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La peor información económica corresponde a las empresas españolas

España figura en la cola de los veinte países estudiados por el Financial Times sobre el nivel de información económica suministrada por doscientas grandes empresas. Las compañías españolas arrojan un importante saldo de hermetismo informativo que las convierte en las peores del ranking, en lo que se refiere a la cantidad, calidad y comprensión de los datos que hace públicos. El terror fiscal y el escaso hábito en pagar los impuestos pueden haber contribuido, en gran parte, a esta precariedad informativa española. Pero también es importante señalar, como lo hace el Informe mundial sobre memorías anuales de empresas, del Financial Times, que la apertura informativa de las empresas está en relación directamente proporcional al desigual estado de desarrollo de los mercados de capitales.

En aquellos países que disponen de un mercado de capitales activo, y abundan los accionistas, la alta calidad en la información es imprescindible. Esto es cierto, según el informe, en el caso de las empresas norteamericanas y británicas que se encuentran a la cabeza del ranking. Pero en otros países, el escenario financiero está dominado prácticamente por los bancos y algunas veces por poderosas dinastías familiares de propietarios y compañías holding. En estos casos, el hermetismo informativo es, evidentemente, mucho mayor.La información de las empresas españolas, como porte de manifiesto el gráfico, es menos satisfactoria que la de las empresas de Malasia, Singapur, Hong-Kong, Brasil y otros países exóticos. Nos saca, sin embargo, sólo una cabeza de ventaja Italia.

El estudio recoge, asimismo, las variaciones sensibles que se han ido produciendo en los últimos tiempos en el contenido de las memorias anuales. Hasta hace poco -destacan Michael Lafferty y David Caims, autores del informe del FT-, bastaba con que las empresas fueran responsables sólo ante sus accionistas. De hecho, la obligación legal de informar se apoya en esas bases en numerosos países.

Sin embargo, ahora se está desarrollando por parte de los países más industrializados del mundo una visión más amplia de la obligación de informar. El mayor interés se centra, en este sentido, en las relaciones industriales entre las compañías y sus empleados. La necesidad de comunicarse con la fuerza laboral es la clave que puede ayudar a comprender las razones del esfuerzo informativo reciente.

Por otra parte, la cuestión de la responsabilidad de la empresa frente a la comunidad, globalmente considerada, aunque se plantea aún de una forma vaga, está obligando a algunas compañías a nuevos exámenes de conciencia sobre sus datos públicos. De esta forma, muchas memorias incluyen actualmente, por ejemplo, la preocupación por los problemas de contaminación del medio ambiente, o por la conservación de la energía o por el esfuerzo en investigación.

Las Naciones Unidas tanto como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) están prestando ahora una muy especial atención a los informes de las empresas, especialmente multinacionales. Estas, por su parte, tratan de mostrarse como buenos ciudadanos internacionales que pagan impuestos, invierten capital y crean puestos de trabajo.

Aunque los accionistas, bancos y otros intermediarios financieros son los principales receptores de la información empresarial, y a ellos van dirigidas con gran prioridad las memorias, las más modernas compañías están haciendo esfuerzos suplementarios para dirigirse, a través de estos informes anuales, a un más amplio espectro de usuarios.

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