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El pintor sueco Benet Lindgstrom

está dispuesto, al parecer, a emular y superar los más grandiosos murales del mundo, cambiando simplemente de soporte para su pintura. Trata, ni más ni menos, de pintar todo el flanco de una montaña, exactamente un acantilado rocoso situado en las montañas Jaemtland, en el centro de Suecia, no lejos de la frontera con Noruega. Los habitantes de dichos lugares contemplaron estupefactos la llegada de varios camiones que transportaban toneladas de pintura; al conocer las intenciones del intrépido artista avisaron a la policía, que ha montada guardia en torno al acantilado, hasta que se resuelvan los trámites legales sobre el tema, que sin duda no están demasiado claros. Dada la envergadura del proyecto, el pintor, que cuenta 55 años de edad, piensa dirigir toda la operación desde un helicóptero, mientras la televisión sueca proyecta filmar toda la realización de esta obra inédita hasta ahora en los anales de la pintura mundial, con la que los habitantes de los contornos no se muestran demasiado acordes. Aunque la obra no es del todo inédita, aun sin contar con los destrozos publicitarios de las montañas españolas: en Mount Rushmore, Dakota del Sur (EEUU), cuatro perfiles gigantes de dieciocho metros de altura recuerdan a otros tantos presidentes norteamericanos: Washington, Lincoln, Jefferson y Teodoro Roosevelt.

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