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Garrigues y Morodo: "Los partidos no pueden representar en exclusiva la vida política"

«Los partidos políticos no pueden ser los representantes exclusivo de la vida política.» Esta es la idea fundamental en que coincidieron el abogado y empresario Antonio Garrigues, promotor del Club Liberal, y el profesor Raúl Morodo, rector de la Universidad de Santander y promotor de la Fundación para el Progreso de la Democracia, en un acto celebrado ayer en el Ateneo de Madrid Morodo defendió la necesidad de asociaciones para reforzar el sistema de partidos, mientras Garrigues sugirió la conveniencia de un partido bisagra entre UCD y los socialistas.

Ante un público integrado mayoritariamente por universitarios y jóvenes profesionales, amén de algunos diputados -como los socialistas Donato Fuejo y José Bono-, Raúl Morodo hizo una exposición de carácter teórico en la que afirmó que la institucionalización del consenso provoca una inhibición peligrosa de amplios sectores de la opinión. Atribuyó a las asociaciones un papel de «reanimación social» y consideró la creación de nuevos partidos como un acto puramente testimonial, ya que con el actual régimen electoral es muy difícil obtener otros resultados.Antonio Garrigues atacó con dureza al sistema de partidos y al conjunto de la clase política, de la que afirmó que es el único estamento «que no ha sufrido la necesaria modernización y adaptación a las circunstancias actuales». Expresó su preocupación ,por el mal funcionamiento de las democracias en lo que denominó cono sur de Europa -tras resaltar que en Norteamérica no hay partidos de izquierda, y que en la Europa nórdica la democracia funciona bien-, y aseguró que la mayoría de los españoles no se siente identificada con el actual sistema de partidos.

Criticó después la postura oficial de UCD y PSOE, en el sentido de oponerse a los clubes y fundaciones políticas, y les criticó por «estar de acuerdo en demasiadas cosas importantes, como la fecha de las próximas elecciones - 1983- y su reivindicación en exclusiva de la representación política».

Afirmó también que los partidos actuales están necesitados de un proceso de renovación que, en primer lugar, significa favorecer la democracia interna y poner límites al liderazgo en el interior de cada partido -«tres, cuatro, cinco años»-, y en segundo lugar implica acabar con los privilegios histórícos de los partidos. Entre estos últimos, Garrigues citó expresamente la «capacidad de engañar», el «maquiavelismo en su actuación » y «el cambio de opinión en tres minutos sin que eso suponga desdoro para su condición intelectual». Asimismo aseguró que los partidos están necesitados de profesionalización, porque, en su opinión, son demasiado caros para los reultados que ofrecen: «podrían hacer lo mismo con el 10% de lo que gastan, si hubiera una gerencia mejor».

En el coloquio posterior, Morodo y Garrigues mostraron alguna discrepancia en sus respectivas posiciones. El primero de ellos advirtió que conviene tener cuidado con la crítica a las instituciones democráticas, que unida a dificultades económicas suele ser el origen de situaciones prefascistas, al tiempo que insistió en que poten ciar los partidos -«los parlamentarios y los extraparlamentarios»- es una garantía para el sistema democrático. Garrigues admitió algunas de esas matizaciones, y se declaró partidario explícito de un sistema de partidos como el de la República Federal de Alemania, con un partido bisagra que sirva para comunicar y moderar a las dos grandes formaciones políticas de la derecha y de la izquierda.

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