Se consumó el desmantelamiento del Estudiantes
El previsto, anunciado y temido desmantelamiento del Estudiantes, actual subcampeón de Liga, se consumó. Robert Slab Jones se marchó a Estados Unidos con el oportuno permiso y en realidad nada se sabe de él, e incluso no hay ninguna esperanza de que vuelva al Ramiro. Vicente Gil se marcha al Inmobanco, López Rodríguez, al Joventut; Alfonso del Corral, al OAR, y Fernando Martín, al Real Madrid. Estos cuatro clubes serán los que se beneficien de la situación actual del Estudiantes y de las circunstancias que en él concurren.Lo que ha ocurrido en el Estudiantes en la temporada 1980-1981 es muy posible que pase a la historia como un hecho insólito en el baloncesto español. Habría que pulverizar los archivos para encontrar un club en el que haya pasado lo mismo. Empieza la Liga con la intención de mantenerse y durante muchas jornadas fue el máximo aspirante al titulo.
Sin embargo, lo cierto es que ese equipo llamado Estudiantes, que quedó subcampeón, con toda la gloria deportiva que esto supone, al quedar por delante del Real Madrid y el Joventut, se ha esfumado. Es lógico, pues, estudiar las causas que han producido este destrozo. Los jugadores insisten una y otra vez que se trata de falta de entendimiento en el triángulo que forman jugadores, entrenador y directiva. La directiva piensa, aunque no lo dice oficialmente, que los jugadores piden mucho dinero por el tiempo que dedican al equipo; el entrenador, Jesús Codina en este caso, fue cesado por la directiva porque «era demasiado profesional» y exigía mucho a los jugadores, siempre opinó que la directiva estaba y está caduca y los jugadores se han marchado aburridos a otros clubes.
Se hace forzoso pensar que algo falló en el Estudiantes, que quiérase o no reconocer, zozobra hace tiempo. Una directiva que permite que un equipo se deshaga después de ser subcampeón debe pensar seriamente en su gestión. Cierto que el caso no es nuevo. Quizá los jugadores citados se hayan ido por el mismo motivo por el que Jesús Codina, último entrenador, o José Ramón Ramos, actual director técnico, sobre el que la directiva quiere ahora descargar todas las responsabilidades y quitarse el muerto de enmedio, se marcharon en su día al Picadero. Por eso nadie se debe rasgar las vestiduras ante los actuales hechos. Se trata simplemente de estudiar lo que irreversiblemente es un hecho: al Estudiantes actual le faltan agallas para seguir en el campo amateur y jugar en otra categoría y también le faltan recursos para mantener al equipo en Primera División. Entre subirse a un tren u otro se han quedado en la vía.
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