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ANDALUCIA

La dirección del PSA puede expulsar a los disidentes antes de enero

La comisión permanente del Partido Socialista de Andalucía (PSA), máximo órgano de dirección entre congresos, se encontraba reunida anoche en Sevilla, muy probablemente para adoptar medidas inmediatas para solventar la crisis que atraviesa la organización nacionalista. Los miembros de la permanente fueron convocados de forma urgente mediante telegrama remitido a sus domicilios.

En medios políticos andaluces no se duda de que la comisión permanente impondrá sanciones a los más caracterizados militantes del sector disidente del partido, opuestos a la línea política de Alejandro Rojas Marcos y que en el congreso extraordinario celebrado el pasado día 14 de diciembre consiguieron aglutinar al 40% de los delegados. Las sanciones podrían ir desde la suspensión de militancia a la expulsión pura y simple.Todo indica que el sector encabezado por Rojas Marcos está decidido a «limpiar» el partido antes de la celebración del tercer congreso ordinario, prevista para enero de 1981. El segundo secretario del PSA y alcalde de Sevilla, Luis Uruñuela, declaró ayer a EL PAIS que existe una ruptura de hecho del partido por parte de los disidentes y que «mantener una situación de esta naturaleza nos haría correr el riesgo de que el partido se autodestruya o se convierta en algo diferente».

Uruñuela estimó normal que en cualquier partido político haya, junto a un cuerpo estratégico e ideológico común, sectores más radicales y sectores más moderados que se contrapesan mutuamente. «El problema se plantea cuando uno de estos sectores llega a la veleidad de hacerse con el partido y se constituye en elemento de desequilibrio y distorsión. La ruptura es, entonces, inevitable», dijo.

Ruptura inevitable

El líder nacionalista confesó a este periódico que la única solución posible a una crisis de este tipo es la salida del partido de quienes, de hecho, ya no están en él. Preguntado por la posibilidad de que los disidentes quieran permanecer dentro de la organización, Uruñuela fue muy explícito: «La pertenencia a un partido depende de la voluntad de cada individuo, pero también de la del propio partido, cosa que se suele olvidar con frecuencia. Si el partido llega a la convicción de que hay militantes que han dejado de pertenecer a él por su actuación, está perfectamente legitimado para romper por su cuenta la relación política que les unía ».Las declaraciones de Luis Uruñuela confirman las efectuadas el pasado domingo al diario Abc por el propio presidente de la permanente, José Aumente, quien estimaba y consideraba que la ruptura no es un peligro, sino un hecho real. Aumente se refería a los disidentes como «una facción anti-PSA», que ve la realidad política por los ojos del PSOE y PCE, y que padece una especie de sarampión marxista y se deja llevar «por una ola izquierdista de infantilismo revolucionario».

Hay que destacar que ambas declaraciones suponen un giro radical en la postura mantenida hasta ahora por el sector of icial en toda la crisis. Los seguidores de Rojas Marcos habían tratado de presentar a los disidentes como un grupo de militantes en lucha por el poder, sin connotaciones ideológicas importantes. Ahora se reconoce que los críticos pueden responder a planteamientos ideológicos situados a la izquierda de los defendidos por la dirección del partido.

Fuentes del sector disidente no han dejado de manifestar que la nueva situación supone, de alguna manera, la legitimación de sus tesis, aunque también están convencidos de que no les dejarán permanecer en el PSA hasta el congreso. «Los dirigentes del PSA van a poder, por fin, estar donde siempre han querido estar, aunque sea a costa de dividir el partido y convertirlo, ellos sí, en extraparlamentario, ya que a eso conducirá la búsqueda del espacio político por la derecha».

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