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Los siniestros económicos tocan fondo por primera vez desde que empezó la crisis

Los siniestros de orden económico, como suspensiones de pagos, quiebras e impagados, tocaron fondo en 1980, después de varios años de fuerte crecimiento. En este sentido, los datos que ultiman instituciones públicas y privadas confirman que las dosis de optimismo vertidas en las recientes juntas generales de accionistas de grandes empresas tienen detrás algo más que eventuales razones políticas. El año del segundo golpe del petróleo, que casi duplicó su precio, fue también de esperanza en la salida de la crisis, sobre todo durante el segundo semestre. ¿Es una ventana para alentar la recuperación?

De momento, las estadísticas dicen que el cáncer se ha detenido, o incluso que ha retrocedido. Unos opinarán que el tejido estaba ya muy deteriorado; otros, que la instalación en la crisis es una realidad y el portillo de la salud está abierto.El tipo de siniestros económicos que mejor refleja la apuntada estabilidad es el de las suspensiones de pagos, verdadera manzana podrida que extiende el mal a todo el cesto. Según los datos que publicará en breve el Instituto Nacional de Estadística, por primera vez desde que empezó la crisis, en 1980, el valor nominal de los pasivos afectados por las suspensiones solicitadas fue en 1980 inferior al del ejercicio precedente.

En total, hubo 819 suspensiones de pagos, 75 más que el año anterior. Sin embargo, todas ellas acumularon un pasivo (es decir, la suma de capital, reservas y deudas de la empresa) por importe de 104.737 millones de pesetas. Esta cifra es nominalmente menor que la de 105.000 millones de pesetas de 1979. Aunque los activos (destinos que da cada empresa a sus recursos o pasivo) registran todavía un ligero incremento (de 164.352 a 175.072), en términos reales tuvieron también descenso, pues la inflación del ejercicio fue 15,1 % en datos del índice de precios al consumo.

Medias mensuales

Como medias mensuales, en 1980 el número de suspensiones pasaron de 62 a 68, los pasivos totales de 8.750 a 8.625 y los activos de 13.696 a 14.46 1. La estabilidad se puede apreciar en el gráfico adjunto, según el cual de 1975 a 1977 se duplicaron los pasivos afectados por estos siniestros, luego casi volvieron a duplicarse en 1978, y en 1980 descendieron incluso en términos nominales (sin descontar la inflación).Si bien ya esto es importante, la mejoría dentro de la gravedad de 1980 se observa mejor al comparar los últimos meses de 1979 y 1980 en cuanto a activos y pasivos. Mientras que en septiembre unos y otros casi se duplicaron en 1980 con respecto a 1979, en octubre ocurrió al contrario y en noviembre también, para luego estabilizarse o bajar de nuevo en diciembre.

En este sentido, los meses de noviembre y diciembre son especialmente significativos. La media baja notablemente en esos dos meses, pasando de 2 1,7 en noviembre de 1979, a 13,8 en 1980, en lo que respecta a activo. En cuanto a pasivo, la caída en esos dos meses es también importante.

Las impresiones recogidas por EL PAIS a estas alturas del presente año indican que en los meses siguientes de 1981 ha podido continuar la indicada evolución favorable. No obstante, todavía no hay datos concluyentes, pues éstos van llegando poco a poco desde cada juzgado donde se solicita la suspensión al Instituto Nacional de Estadística.

Quizá el número de empresas implicadas pueda ser en 1981 mayor. Pero ello no tendría nada de particular a la hora de desdibujar la tendencia a la mejoría. Es lógico que después de seguir su trámite varias suspensiones de pagos de grandes empresas, como ocurrió en 1979 y 1980, caigan pequeñas y medianas empresas que dependan de ellas. En 1978, la media mensual de empresas con solicitud de suspensión había sido de cincuenta, once menos que un año después. La de 1977 fue de 44. Y la de los dos ejercicios anteriores estuvo en las treinta, aproximadamente.

