_
_
_
_

Una anciana evitó que timasen a su marido por el sistema del "tocomocho"

Una anciana logró evitar que su marido fuese timado por el sistema del tocomocho, o décimo de lotería premiado, y colaboró físicamente en la detención del timador que desempeñaba el papel de listo. Su intervención concluyó con la llegada de un guardia de tráfico, que. finalmente presentó al delincuente en la comisaría de Universidad.

Como en otros timos, en el del tocomocho participan dos estafadores, que asumen respectivamente los papeles de tonto y de listo. El único material que necesitan es un décimo de lotería manipulado o viejo, cuyo -número coincide o se hace coincidir con el de un billete verdaderamente premiado. Para la elección de la víctima suelen aplicar un criterio psicológico primario, pero eficaz: a ser posible, debe ser de edad avanzada, de escasa cultura y preferentemente cuentacorrentista de un banco. Fue, con el de la estampita y el de las borregas, o monedas de oro providencialmente encontradas, un delito identificado con cierta fe colectiva en un súbito golpe de fortuna.En esta ocasión, los timadores escogieron a un anciano que disponía de una cuenta corriente de 300.000 pesetas en la caja de ahorros. El listo y el tonto le abordaron en la calle. Por lo visto, éste llevaba un décimo premiado con el gordo, pero como era tonto no se había dado cuenta. Inmediatamente el listo propone a la víctima un arreglo en el que habría beneficios para todos: al tonto se le entregan unas monedas, él recibirá una cantidad de dinero alta, pero mucho menor que el premio gordo, y la víctima se lleva el billete.

Evidentemente, la aceptación de la oferta implica un amplio margen de complicidad en la víctima; por ello, cabe la posibilidad de que, a pesar del timo, el perjudicado no se decida a denunciar el caso a la policía por su mala conciencia.En esta ocasión, la víctima había aceptado el trato: iría a su casa, recogería la cartilla y luego sólo habría que esperarle a la salida del banco para hacer el cambio.

Sin embargo, la esposa del anciano sospechó algo y siguió a su marido. Poco después comprobó que se reunía con dos desconocidos cerca del Hospital Clínico. La anciana reparó en la proximidad de un guardia urbano y decidió intervenir directamente.

Se acercó al grupo, sujetó al listo y, aunque en el forcejeo llegó a arrancarle el jersey, no le dejó que escapase. El tonto, en cambio, salió corriendo. El guardia vino a ayudar.

Unos minutos más tarde, el guardia urbano y la sagaz anciana presentaron en la comisaría de Universidad al delincuente habitual Alfonso Amor.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_