Derrota ante la Unión Soviética por diecisiete puntos
El resultado obtenido por España ha sido mucho mejor del que se desprende del juego desarrollado, si bien lo mereció, porque suplió con entusiasmo lo que de técnica le ha faltado. El equipo soviético, sin esforzarse demasiado, fue por delante y tan sólo se preocupó en los últimos diez minutos cuando los contrarios ponían el marcador en tan sólo doce puntos de diferencia. Fue entonces cuando volvió Eremin, que tenía cuatro personales, a la cancha organizaba el deslavazado juego de sus compañeros.El planteamiento de Díaz Miguel, de salida, fue haciendo zona 2-3. Este juego lento beneficia al bloque compacto formado en su base por Belov, Mysshkln y Lopatov. Los españoles, preocupados por, Tkachenko, intentaban aguantar los contraataques soviéticos, que suponían mazazos seguros a la hora de encestar.
Pero si bien el entrenador español gritaba a sus muchachos una y otra vez la palabra: «agresivos», la táctica no les favorecía para hacer realidad esa agresividad. En la mitad del primer tiempo la única muestra de contundencia eran las tres personales anotadas a un Brabender, quien habitualmente hasta la segunda parte no empieza a contabilizarlas. El equipo español no jugaba bien y repetían fallos Sibilio y De la Cruz, que no acertaban con la canasta.
En la segunda mitad el partido ganó rapidez y emoción, si bien perdió las pocas calidades técnicas del período anterior. En los primeros cinco minutos se habían marcado dieciséis puntos. Se sentó a Corbalán, y con la salida de Santillana, Díaz Miguel decide el marcaje de hombre a hombre, y son en estos diez minutos finales cuando España, a fuerza de echarle coraje, mantiene el partido con dignidad.
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