_
_
_
_
Reportaje:

Miguel Ríos: "Prefiero la construcción y la imaginación a la violencia"

Casi veinte años en el campo de la canción. Una imagen de viejo rockero que sigue dando lecciones de juventud a diestro y siniestro. Su nuevo disco, Rocanrol bumerang, encabeza las listas actuales de éxitos. Y, al llegar el verano, vuelve a cantar por pueblos y ciudades. Las experiencias míticas de Rocky amor y Las noches rojas hacen de sus giras un barómetro significativo para paliar la creciente psicosis de alarma en torno a los conciertos de rock. Miguel Ríos relata sus primeras actuaciones de este verano, donde habla más de imaginación que de violencia.

Da toda la impresión de que Miguel Ríos se encuentra en su mejor momento. Eso lo ha ido comprobando el público que ha asistido a sus primeras galas estivales. Primero apareció en Madrid. Luego estuvo en Barcelona, animando la noche algo lluviosa de San Juan. Pasó más tarde por Jerez de la Frontera, «en un festival organizado por un tipo llamado Marco Polo, Sociedad Infinita, que es de lo más surrealista que he padecido en los últimos tiempos». Recientemente hizo escala en Almería. Y mañana, domingo, cantará en Murcia.El balance, hoy por hoy, dice tenerlo claro: «En estas cuatro actuaciones primeras he tenido que salir al escenario en condiciones desagradables. O sea, al final de cuatro horas de concierto en plazas de toros. Eso quiere decir que la gente ya tiene el trasero hecho polvo de estar sentada sobre la dura piedra, más la arena metida hasta en las pestañas. Paradójicamente, en los cuatro casos el público se ha puesto de pie cuando he salido y ha empezado a bailar. Porque lo prmiero que he hecho es decir: "¡Hala, vamos a descargarnos!". Y he procurado que la descarga fuese colectiva, ajjj, con el sonido a tope. Y te puedes quedar loco con el sonido que genera una plaza de toros llena de tipos con buenos pulmones y que rivalizan con el equipo de 8.000 vatios hasta dejarlo casi rnudo. A partir de ahí empiezo ya a cantar mis canciones de nueva ola. Y les hablo de imaginación en vez de violencia».

"No hay que dar murga al vecino"

Tiene Miguel Ríos la duda de si su actitud presente puede acabar desencadenando una violencia más imaginativa. El, quitándole todo poso moralista, habla de comportamiento constructivo: «Entiendo por constructivo el hecho de que cada cual se comporte como mejor lo entienda, aunque sin darle murga al vecino».Hablamos de la psicosis de violencia en torno a este tipo de conciertos. Miguel Ríos lleva sobre sus espaldas la dudosa fama de haber sido pionero en dureza, recluso por droga blanda y nada paternalista con sus seguidores. Ahora ve así las cosas: «Estoy teniendo mucha suerte. Noto en la gente que va a escucharme un cariño total. Cuando me enfrento a 15.000 ó 20.000 personas siento una oleada de afecto. Pero ese afecto es el de: "¡Hala, Miguel! ¡Vamos! ¡A ver cómo te portas!". O sea, no es un cariño artificioso y acaramelado».

"Cantar bien es importante"

Para el rockero andaluz, pues, tales cariños no matan: «No. En Jerez, por ejemplo, actué en un escenario bastante débil, que se balanceaba sin cesar. El batería estaba tocando y los micrófonos se le iban de un lado para otro. Pues bien, en ese mismo escenario támbaleante yo tenía que tocar rodeado de tipos que se habían encaramado. Y, sin embargo, no hubo bronca. Hombre, alguno se acercaba a gritarme,"¡Sigue, Miguel, sigue así!". Y yo, agarrándolo suavemente, le decía: "Anda, siéntate, no me fastidies...". Y se sentaba».No siempre fue así: «La actitud del cantante influye mucho en este lío. Porque es normal que la gente grite y se desfogue. Los jóvenes andan llenos de desasosiego y perciben la falta de oportunidades. Por consiguiente, cuando se ven juntos, sean treinta o 30.000, tienen conciencia de masa. Entonces es cuando puede ocurrir cualquier cosa. Sin embargo, hay una especie de elíptica. Antes no me privaba de enfrentarme a algunos públicos que me irritaban. A veces he tenido que mandar al personal a freír morcillas. Y la cosa subía pronto de tono. Me llamaban de todo. Yo replicaba. Y hasta tenía que desenroscar el micrófono para defenderme, para machacar al que subiera a zumbarme. Ahora gozo de otro clima. Toco madera, pero lo cierto es que siento una especie de vibración que va más allá del intelecto. Tal vez el público se dice en seguida: "Este tío viene a darlo, y no a robarlo". Entonces ya está a salvo lo esencial. Hombre, cantar muy bien es importante, pero eso pasa a segundo plano cuando lo emotivo encuentra anclaje y solución. Y yo creo que un público sabe ya a estas alturas que siempre me he entregado de verdad».

Una verdad así cantada: «Cuando nadie cree en nada, / siempre surge una cara / que nos trata de aliviar».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_