Botín anuncia su apoyo a Calvo Sotelo

El nombramiento como presidente del Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo «infundió una esperanza que su actuación posterior ha confirmado estaba plenamente justificada», declaró ayer el presidente del Banco de Santander, Emilio Botín, en el discurso ante la junta general de accionistas. Manifestó que el ejercicio de 1980 había sido bueno, con unos beneficios brutos de 9.141 millones de pesetas, de los que 2.201 se dedican al pago de impuestos, 4.000 a reservas y 2.940 a dividendos, y propuso una ampliación de capital liberada y sin gastos para los accionistas, pasando las acciones de 300 a 330 pesetas.Botín calificó la situación económica de grave y pidió «una dirección revestida de una gran autoridad y de facultades excepcionales», aunque se mostró optimista en cuanto a que «ha empezado a renacer la confianza en el inversor, hemos llegado al fondo en la actividad económica y hay esperanzas de que vamos a mejor».

Los beneficios del banco, que consideró satisfactorios, han sido un 14,61 % superiores a los de 1979, antes de amortizaciones, saneamientos e impuestos, y añadió que «hay que ganar más dinero y no tratar de ser mayores». «Es urgente e indispensable que, sin excepción alguna, todos los bancos vayan constituyendo, de forma escalonada y obligatoria, una cobertura adecuada a sus riesgos, señaló Emilio Botín, quien arrancó aplausos enfervorizados del accionariado cuando dijo: «España necesita una banca fuerte y para ello esta banca necesita ganar más dinero».

En cuanto a la red internacional del Santander, destacó que los diez bancos del exterior han rebasado los 1.200 millones de dólares y que se han aplicado a reservas todos los beneficios obtenidos por ellos. Botín celebró la colocación de la emisión de 15.000 millones de pesetas, pese a la competencia de la deuda pública del Estado, que se amparó en una costosa campana de publicidad, «naturalmente, pagada por todos los españoles». En cuanto a la Bolsa, pidió que se declarasen totalmente exentas de tributación las plusvalías resultantes en transmisiones cuyo producto fuese objeto de reinversión dentro de un plazo prudencial.

El presidente del Santander insistió en que los socios de los bancos debían ser obligados a reponer el capital y reservas perdidos y, casó de no hacerlo, proceder a su liquidación con pérdida total para el accionista y atendiendo el fondo de seguro a su estricta obligación de pagar sus depósitos hasta la cifra de 750.000 pesetas.

En cuanto a la banca extranjera, pidió la misma libertad en la actuación de la banca que «la que constantemente defendemos para los demás sectores y actividades». «El Banco de Santander no se opone a la expansión de la banca extranjera en España, pero no parece justo que con los fondos aportados por la banca española se financie la adquisición de los bancos administrados -no saneados- por la Corporación a los bancos extranjeros que no han contribuido a nutrir ese fondo »

Por otra parte, Emilio Botín se deshizo en elogios hacia Rafael Termes, presidente de la AEB, «a quien todos los españoles», dijo, «debemos estarle agradecidos».