El Madrid quiere normalizar la Liga
La estadística italiana, a la qué es tan aficionado Helenio Herrera, señala que el Barcelona casi ha perdido la Liga. La natural euforia de Boskov, que -es más que proverbial, indica- que aún es posible normalizar el campeonato con un Muevo triunfo de su equipo. El humor de García Traid está comprobado, también estadísticamente, que es insoportable en los momentos en que su equipo no logra el triunfo. El campeonato se ha vuelto a complicar. Vuelven a tener mucho que cavilar los aficionados a recurrir a las matemáticas.
Boskov se lamentó amargamente por la derrota en casa ante el Español, porque, según él, aquellos dos puntos podían costarle el campeonato. Nos tomamos todos a broma el tema. Por entonces nadie podía apostar un céntimo por su equipo. El irreal Madrid de esta temporada a última hora se ha puesto farruco y está dispuesto a ganar la Liga que es el habitual modo de normalizarla. Alfonso Cabeza se ha quejado tanto, sin motivo, de los árbitros, que, al final. ha conseguido que le pongan en su propio campo a colegiados que ante el micrófono de «Tablero Deportivo», con Alfonso Azuara de metralleta inquiridora, se confiesan halcones. Se le han acabado las palomas al Atlético. Es la penitencia final a los pecados dialécticos de cabeza.García Traid, que el domingo no estuvo nada afortunado en la dirección del conjunto atlético. en el vestuario se salió por peteneras cuando lo que a él debe irle es el estilo de «El pastor de Calanda», Pero me temo que García Traid no tiene estilo para cantar aquello de «pulida megallonera». EI Manzares no le sienta bien el entrenador del Atlético. Siendo preparador del Salamanca dio un buen mitin en los vestuarios. El domingo tampoco supo sujetar sus nervios. Que le den tila, que le vendrá bien.
El Barcelona, evidentemente, no es el mismo desde que Quini fue secuestrado. A los jugadores les pesa la ausencia de su companero. El trauma Quini ha modificado sustancialmente el final de la Liga. Y de ello podría beneficiarse el Madrid que tiene un buen calendario por delante. En los ilusorios cómputos de Boskov era necesario que Atlético y Barcelona sufrieran algún tropiezo importante. El domingo perdieron un punto en casa, que podría dejarles en desventaja con el Madrid, que les ha de recibir en Chamartín. Y ahora los madridistas parece que se embalan como galgos tras la liebre mecánica.
Para aligerar la tensión liguera, esta semana tenemos partido internacional. En el viejo templo, del saber futbolístico, Wembley, juega España contra Inglaterra. Wembey encierra una historia de grandes triunfos de los antaño llamados «pross». Los partidos contra Inglaterra tienen para la selección española un especial interés. Aquella victoria lograda en el Metropolitano el día de San Isidro, todavízt la cuentan los viejos aficionados como el día más feliz de su vida. De aquella tarde triunfal en la que Gaspar Rubio pidió diez duros por cada gol que marcara -fue el inventor de lás primas especiales- aún viven algunos protagonistas, Pero los viejos jugadores de la selección no suelen seguirdecerca asussucesores. El único internacional que no se pierde un partido es el realista Chelín Galatas. Es, probablemente, quien más partidos de la selección nacional ha visto.
Los particios contra lnglaterra nos retrotraen necesariamente al famoso gol de Zarra en Río de Janeiro. Ahora nos faltan los Gaspar, Rubio y los Zarra capaces de batir a los ingleses. Los partidos internacionales, en general, han perdido el sentido mítico que tenían. Quizá porque se ha producido una notable inflación. Quizá porque la televisión le ha quitado a los jugadores parte de su misterio. Quizá, porque nos falta la voz de Matías Prats que le daba al fútbol el énfasis que ahora no tiene.
La selección española juega un partido más fuera. Para el verano nos aguarda una excursión por América. Seguiremos jugando al empate. Santamaría debe conseguir que le preparen encuentros en casa parit preparar un esquema con espíritu de victoria.
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