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Más de 500.000 madrileños pasaron por la fiesta del PCE

Más de medio millón de personas ha asistido, a lo largo del fin de semana, a los distintos actos organizados durante la cuarta fiesta anual del Partido Comunista de España. Aunque ayer los organizadores no habían concluido el balance, los beneficios económicos conseguidos este año superan los setenta millones de pesetas.

La afluencia de militantes a la fiesta procedentes de fuera de Madrid, así como la asistencia general de público, ha sido este año superior a la de convocatorias anteriores. De hecho, los accesos a la Casa de Campo durante el sábado y el domingo eran escenario de larguísimas caravanas de automóviles, con familiacompletas que llegaban para pasar todo el día. La pequeña tormenta caída hacia las diez de la noche del sábado supuso una disminución temporal de público, aunque no de ingresos de taquilla, porque, dada la hora, todo el mundo había pagado ya su entrada.

Las actuaciones de diferentes cantantes y conjuntos -todos próximos al PCE-, la proyección íntegra de la Olimpiada de Moscú y el festival rock celebrado el sábado en el anfiteatro de la Casa de Campo fueron una importante convocatoria para miles de jóvenes madrileños. Los concurrentes a la fiesta pudieron recorrer los distintos pabellones regionales y saborear platos típicos o beber vinos de distintas zonas. Y entre pabellón y pabellón, decenas de puestos, en los que se podía comprar de todo. Desde cerámica hasta bisutería. Quien quisiera gastar dinero, ha tenido en estos dos días oportunidad de hacerlo, porque, como comentaban algunos visitantes, el recinto era un gran zoco, en el que los visitantes podían comprar los más variados artículos.

Durante todo el fin de semana, no hubo ningún tipo de incidente. Numerosos militantes se encargaron de mantener el orden en todo el recinto, así como de controlar rigurosamente la entrada, registrando los bolsos y paquetes sospechosos

El control de los militantes para evitar incidentes estuvo presente en cada uno de los campos de la fiesta, hasta el punto de tener incluso un pabellón -el del Arroz- destinado al depósito de niños perdidos. La Cruz Roja se encargó de trasladar a las personas que se sintieron enfermas por beber o por cualquier dolencia natural. Lo que en cambio no pudieron evitar fue que algunos listos introdujeran billetes de mil pesetas falsos. Para evitar el timo, los altavoces advertían ininterrumpidamente que se contaran los ceros de los billetes o, ya aprovechando, advertir que los miraran al trasluz y, «si se ve la cara de Carlos III», dijeron, «es auténtico, pero si en cambio aparece Adolfo Suárez, es falso».

La presencia de los líderes del partido por los distintos pabellones sirvió también para despertar el ánimo de los militantes, a la vez que se les daba un aliciente más para seguir gastando «en beneficio de] partido». Tamames, Camacho, Pilar Brabo o el mismo Carrillo visitaron algunos pabellones y departieron con sus compañeros.

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