Oposición mayoritaria al informe de Sánchez-Montero ante la conferencia del PCE de Madrid
Por 208 votos favorables, emitidos por los eurocomunistas carrillistas; 153 abstenciones, de los eurocomunistas renovadores, y 85 votos negativos, de los prosoviéticos y de la agrupación de Radiotelevisión Española, ha sido aprobado, en la madrugada de hoy, el informe presentado por Simón Sánchez Montero ante la séptima conferencia provincial del Partido Comunista de España (PCE), que se inauguró el pasado jueves y a la que asisten cerca de quinientos delegados en representación de todas las federaciones comunistas madrileñas. Por primera vez en la reciente historia del PCE, un informe presentado e identificado por la actual dirección de Santiago Carrillo no ha sido aceptado por más de la mitad de los asistentes a la asamblea provincial.
Precisamente para evitar este contundente rechazo a la gestión de la actual directiva del PCE, hasta muy pocas horas antes de la votación los hombres de Santiago Carrillo intentaron someter a la aprobación de los delegados el informe de Simón Sánchez Montero, dividido en dos partes, es decir, votar por un lado la parte política de dicho informe, con la que se identificaban la casi totalidad de los eurocomunistas renovadores, y posponer para una segunda votación, aprovechando el debate sobre estatutos, la parte del discurso de Sánchez Montero que atacaba con notable dureza los planteamientos de los firmantes del Manifiesto por un eurocomunismo renovador.De hecho, hubo dos federaciones, la sur y la centro, ambas de mayoría eurocomunista carrillista, que plantearon públicamente la posibilidad de tratar ambos temas por separado. Sin embargo, la intervención que realizó, al filo de la madrugada, Simón Sánchez Montero, después de las explicaciones de voto de las respectivas delegaciones, en la que volvió a insistir en que por la vía «de las batallitas internas no vamos a ningún sitio», unido a la virulencia con que se expresaron la gran mayoría de los representantes de las delegaciones contrarias al informe, provocó que no fuera posible realizar ningún tipo de pacto y que el resultado de la votación fuera tan insólito en un partido como el comunista.
El resultado de la votación fue lógico teniendo en cuenta que los eurocomunistas renovadores han verdaderamente enfadados en la noche del jueves. después de verse tan directamente vapuleados por Sánchez Montero: «Tendencia organizada», «métodos intolerables», «fracción que aspira a tener puestos de poder en todos los órganos de dirección» y «provocadores -voluntarios o involuntarios- de la destrucción del PCE» fueron algunas de sus apreciaciones.
Pero hubo un párrafo en concreto del informe que les llenó de asombro e indignación: «El camino del infierno», dijo Simón Sánchez Montero, «está empedrado de buenas intenciones. Y no se trata de juzgar las intenciones de nadie, en lo que no entramos, sino de evitar que vayamos al infierno».
Su abstención obedecía a dos razones, según explicaron a EL PAIS algunos de sus máximos portavoces. Por un lado, porque no podían votar en contra -como hicieron los prosoviéticos- ya que las tesis sobre política nacional e internacional contenidas en el informe «nos parecen irreprochables y las compartimos en su totalidad», pero tampoco podían votar a favor, dados los alegatos personales que les dirigió el líder comunista y su negativa a reconocer las corrientes minoritarias.
Antes de la votación, la actividad de la jornada de ayer, segunda de la conferencia, se consumió hasta pasadas las once de la noche en el debate del informe de Sánchez Montero por delegaciones (una por cada federación de Madrid) y en la exposición de las conclusiones de estos debates en una asamblea general conjunta.
En este punto, tampoco hubo muchas sorpresas, ya que aquellas federaciones con mayoría de delegados de los eurocomunistas de Santiago Carrillo apoyaron el informe, las de mayoría de prosoviéticos lo rechazaron y aquellas federaciones en las que la tendencia dominante era la de los eurocomunistas renovadores expusieron su tesis va conocida: sí a la parte política del informe, y no a la referente a las minorías.
Uno de los aspectos críticos al informe sobre el que más insistieron los renovadores fue también el que los cien folios leídos el jueves por Simón Sánchez Montero no eran realmente un informe de gestión, sino de planteamientos generales, en los que, además -en su opinión-, la actual directiva del PCE se hacía una autocrítica, pero sin mencionar en ningún momento a los causantes de todos los errores que reconocían que se habían cometido en los últimos meses.
Los eurocomunistas carrillistas razonaron su voto favorable al informe de Simón Sánchez Montero alegando, en primer lugar, el tono valiente en que estaba expresada la condena hacia los eurocomunistas renovadores, así como el realismo y la agudeza con que se habían elaborado el análisis político de la situación española durante los últimos meses y la actuación del partido comunista ante los constantes problemas que la actualidad ha ido generando.
Críticas a la intolerancia
Por el contrario, sus detractores no dudaron en emplear expresiones como «informe crispado», «apocalíptico», «tocho», «ambiguo», «pontifical vaticano», «dogmático» e «intolerante», entre otras de similar contenido.El representante de la federación comarcal sur (identificado con el sector duro del partido) fue víctima de una traición de su subconsciente que hizo estallar en carcajadas a la mayoría de los delegados. Este orador, vinculado por muchos a aquel sector del partido que muestra abierta simpatía por la Unión Soviética, dijo, en un momento de su intervención: «El dilema no es debatir partido dependiente del exterior, sí, partido independiente, no». La algarabía general le hizo rectificar: «Bueno, quiero decir al revés».
Tampoco faltaron ayer por los pasillos del local en el que se está celebrando la conferencia de Madrid las inevitables intoxicaciones a los medios informativos. Alqunos miembros del sector oficialista seguían difundiendo la tesis de que los renovadores iban a pactar con los prosoviéticos, mientras que los firmantes del manifiesto aseguraban que los hombres de Santiago Carrillo habían puesto veto a dos de sus dirigentes: Alfredo Tejero y Gerardo Novales, hecho este último que posiblemente sea cierto, ya que una importante fuente del sector oficial ni lo confirmó ni lo desmintió.
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