Hay que hacer constar, sin embargo, que los anteriores datos del INE no recogen las suspensiones de pagos que llegan a culminar el proceso judicial, sino las solicitudes presentadas en los juzgados. Ello afecta por igual a todos los años. Pero permite asegurar que las verdaderas suspensiones de pagos y los activos y pasivos implicados son, en todo caso, siempre inferiores a los valores que inicialmente representan por las solicitudes. Por otra parte, las deudas a medio y largo plazo pocas veces resultan afectadas si el suspenso llega pronto a algún acuerdo favorable con los acreedores y se levanta la suspensión. Es decir, que lo que realmente cuenta son los impagos entre las empresas, y éstos han bajado mucho más que los pasivos en suspensión, como se verá en la segunda parte de este trabajo.

A este respecto, un dato que se mantiene constante, aunque tampoco sea muy significativo, es el del número de empresas con personalidad de sociedades anónimas. En los últimos años representaban cerca de la mitad del total, y en 1980 fueron 498 de las 819 citadas.

Tampoco aporta importantes novedades el reparto de las suspensiones por actividades económicas, debido a la amplitud de cada grupo. Cabe destacar que casi la mitad se concentraron en 1980. como en ejercicios anteriores, dentro del saco «otras industrias manufactureras», que incluye tanto las de alimentación y bebidas como a los sectores de textil, maderera, cerámica, vidrio, calzado y papel.

Tras este grupo ha aparecido, siempre en número de empresas, el sector de comercio mayor y menor, intermediarios y hostelería. Pero en este caso, al igual que en los anteriores, cabe insistir que el número de las empresas no es representativo del volumen de los siniestros.

Nombres propios

La mejor aproximación sobre las actividades más afectadas debe buscarse en los nombres y cuantías de las grandes empresas que solicitan la suspensión. Para ello, se recuerda que las principales suspensiones de 1979 fueron protagonizadas por Olarra, con 7.000 millones de pesetas de pasivo; Naviera Aznar, con 4.893 millones, y Papeleras Reunidas, con 3.182 millones de pesetas. En aquel año, el mayor número de suspensiones se registraron en Cataluña, con 274 casos; Castilla la Nueva-Madrid, con 156; País Vasco, con 58, y Valencia, con 47.Algunos de los principales nombres de 1980 aparecen en la relación del cuadro adjunto, a juzgar por el cual se ha diversificado más el reparto sectorial y territorial de las grandes suspensiones.

Las quiebras

En cuanto a las causas de las suspensiones y a la proposición hecha en su solicitud, en 1980 todas las registradas propusieron la espera en el cobro a los acreedores (las fórmulas de quita y otras tampoco eran utilizadas en ejercicios precedentes) y una gran mayoría tuvieron como causa la falta de liquidez. Concretamente, de las 819 solicitudes de suspensión, 608 respondieron a faltas de liquidez, un centenar a insolvencia temporal y el resto a otras causas.Por otra parte, las quiebras declaradas en 1980, cuyas cifrasva a publicar también en breve el Instituto Nacional de Estadística, muestran un panorama casi paralelo al descrito. Aunque en número han aumentado (122 en 1979 y 133 en 1980), los valores totales de activos y pasivos apuntan a una inflexión, que es acusadamente notable en los últimos meses del año. Así, en septiembre, el total de pasivos afectados bajó de 711 a 463 millones de pesetas; en octubre, de 433 a 276 millones; en noviembre, de 148 a 120, y en diciembre, de 1.252 a 1.035.

Pese a esta evolución, mucho más clara que en las suspensiones, la cifra total de los pasivos afectados el año pasado fue de 22.817 millones de pesetas, cantidad superiora los 20.604 millones de pesetas en términos nominales, pero que se hace inferior si se le descuenta el 15,1 % de in Flación. El total de activos, igualmente, pasó de 6.768 a 7.892, con una clara trayectoria de descenso en los últimos meses, excepto en diciembre.

De las 133 quiebras, 78 fueron de sociedades anónimas, 39 de empresas individuales y 14 de responsabilidad limitada. Por grupos, también el de otras inanufacturas y el de comercio y hostelería son los más afectados, con 59 y 40 casos, respectivamente. En cuanto a las causas de las quiebras, 59 fueron a petición del quebrado, 54 por sobreseimiento en el pago, 16 por insuficiencia de bienes y 1 por fuga u ocultación del quebrado.

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