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Hinault, favorito para ganar su tercer Tour

Mañana comienza en Francfort, República Federal de Alemania, la 77 edición del Tour de Francia. En una de sus muchas incursiones en los países limítrofes, la carrera francesa, primera por etapas del mundo, se iniciará con el tradicional prólogo contra reloj, para seguir en veintidós jornadas -una de descanso- hasta París. En esta ocasión se pasará primeramente por el duro pavés belga, «repescado» con polémica, y sólo al final, con los Pirineos antes que los Alpes, la montaña aparecerá en el trazado. Bernard Hinault será, una vez más, el gran favorito para lograr su tercer triunfo consecutivo, y como principales aspirantes, salvo sorpresas, estarán el veteranísimo Agostinho, brillante tercero en 1979; Zoetemelk, segundo, y los más jóvenes Van de Velde y Wellens. La representación española, ausente Rupérez, se reducirá a las utópicas posibilidades de Galdos, Torres o Lejarreta.

Una nueva edición del Tour acaparará la atención deportiva hasta el domingo 20 de julio. Para entonces, y desde días antes, habrá alternado el interés con los Juegos Olímpicos, que, aunque disminuidos por el boicoteo norteamericano, tendrán su ceremonia inaugural en Moscú el día 19. Con 3.900 kilómetros, se recorrerán doscientos más que en 1979, pese a correrse una etapa menos. Los participantes también serán menos, pues sólo habrá trece equipos y 130 corredores, por quince y 150 del año pasado. La baja del equipo de Moser, al no recuperarse el corredor italiano de sus dolencias musculares que le obligaron a abandonar el Giro, ha dejando el Tour nuevamente sin presencia transalpina. Es la cuarta vez, desde 1947, que esto se produce. Anteriormente sucedió en 1954, 1973 y 19,78. Los intereses de las marcas comerciales, por enésima vez, se interpondrán en perjuicio del espectáculo. Es uno más de los caros precios que debe pagar el deporte del pedal, cuya supervivencia se debe a la sumisión publicitaria. Hace años, cuando el ciclismo era por equipos nacionales, ello no hubiera sucedido, pero actualmente a muchas firmas italianas no les interesa embarcarse en hacer publicidad en Francia, cuando la simple participación en el Tour ya supone pagar un caro fijo a los organizadores. De todas formas, la participación belga y holandesa mantiene el gran nivel de la prueba.Peligro Ti-Raleigh

Bernard Hinault, precisamente ganador en el reciente Giro, en su primera incursión italiana, será otra vez gran favorito al triunfo, tras los conseguidos en 1978 y 1979. Con su dominio en todos los terrenos, tanto en llano como contra reloj individual e incluso en las llegadas y en la montaña, su único peligro podría estribar en las etapas contra reloj por equipos, que últimamente tanto gustan a los organizadores del Tour -también ha protestado del pavés belga, aumentado este año- .Si en el Giro la preocupación de Hinault fue que su equipo Renault no le ayudó en demasía, salvo su primer lugarteniente Bernadeau, en gran forma -decisivo en la etapa reina de la cima Coppi, donde sentenció la carrera y que se confirmó posteriormente al ganar el Midi-Libre-, ahora ha escogido con esmero los hombres. No es que sean ninguna maravilla individualmente, pero sí se encuentran lo suficientemente compenetrados como para no ceder ante el temible Ti-Raleigh de Peter Post. Este, con el fichaje de ZoetemeIk -segundo en 1978 y 1979- para esta temporada -aunque el holandés no ande bien todavía y haya sido derrotado en toda la línea en la Vuelta a Suiza por el italiano Beccia- será temible. Además de Kneteman, ex campeón del mundo de fondo en carretera, y Oosterbosch, de persecución en pista, para las contra reloj; de Raas, titular actual de fondo, para las llegadas, y de hombres completos como Lubberding, Pronk, Priem o Van Vliet, jugará las bazas de Van de Velde, ganador de la Dauphine Liberé con enorme autoridad, y del único belga del equipo, WeIlens.

Otro candidato a «molestar» (quizá no mucho más) al completo Hinault, deberá ser el siempre luchador y veteranísimo Agostinho, de 37 años, tercero en las dos últimas ediciones. Su actuación es la gran incógnita. Ha sido segundo en el Midi-Libre y tercero en la Dauphine Liberé. Correrá ahora en el equipo de Thurau, ídolo olvidado hasta en la salida de su tierra, al estar implicado en un turbio asunto de posible falsificación en controles antidóping. De todas formas, su altura es una desventaja insalvable para la montaña, que ni siquiera soslayó en su gran forma del Tour-77.

Entre los cinco equipos belgas participantes, el Splendor, que dio una talla aceptable en la pasada Vuelta a España, parece el más fuerte. Al margen del sprinter Kelly y de De Muynck, se espera la recuperación de Pollentier y, sobre todo, la confirmación del joven Criquelion, que esta temporada, tras su tercer lugar en la Vuelta, conde ya se esperaba más de él, se hundió en la Dauphine Liberé.

En cuanto a los restantes franceses, sólo el Peugeot será el bloque más serio, con Kuiper y el nuevo francés que quiere saltar a la fama, Duclos-Lasalle, ganador de la última París-Niza.

Los españoles

El caso que puede ser muy triste, una vez más, aunque difícilmente tanto como en 1979, es el español. No estará el Zor Vereco de Rupérez, Lasa y Juan Fernández, que escogió Vuelta y Giro, sólo el Teka y el Kelme. Las bazas son bien contadas. Lejarreta podría ser la revelación que ya apuntó en la Vuelta, pero puede llevárselo la corriente de un nivel al que el ciclismo español perdió la costumbre hace mucho tiempo. También, en el derrotado Teka de esta temporada, Thevenet tratará de «cumplir» en el escenario de su gloria en 1975 y 1977, pero parece casi imposible que lo consiga. Sólo su aceptable octavo lugar en la Dauphine Liberé le avala. En cuajo, al Kelme, Galdos intentará revivir buenas actuaciones pasadas -sin rematar-, con la ayuda de Torres, segundo en la Vuelta a España, tras Rupérez, y penúltimo rey de la montaña español en el Tour -antes de Perurena, respectivamente, en las ediciones 1973 y 1974-. Pero será también muy difícil. El panorama, que empieza con dos etapas por Bélgica del durísimo pavés o adoquinado, y otras tantas contra reloj por equipos e individual, se presenta desolador. Cuando se llegue a las etapas montañosas pirenaicas: 13, con el Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, y alpinas: 16, con llegada en Pra-Loup; 17, con el Galibier y Telegraphe, y 18, con final también en alto, pues sólo habrá dos en esta edición por cinco de la pasada, las diferencias puéden ser ya abismales.

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