_
_
_
_

Los anabolizantes hicieron "recordman" mundial a Plucknett

La descalificación a perpetuidad del doble recordman mundial de lanzamiento de disco, el norteamericano Ben Plucknett, ha puesto en evidencia, una vez más, la gran mentira que supone, ya demasiadas veces, el deporte de alta competición.Su «explósión» de esta temporada, tras haber sido hasta 1980 casi-un desconocido, se ha debido a un descarado doping con anabolizantes, productos que permiten el crecimiento desmesurado de los músculos. La temporada pasada repartía en sus 2,01 metros de altura, 124 kilos de peso. Actualmente había llegado a los 140.

En atletismo, como en tantos otros deportes, las hazañas pueden ser aisladas y no necesariamente un atleta logra continuamente récords. Eso sólo queda reservado para los privilegiados y, precisamente en el lanzamiento de disco, ahí está el ejemplo del legendario norteamericano Al Oerter, cuádruple campeón olímpico de la prueba. Sin embargo, pueden ocurrir «milagros» como el caso de Beamon en longitud, sin duda, el más significativo. Lo que ocurre en este segundo apartado es que cada vez más, aunque en mínimas dosis, se puede controlar la veracidad o legalidad de las marcas. Sólo ahora, después de muerta, asesinada a tiros en un supermercado de la ciudad norteamericana donde vivía, se ha comprobado que Stella Walsh, ex campeona olímpica de velocidad en los años veinte, cuando todavía era polaca, su país de nacimiento, con el apellido Walasiewicz, no fue nunca una auténtica mujer. La falta de controles de feminidad, sólo iniciados a partir de los años sesenta «permitieron» el fraude.Con el doping ocurre lo mismo. A niveles primarios podrían discutirse, desde luego, muchas de las hazañas deportivas de tiempos pasados. Ahora, aunque los nuevos métodos de control detectan casos, los trucos para eludirlos y los sistemas aún más sofisticados, que van por delante de los mismos controles, impiden también que se pueda pensar en la limpieza absoluta.

Ben Plucknett, el lanzador de disco norteamericano que sorprendió a todos al conseguir el 16 de mayo, en Modesto (California) el primer récord mundial de la actual temporada con un tiro de 71,20 metros -cuatro centímetros más que la plusmarca anterior, de 1978 del alemán oriental Wolfgang Schmidt, que vuelve ahora a ser la oficial- y que tres semanas más tarde, en Estocolmo, superaba su marca nada menos que en 1, 14 metros, llegando hasta los 72,34, es un defraudador deportivo. Ni siquiera está al día en el último grito de doping, pues no dejó a tiempo -unos meses antes de ingerir los siempre peligrosos anabolizantes y dio positivo en el control efectuado durante los Juegos del Pacífico del pasado febrero, en Chistchurch (Nueva Zelanda). No se atrevería, quizá, a sustituirlos por la testosterona, hormona masculina aún no prohibida a nivel internacional y que se demostró fehacientemente fue utilizada por atletas participantes en los Juegos Olímpicos de Moscú. O no conocía el sistema. El atletismo norteamericano, salvo ahora que parece tomarse más en serio a nivel federativo, cara a los Juegos de Los Angeles de 1984, vive más a nivel individual, gracias siempre a su enorme potencial humano, pero sin las exquisiteces «inédicas» del Este.

La sanción de la Federación Intemacional de Atletismo (IAAF) es a perpetuidad, tras haberse confirmado los resultados del primer control en el contraanálisis realizado en un laboratorio europeo -posiblemente en Colonia-, en presencia de representantes de la federación norteamericana. Junto a Plucknett, que ve así borrados de las listas todas las marcas conseguidas desde febrero hasta ahora, incluidas sus dos plusmarcas mundiales, también fue sancionado por el mismo control el australiano Gail Mulhall, campeón de peso en los Juegos de la Comirionwealth, disputados en Edmonton (Canadá) en 1978. Ambos atletas podrán recurrir contra esta suspensión, si lo permite la IAAF -difícilmente- ante el próximo Consejo de Roma, a finales de agosto. Pero el precedente de que a tres atletas femeninas -entre ellas la recordwoman del desaparecido pentatlón y medalla de oro en Moscú, la soviética Nadezhda Tkatchenko- les fue rebajada la sanción a año y medio -por las presiones de los países del Este, a los que pertenecían-, y ello originó múltiples protestas, no parece favorecer el éxito de cualquier apelación. En realidad, si ya se detectan pocos casos ante tantas triquiñuelas para eludir los controles, parece lógico el máximo escarmiento en el que se encuentre culpabilidad, aunque sirva de poco.

Plucknett, que nació en Beatrice (Nebraska) el 13 de abril de 1954, tiene, pues, veintisiete años y tres meses. Vive en San José (California), como la mayoría de lanzadores «USA». Su progresión, ya de por sí nada brillante, quedó cortada, además, en 1978, al recibir un disparo en el vientre mientras trabajaba de portero en un club nocturno. Su recuperación fue rápida y con los anabolizantes, aunque sus secuelas a más largo plazo han dejado abundantes casos de piltrafas humanas con problemas hepáticos funcionales, etcétera, ya se ha visto que aún más. Demasiado. En 1972 había tirado 54,80 metros, su primera marca oficial; 1973, 55,56; 1974, 52,76; 1975, 56,24; 1976, 61,52; 1977, 60,60; 1978, 62,30 -la 391 marca mundial del año solamente-; 1979, 66,12 -undécima-; 1980, 68,18 -sexta-; esta marca la logró en Stuttgart, el 11 de julio, durante la gira europea del equipo norteamericano, tras haber ganado con 66,50 las selecciones olímpicas -luego sin Juegos, por el boicoteo- de Eugene (Oregón) el 25 de junio.

Esta temporada, aparte de los dos tiros récord -71,20 y 72,34-, no ha pasado de los setenta metros, ni siquiera en las series de esos días. Sus marcas, en general, han sido bastantes discretas. En Modesto hizo 67,82, nulo, 63,84, 59,98, 66,54 y 71,20 -toda una sorpresa, como se ve- En Estocolmo: 66,26,64,68, 65,98, 72,34,68,74 y 65,72. En Oslo, el sábado, su última prueba, ganó con 68,94. Es rápido, pero muy irregular, según se aprecia. En Modesto, el día de su primer récord, lanzó 20,59 en peso. Con anabolizantes incluidos, levanta en entrenamientos 210 kilos de pesas en posición acostado -extensión de brazos- y 280 en squat -levantándose con la barra en los hombros tras haber flexionado las piernas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_