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Wells devolvio el título de velocidad a Europa

El cetro olímpico de la velocidad ha vuelto a Europa. Desde 1924, en que se proclamó campeón el británico Abraham, hasta 1960, en que triunfó el alemán Armyn Hary, ningún europeo había vuelto a ganar. Borzov, en Munich, rompió la racha norteamericana. El escocés Wells recuperó ayer la corona que en Montreal quedó en poder del atleta de Trinidad Crawford. Tres de los grandes favoritos de la prueba, el propio Crawford, que fue eliminado en series, Quarry y Mennea se quedaron fuera de la final olímpica. Victor Saneev, medalla de oro en México, Munich y Montreal, se quedó ayer con la plata del triple salto. Cedió la primera plaza a su compatriota Uudmae. Por vez primera una americana, la cubana María Colón, conquistó el oro en jabalina.

Con fuertes rachas de viento, veinte grados de temperatura y una humedad del 83%, se inició la jornada vespertina del atletismo. Del calor del día anterior se pasó, al final de la tarde, a un clima menos que primaveral. Los primeros clamores del público fueron para las lanzadoras de jabalina, que mejoraron el récord olímpico conseguido el día anterior por Ute Richter, que en la final sólo pudo ser cuarta. Una cubana, María Colón, estableció una nueva marca olímpica con 68,40 y se adjudicó la medalla de oro. En la prueba, la germana Fuchs, campeona en Munich y Montreal, ocupó el octavo lugar de la clasificación. Por primera vez en la historia, la medalla de oro en jabalina se fue a América. María Colón, una guapa mulata, antes de recibir la medalla lloró su triunfo sobre el podio. María Colón es la primera latinoamericana que en unos Juegos Olímpicos ocupa una primera plaza de atletismo.La prueba que produjo mayor atención durante toda la tarde fue la del triple salto. Oliveira, Uudmae y Saneev mantuvieron un largo duelo. El brasileño hizo cuatro intentos nulos, pero le bastó el segundo salto para esta con la plata al cuello hasta el último instante. Saneev, que fue incluido en el equipo, pese a la opinión contraria de algunos técnicos, aprovechó su última oportunidad para superar a Oliveira Hubo una especie de delirio soviético cuando se comprobó que el veterano atleta había superado al recordman olímpico y desplazaba al bronce.

El brasileño, que al terminar saludó a todos los jueces que le condenaron en sus mejore intervenciones, se despidió son riente del público, que estuvo in correcto con él. En los últimos intentos, el brasileño, en plena carrera y salto, tuvo que escuchar los abucheos de quienes querían ver al recordman mundial por detrás de los suyos.

Las semifinales de los 100 metros clasificaron a seis europeos y dos cubanos. En la final, durante la mayor parte del recorrido, se presumió el triunfo de Leonard, e incluso al acabar fue reconocido como triunfador. La repetición de la carrera por el tablero electrónico nos permitió ver claramente cómo el escocés, de 28 años, Wells, se había colocado en los metros finales por delante de Leonard. Fue casi una sorpresa ver, finalmente, a Wells dar una vuelta triunfal por el estadio. El equipo de Gran Bretaña, en esta ocasión, conseguirá, sin duda, mayores éxitos que en pasadas ocasiones.

En las semifinales de los 800 metros, tanto Ovett como Coe mostraron una gran superioridad sobre sus adversarios. Coe se permitió el lujo de entrar en la meta mirando a su más inmediato adversario, casi sin concederle importancia. Páez y Trabado se quedaron fuera de la final. Trabado, en su carrera, se colocó detrás de Ovett para buscar una buena protección de cara al final, pero a los seiscientos metros se dejó superar al quedarse encerrado atrás. Luchó en los cien metros finales para no ser último.

Antonio Páez, de quien cabía esperar un día de gracia para ver en la final olímpica, lo intentó todo. Inició el agrupamiento en el segundo puesto y luego incluso se colocó en cabeza, pero también, a doscientos metros de la meta, comenzó a ser rebasado por sus competidores, que le relegaron al quinto puesto. Páez hizo un tiempo de 1.47.8, marca ciertamente lejana del 1.45.7 que hizo en Madrid hace unos días.

Antes de la eliminación de Páez y Trabado se produjo la de Lloveras, que fue último de su serie semifinal de 400 vallas. Por delante de él entró el ugandés Aki-Bua, campeón olímpico de Munich que también lo ha dicho todo en el atletismo.

Más afortunado estuvo Javier Moracho, que, en los 110 metros vallas, ocupó la tercera plaza de su serie y se clasificó para las semifinales. Moracho realizó el cuarto mejor tiempo general, lo que le concede, sin duda, toda clase de esperanzas para estar en la final. Sala, aunque fue sexto, también pasó a la siguiente ronda. Se clasificó por el tiempo realizado, que fue el peor de los repescados.

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