Carl Lewis, la última joya del atletismo
Algunos le comparan ya con Jesse Owens, con el peligro y la relatividad que ello encierra. Otros dicen que es, sin duda, el atleta con más calidad y «materia prima» para revolucionar no sólo el salto de longitud -tan «acomplejado» desde que en 1968 Beamon «explotó» hasta sus legendarios 8,90 metros-, sino también, lo que es casi insólito -por ello el recuerdo de Owens-, la prueba reina de los 100 metros. Carl Lewis, con 8,62 metros y 10,00 a nivel del mar, es, en cualquier caso, el «superman» de moda. Además es competitivo, pues se ha proclamado en el espacio de quince días campeón universitario y absoluto de Estados Unidos en ambas pruebas.
El pasado 1 de junio se cumplieron diecinueve años desde que vino al mundo, en Birmingham, Estado norteamericano de Alabama, Carl Lewis, tal vez el atleta con mayores cualidades desde hace muchos años para hacer historia en el mundo del deporte rey. Estudiante en la Universidad de Houston, mide 1,88 metros y pesa 79 kilos. Ya el año pasado, en que sus mejores marcas fueron de 10-21 en 100 metros -cuarto en las «frustrantes» selecciones olímpicas de Eugène-80-, 20-66 en 200 y 8,11 en longitud, los expertos vaticinaron que tenía «madera» de gran figura. Una serie inoportuna de lesiones, tal vez superadas ahora por la intervención de su entrenador, Tom Téllez, que le ha cambiado la técnica, le impidieron quizá destacar más entonces.En la temporada actual, su campaña comenzó ya de forma fulgurante en la pista cubierta. Aunque los Campeonatos de Europa de Grenoble lo acallaron un tanto, logró ya 8,50 metros en longitud, con lo que mejoró en doce centímetros la mejor plusmarca mundial, que ya estaba en su poder. La barrera de los ocho metros y medio, que sólo tres atletas en toda la historia del atletismo han conseguido superar: Beamon, el alemán Lutz Dombrowski, con 8,54 en Moscú, y otro norteamericano, Larry Mirickx, que hizo 8,52 en la Copa del Mundo de Montreal-79, es ya una cota para consagrar a cualquiera. Lewis, sin embargo, ha demostrado después que es él, y no Myricks, quien tiene más posibilidades de llegar a aquellos 8,90 del 18 de octubre de 1968 logrados por Beamon en condícíones ideales, tanto externas -altitud de México, viento máximo permitido-, como internas -primer salto, explosión absoluta sin nervios- Su regularidad sobre más de los ocho metros es absoluta.
Su mejor marca «legal» hasta los 8,62 metros del domingo, en los campeonatos norteamericanos absolutos de Sacramento (California) era ya de 8,46, cuarta mundial. Sin embargo, ya había asombrado el día anterior con 8,73, aunque con viento favorable de 4,57 metros por segundo de velocidad -dos, es lo máximo permitido- y, sobre todo, el pasado 10 de mayo, cuando con sólo 2,02 metros por segundo de Viento logró 8,63. Dos centésimas más de velocidad permitida no eran prácticamente influyentes, y de ahí que la marca actual, un centímetro menos, haga justicia como el mejor salto a nivel del mar. Como siempre, en el deporte quedará ya la duda de qué hubiese logrado Lewis en los 2.260 metros de México, como Beamon. De todas formas, cabe señalar también que Myricks, pese a abrirse la mano derecha al caer en su primer salto, consiguió después 8,45, síntoma del enorme potencial norteamericano, que busca con fiereza, casi, «su» revancha de Moscú.
Más cerca en 100 metros
Lewis, vencedor de los 100 metros y el salto de longitud en Baton Rouge, hace quince días, en los campeonatos universitarios de EE UU -de la NCAA-, Y ahora en Sacramento, en los absolutos, igualó así el récord del legendario Jesse Owens, hace 45 anos, poco antes de los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, que le iban a llevar a la máxima fama Por eso se le compara cada vez más con el «negro que humilló a Hitler», y que está considerado como uno de los atletas más grandes de todos los tiempos y deportes. Sin embargo, la comparación es muy difícil. No sólo por los tiempos distintos, sino incluso por el detalle deque Lewis, tal vez por la lógica obligación de la especialización actual, no corre ya apenas este año los 200 metros, que junto a los 100, la longitud y los relevos 4 X 100, comptisieron el cuádruple triunfo irrepetido del ya fallecido Owens.
En cualquier caso, Lewis -que saltó, por cierto 8,25 en Baton Rouge, en sala, por la lluvia- ganó los 100 metros de los campeonatos universitarios con 9.99, aunque con viento favorable. Owens hizo en 1936 7,89 v 10.2, como curiosidad. Pero lo más importante es que esta nueva «joya» parece tener mucho más a su alcance el récord mundial de 100 metros, tan viejo como el de Beamon, y en posesión de su compatriota Jim Hines desde la imal olímpica mexicana. Ocurre que los 8,90 fueron, y siguen siendo, una cota mítica, que inciuso na ocultado muchas otras. El «aviso» más cercano de Lewis han sido sus 10.00 del 17 de mayo en Dallas, tercer mejor tiempo de la historia.
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