Los socialistas holandeses pierden la mayoría tras las elecciones legislativas de ayer
Los holandeses desconfían de los partidos clásicos. Esta puede ser la principal conclusión de las elecciones generales celebradas ayer en los Países Bajos, y que han arrebatado al partido socialista (PVDA) su condición de primera fuerza política del país, en beneficio de la Democracia Cristiana (CDA) que, pese a que supera en dos puntos al PVDA, no consigue tampoco mantenerse en los niveles de 1977.
Como estaba previsto, el gran vencedor es la Democracia-66, u partido sin ideología, antiarma mento nuclear, que se define a sí mismo como reformista pragmático, que ha duplicado ampliamente sus votos, sítuándose en un 11 %, aproximadamente.La victoria relativa de la Democracia Cristiana de Andreas Van Agt, de cincuenta años, actual primer ministro, no significa sin embargo, que pueda mantenerse en el Gobierno como hasta ahora. Para alcanzar la mayoría de la Cámara baja (Estados Generales), la CDA necesita el apoyo de otro partido. Hasta ayer fueron los liberales (VVD) quienes se lo han aportado, pero el VVD ha perdido, según las primeras estimaciones, dos escaños, que sumados al escaño que, como mínimo, ha perdido la propia Democracia Cristiana, les impedirá llegar a los 76 puestos que necesitan para mantener la coalición. La posibilidad de que la Democracia-66 aporte sus diputados está ya descartada, porque su líder, Jan Terlouw, afirmó durante la campaña electoral que no participaría en un Gobierno con DC y liberales.
Aunque a la hora de transmitir esta crónica aún no se conocen los resultados definitivos, los votos escrutados, casi el 70%, permiten afirmar que el partido socialista, presidido por Joop den Uyl, ha perdido entre ocho y nueve escaños sobre los 53 con que contaba en la anterior legislatura. Al parecer, sus votantes se han desviado no sólo hacia los pequeños partidos de extrema izquierda, sino hacia la propia D-66, que habría visto engrosar sus filas con el apoyo de antiguos votantes socialistas y no con votantes liberales, como predecían los sondeos.
La caída del PVDA no implica necesariamente su alejamiento del futuro Gobierno. La tradición quiere que en los Países Ba jos las, elecciones generales no indiquen inmediatamente quién será el próximo primer ministro como sucede en la mayoría de los países europeos. En Holanda, la auténtica batalla comienza al día siguiente, cuando los líderes de los partidos se sientan en la mesa de las negociaciones para discutir las posibles coaliciones. En 1977 Den Uyl, como representante del partido que había logrado el primer puesto recibió el encargo de formar Gobierno por parte de la reffla Juliana, pero tuvo que desistir casi dos meses después en favor de Van Agt, apoyado por los liberales. En esta ocasión parece que será definitiva la actitud de Terlouw, quien hasta ahora se ha mostrado partidario de una coalición tripartita con la CDA y los socialistas. La incógnita sería la personalidad del primer ministro, aunque, en teoría, el encargo de formar Gobierno debe corresponder a Van Agt.
Lo que sí parece seguro es que el resultado de estas elecciones, sea cual sea la coalición a que den lugar, obligará al futuro primer ministro a posponer sin fecha determinada la decisión de los Países Bajos sobre la instalación de los famosos misiles Cruise que la Alianza Atlántica quiere desplegar en su suelo. El anterior ministro de Defensa había prometido a los aliados dar una respuesta definitiva antes del próximo mes de diciembre, pero nadie cree en La Haya que este compromiso pueda ser respetado. Como en tantas otras cosas, aquí también será decisiva la actitud de la Democracia-66. Los observadores predicen una discusión mucho más intensa en relación con el programa económico. El presidente de la CDA, Bukman, afirmó ayer mismo ante las cámaras de la televisión holandesa que su partido deseaba gobernar sobre la base de una mayoría amplia (la CDA tendrá probablemente sólo 48 de los cincuenta escaños) y que invitaba a los restantes partidos a examinar el programa económico de diez puntos presentado durante la campaña electoral. Un programa difícilmente aceptable para el PVDA, pero que, como dicen los holandeses, puede ser objeto de negociación durante meses.
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