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Entrevista:

Mohedano: "El PCE se ha convertido en un convento de frailes mal avenidos"

El abogado José María Mohedano, hasta hace unos meses militante del Partido Comunista de España (PCE), fue una de las «grandes ausencias» de la I Asamblea de Intelectuales, Profesionales y Artistas comunistas, clausurada el pasado domingo en Madrid. Su presencia, en opinión de la mayor parte de los asambleístas, hubiera alentado a la «reconciliación» con el partido de un buen número de ex militantes, especialmente abogados. De hecho, el día anterior a la inauguración de la asamblea, un miembro de la ejecutiva del PCE, Carlos Alonso Zaldívar, le había pedido la vuelta al partido desde las páginas de Diario 16.Pregunta. ¿Por qué no acudió usted a esa asamblea?

Respuesta. Bueno, en primer lugar, porque, yo ya he anunciado oficialmente mi ruptura con el PCE. Después, porque sé que mi presencia allí hubiera irritado a algunos miembros de la dirección, quizás hubiera sido interpretada como una provocación, ya que mis planteamientos sobre los temas que allí se debatieron van mucho más allá de la gran mayoría, y tampoco merecía la pena. No tengo ninguna esperanza de que salgan resultados positivos de esa asamblea.

P. ¿En que sentido dice eso de que sus planteamientos van más allá?

R. Porque lo que hay que solucionar son dos problemas, no sólo el organizativo, que fue el que acaparó la atención de la asamblea. El organizativo es, efectivamente, muy importante, porque es absolutamente necesaria la vuelta a las organizaciones profesionales. Pero también había que haber exigido la delimitación de una política concreta a llevar a cada uno de los sectores en estos momentos, la gente de sanidad del PCE, por ejemplo, carece de una política concreta para debatir en su organización, y lo mismo ocurre con los demás. Pero es que yo, además, hubiera pedido la dimisión de los responsables políticos que en 1977 se cargaron, a toque de corneta, la actividad de los intelectuales, y eso hubiera sentado extremadamente mal.

P. Usted vivió de cerca este proceso de «disolución», porque en aquella época tenía un papel muy activo en el partido.

R. Sí, y recuerdo perfectamente que fuimos sólo cuatro los que nos opusimos ante esta medida, y ya entonces advertimos a la dirección que eso significaría la desbandada de intelectuales.

P. Entonces, ¿por qué cree usted que se empeñaron en la desaparición de las organizaciones profesionales?

R. Eso es sencillo. Carrillo quería evitar a toda costa que los intelectuales, que éramos los más críticos con sus métodos de dirección, tuviéramos una presencia organizada en el IX Congreso. De ahí su énfasis en disolvernos a toda prisa.

P. Sin embargo, el compromiso de Carrillo de «renovar y democratizar» el partido puede abrir alguna vía de recuperación.

R. Si no nos conociéramos, podría ser así, pero yo no me creo eso, porque tendría que «jubilar» a bastantes de sus fieles, y no creo que lo haga, y eso no sólo hará descender la militancia de base, sino que creo que algún miembro de la dirección se marchará también.

P. ¿Tan insostenible es su situación?

R. «El PCE se ha convertido en un convento de frailes mal avenidos. Es tal el grado de intrigas, conspiraciones, mezquindades, zancadilleos.... bueno, aquello es un avispero que sólo lo pueden entender los que están dentro. Y esos mismos que, desde el interior, critican la actual jerarquía y la actual burocracia, tienen un choque tremendo, no pueden resistir un ambiente tan agobiante. Es realmente una situación de psiquiatra.

P. ¿Usted piensa, entonces, que el obrerismo va a ir en alza, en detrimento de los sectores profesionales?

R. No lo sé. Lo que sí afirmo es que ha sido el propio Carrillo el que ha fomentado ese enfrentamiento, entre obreros e intelectuales en el PCE desde el IX Congreso, porque antes no existía antagonismo entre ambos sectores. De todas formas, sé que hay algunas agrupaciones obreras que están intentando tender un puente con los intelectuales, aunque realmente son minoría, eso sí es cierto».

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