José María Rodríguez Colorado fue elegido ayer nuevo presidente de la Diputación

José María Rodríguez Colorado fue elegido ayer presidente de la Diputación Provincial por veintisiete votos a favor (PSOE y PCE) y veintiuno en contra (UCD). El pleno se desarrolló en un clima de ofertas de colaboración y buena voluntad por parte de los tres partidos, que contrastó con las agresiones verbales y alusiones personales habituales en todo el período anterior. El nuevo presidente hizo una declaración de por qué había sido elegido, cuáles serían sus funciones, así como las de la oposición, de la mayoría de izquierdas y de los funcionarios, que sorprendió por su claridad y concreción.

El pleno comenzó con la proclamación como diputado del que luego sería presidente, y a continuación, se dio cuenta oficialmente de la renuncia presentada por Victoriano Sato como diputado por UCD. En el último punto del orden del día, el nombramiento presidencial, los tres partidos políticos aprovecharon para exponer sus propios planteamientos. César Cimadevilla, portavoz socialista, presentó al candidato como un hombre joven, pero con amplia experiencia sobre los temas de la Administración local, y argumentó que el PSOE recogió en las pasadas elecciones municipales unos 70.000 votos más que UCD, por lo que el partido tiene perfecto derecho a ostentar la presidencia de la Diputación.Luis Larroque, por el PCE, expuso que su grupo apoyaba al candidato socialista, y enumeró una larga serie de trabajos que la Diputación aún no había llevado a cabo y que era urgente comenzar, como el no haber sabido crear un marco adecuado de relaciones laborales o no haber acometido la reforma administrativa. Mostró su esperanza en que en esta nueva etapa se consolide el pacto municipal aún más y se corrijan errores e insuficiencias del anterior, y remachó su discurso -explícitamente calificado de autocrítica- con la idea de la necesidad de un programa común de gobierno.

El nuevo portavoz de UCD, Enrique Sánchez, advirtió, de entrada, que ninguna de las palabras que iba a pronunciar debían mirarse con recelos por la izquierda. Anunció que su presentación como candidato a la presidencia obedecía al imperativo de dejar constancia de la presencia de UCD en la corporación, pero que daban un voto de confianza al que sin duda sería elegido, y esperaban que se alcanzara una convivencia y colaboración eficaz entre los tres partidos. Enrique Sánchez expuso que el papel de su grupo como oposición exigía tener acceso a toda la información y a participar en los órganos de gestión en los que no están presentes.

Después se procedió a la votación, que arrojó el resultado, previsto de antemano, de veintisiete votos a favor (dieciocho socialistas y nueve comunistas) por veintiuno en contra. Sócrates Gómez -que ostentó la presidencia durante varias semanas- cedió el sillón presidencial al nuevo presidente, quien le agradeció sus esfuerzos en su breve mandato provisional para garantizar la continuidad de los trabajos del organismo. Las felicitaciones a Gómez fueron un punto común en las intervenciones anteriores de los tres portavoces.

José María Rodríguez Colorado habló a continuación para afirmar que había sido elegido presidente en virtud de la decisión democrática de los órganos legales de su partido y de la existencia del pacto municipal con los comunistas, y agregó que ninguno de los diputados estaba allí por elección directa de los electores madrileños, sino por la voluntad de sus propios partidos. La existencia del pacto municipal implica el definir conjuntamente unos criterios de actuación y los objetivos a cumplir.

Expuso luego que era presidente «para llevar a la práctica, con la mayor profundidad posible, el programa de reforma de la Administración local del PSOE». Esta declaración supone a su vez la configuración de la Diputación como un órgano de redistribución territorial de los fondos públicos, asumir progresivamente nuevas competencias y desarrollar nuevas actividades , teniendo en cuenta el entronque que habrá que tener previsto entre la Diputación y el futuro Gobierno autonómico. Para ello habrá que mejorar la gestión y la rentabilidad social de los servicios asistenciales a la provincia y la eficacia de gestión de la Diputación.

Por último, planteó que sus funciones serían coordinar la actuación de los distintos delegados e impulsar la descentralización y delegación de funciones, renunciando a las atribuciones omnímodas que la aún vigente ley de Régimen Local le confiere.

El gobierno de la Diputación estará en manos del equipo de delegados, repartidos entre los dos partidos de izquierda, que se configurarán como un consejo de gobierno. La actual comisión de gobierno, prevista en la ley y en la que está representada UCD, pero que hoy es inoperante, se potenciará con competencias reales para entender sobre gran parte de los temas que hoy se tratan en los plenos, a los que sólo se reservarán aquellas cuestiones políticas o de gestión que tengan una importancia especial.

Por último, manifestó su intención de mejorar las condiciones y la cualificación profesional de los funcionarios, al tiempo que les exigirá dedicación y afán en su trabajo. La mayoría de los diputados aplaudieron al presidente, tanto en el acto de la toma de posesión como al final de su discurso.