización. Según las noticias procedentes de Bucarest, los acontecimientos han desbordado, insólitamente, a los rumanos. Después del perfecto ejemplo soviético en los Juegos Olímpicos del año pasado, no cabía esperar este fallo en otro país del Este, que precisamente ha mantenido siempre su orgullo ante la URSS. A lo más que ha llegado es a tornarse la revancha de la derrota de Nadia Comaneci en Moscú, obligando ahora a los jueces a unas puntuaciones tan parciales como entonces, pero al revés. La que fue novia-niña de Montreal-76 y hoy ronda va los veinte años, con una figura estilizada, excesivamente delgada de piernas, no hubiese necesitado esa ayuda suplementaria para ganar -como a Yelena Davidova sí le hizo falta para vencer en Moscú- pero el resto de gimnastas rumanas también fueron sobrepuntuadas. Ello supone otra clara señal de alerta a la Federación Internacional para cambiar inmediatamente un sistema de valoración tan sentimental y casero.
En cualquier caso, Nadia Comaneci, ídolo lógico en su patria, es siempre atracción mundial y una de las pocas figuras de auténtica categoría presentes en la Universiada. Se ha preparado tranquilamente para ella, y por eso no participó en los últimos Campeonatos de Europa en Madrid. En realidad, allí se habría demostrado si es superior o no a la alemana oriental Maxi Gnauck, ausente, en cambio, ahora. Pero esta es la gran desventaja universitaria. La Comaneci no vino a España porque no podía faltar después en su casa. Aparte podían quedar sus exageradas pretensiones económicas, más cortina de humo que otra cosa. Sin embargo, Gnauck no ha ido a Bucarest siguiendo las normas casi generales de la RDA respecto a la actual Universiada. Sólo participa una mínima representación, y su falta se nota especialmente en natación, donde la parcela femenina, en concreto, pierde todo su nivel.
No es primordial
Sucede que la competición universitaria, aunque abarque diez deportes y más de ochenta países no es el fin fundamental de una temporada, como es el caso de los Juegos Olímpicos -boicoteos al margen-. En atletismo, por ejemplo, aparte va de las reuniones internacionales, las fechas cumbre de 1981 serán el 15 y el 16 de agosto, con la final de la Copa de Europa A, en Zagreb, y los días 4, 5 y 6 de septiembre, con la Copa del Mundo, en Roma. En voleibol, del 19 al 27, en Bulgaria, serán los Campeonatos de Europa, como en natación, del 5 al 12, también de septiembre. En estos últimos se incluirá el waterpolo y, por ello, España -polémicas monetarias incluidas- ha mandado a su equipo júnior a Bucarest, mientras se entrena aquí en Madrid con la URSS -que, al menos, tiene otro equipo en Rumania-, Hungría, Holanda y la RFA. Así pues, en todos los casos, aunque los dirigentes universitarlos quieran defender la legalidad estudiantil, la participación de cada atleta no se hace -o permite- por su carné universitario, bien fácil de conseguir si se necesita, sino por la programación deportiva de los distintos equipos y entrenadores. No hay más limitaciones que la edad -veintiocho años- y de ahí que resulte curioso, por ejemplo, que en el tenis de la Universiada la gran favorita sea Virginia Rucizi. La rumana, una de las jugadoras habituales en los circuitos internacionales -al margen de que por ser del Este puede convertirse fácilmente en estudiante o militar-, debe estudiar, como mucho, en la universidad a distancia.Sólo un deporte está casi al completo en Bucarest, y es la esgrima, por la sencilla razón de que hace menos de un mes finalizaron los Campeonatos Mundiales en Clermont Ferrat. Al ser antes, sólo se ha tratado de un traslado, aunque los tiradores lleguen ya fuera de forma.
La gran beneficiada de la Universiada es China Popular, pues en una competición así, de relativo gran nivel, puede foguearse perfectamente -y empezar a destacar con su enorme potencial humano, sin los reveses que podría sufrir en unos Juegos Olímpicos totales. La nota exótica, al menos, sí deslumbra.
Continúa la discreción
En cuanto a la jornada de ayer, según los resultados conocidos por AFP, dentro del gran retraso en la recepción de los mismos, la discreción continúa siendo la nota dominante. Un nuevo récord mundial universitario, como el conseguido por la norteamericana Jill Sterkel en los cien metros mariposa, con 1.01.91, no supone índice de gran calidad. La Sterkel es sólo una de las muchas buenas nadadoras de Estados Unidos, pero cabe señalar que la recordwoman mundial, su compatriota Mary Meagher, tiene la plusmarca en 59.26 y, baja con facilidad del minuto. Es tan universitaria como ella, pero no le debió apetecer nadar en Bucarest. En la prueba masculina ganó, ahí sí, el recordman mundial, Paulas, con 55.41, pero muy lejos de sus 53.81. Y no estuvo Arvidsson.Respecto a los españoles, Benjamín González logró clasificarse para la final de cuatrocientos metros en atletismo, al ser cuarto, con 46.48, en su serie semifinal. Quedó a veinticuatro centésimas del récord nacional de Hornillos, lo cual tiene su mérito. En la final, ante rivales sin excesiva entidad -no estará el campeón olímpico Markin y deben ganar los americanos McCoy o Wiley-, podría superar la plusmarca. Raúl Jimeno pasó a la final de martillo, que ya es bastante, al ser repescado -tiró 63,90.
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