Turismo y educación

Estamos acostumbrados a que en España no exista la menor posibilidad de solidaridad entre los que habitamos este país o quienes lo visitan. En los centros turísticos se puede ver cómo los camareros timan a los visitantes, molestan con sus gracias a las pocas señoritas que se atreven a viajar solas y menosprecian la mínima dignidad que incluso un veraneante tiene.Los servicios se han convertido con el paso del tiempo en algo así como una continua venganza contra quienes los utilizan. Desde el turista maltratado hasta el español injuriado, los caminos del «España, sin ir más lejos» son tan infinitos como desagradables. Yo me pregunto si es que en realidad los que trabajan este sector económico son profesionales o si son simplemente unos hombres y mujeres que, desconociendo otros caminos, se meten en aquello del turismo. ¿Sería muy difícil mantener un comportamiento grato y honrado con los visitantes de hoteles, cines, playas, cafeterías, etcétera? Hay que pensar que si es tan difícil, pronto nos encontraremos con que los turistas que nos visitan son los que hemos invitado nosotros mismos, ya que nadie se atrevería a venir a este país./