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San Sebastián se echó a la calle para recibir a la Real

Todo San Sebastián se echó a la calle para recibir anoche a la Real Sociedad, que llegó a la ciudad pasadas las diez de la noche y tras un recorrido triunfal por la provincia. Paquito Bienzobas, el hombre que hizo el primer gol para la Real en la Liga y que fue el máximo goleador del primer campeonato, en la temporada 1928-1929, no llegó a saber que su equipo había sido campeón. Tras sufrir una trombosis cerebral el sábado, falleció en la madrugada de ayer. El paso de la Real por la provincia fue formando una caravana de coches que llegó a ser impresionante a última hora de la tarde.

La Real llegó a Vitoria, al aeropuerto de Foronda, a la hora prevista, las 8.40 horas. En los jugadores se podía apreciar signos del cansancio lógico por las pocas horas de sueño tras su partido contra el Sevilla. El recibimiento en Foronda no fue espectacular. A esas horas apenas podía verse un centenar de aficionados con algunas banderas.A las 9.15 horas llegaba el autocar de los jugadores al palacio de Ajuria Enea, sede del Gobierno vasco. Allí fueron recibidos por Carlos Garaikoetxea, que en alocución pronunciada primero en euskera y después en castellano ensalzó el éxito de la Real como fruto de una política valiente, utilizando jugadores de su entorno, y señaló que toda Euskadi sentía el triunfo como propio. Orbegozo, presidente de la Real, agradeció estas palabras, señaló que la Real ha llegado al título con la bandera de la honradez, sin caer en tentaciones que son frecuentes, en el fútbol, e inmediatamente aprovechó para pedirle a Garaikoetxea que ayudara en lo posible a la Real en el proyecto del nuevo campo de Zubieta.

Decepción en Escoriaza

Tras media hora larga en el palacio de Ajuria Enea empezó el recorrido triunfal del equipo por la provincia. En Escoriaza, primera localidad de paso, se produjo una triste situación: en contra de lo esperado por los habitantes del pueblo, la Real no paró. La cara de decepción de los niños de la escuela, algunos de dos años, que habían confeccionado con sus lápices de colores banderas de la Real, fue patética. La ceremonia preparada en el Ayuntamiento, cuya plaza estaba acordonada, quedó sin efecto, y la tristeza general recordó a todos la película de Bienvenido mister Marshall. Fue la única nota desagradable de la jornada.En Arechavaleta y Mondragón, pueblo éste en el que nació Cortabarría, sí disfrutaron más o menos largamente con la presencia del equipo, que cuando emprendió la subida al santuario de Aránzazu llevaba docenas de coches detrás. Además, toda la chavalería de Oñate, pueblo situado al pie de la subida, caminaba por las pendientes para asistir a la oféenda a la patrona de Guipúzcoa.

En Aránzazu se celebró el acto religioso, con entrega de ramos de flores a la patrona, y allí mismo comieron los jugadores y durmieron una siesta. Hay que tener en cuenta que sólo habían descansado cuatro horas después del partido contra el Sevilla. Durante la ofrenda, el padre Iñaki Beriasain expresó sus deseos de que la Real fuera un ejemplo de cualidades humanas para los jóvenes, de que su triunfo, conseguido gracias a un esfuerzo colectivo, sirviera para unir al pueblo vasco, hoy desunido, y de que la Virgen les ayudara a ser siempre campeones, en la victoria o en la derrota.

A las cuatro de la tarde el equipo reemprendió su recorrido por los pueblos de la provincia, comenzando por Oñate, de donde es natural Idígoras. Según fue avanzando la tarde se fueron sumando más y más coches a la caravana e hicieron terriblemente dificil la marcha. El recorrido trazado pasaba por Legazpia, Urrechu, Ormaíztegui, Beasain, Isasondo, Alegría, Tolosa y Añorga, antes de llegar a San Sebastián, y el retraso se fue acumulando. A las ocho de la tarde los jardines de Alderdi-Eder, junto a La Concha, y frente al Ayuntamiento, antiguamente el casino, estaban repletos de una multitud que cantaba y exhibía banderas de la Real e ikurriñas, entre las que las primeras eran mayoría. Durante la espera el vino corrió por la parte vieja, y una jatorra comentaba, mirando al Sagrado Corazón que corona el monte Urgul: «Hay que quitarlo y poner ahí una estatua de Zamora, por el gol que le metió al Gijón».

Eran cerca de las once de la noche cuando la fiesta culminó con la llegada de la Real al Ayuntamiento. A esa hora eran miles las personas que se congregaban en los jardines de Alderdi-Eder, para celebrar con una alegría sana el título de un equipo que ha sabido trabajar bien y que ha obtenido un premio merecido por ello

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