Hinault, en el camino de alcanzar la fama de Coppi y Merckx
El ciclismo, tal vez el más duro de todos los deportes, ha dado a lo largo de su historia grandes figuras que, con sus gestas, han asombrado a generaciones. En la actualidad, el francés Bernard Hinault se ha erigido claramente en el número uno y lo ha vuelto a demostrar con su triunfo en el Giro de Italia en su primera actuación. Tras él, y como en cualquier orden de la vida, las comparaciones no pueden faltar, y aunque las circunstancias o los medios hayan sido distintos en cada época, es factible pensar por su historial que tiene, al menos, posibilidades de alcanzar la fama de los dos grandes «monstruos» de todos los tiempos: Fausto Coppi, y Eddy Merckx.
Si del belga Merckx se puede decir con toda razón que posee el más extraordinario récord de victorias de la historia del ciclismo, tampoco debe olvidarse que en el deporte de las dos ruedas caben dos épocas fundamentales: antes y después de Coppi. Cuando los triunfos del insaciable Merckx llenaban las páginas de los periódicos del mundo ya comenzaron las comparaciones con el que hasta ese momento había sido número uno intocable del ciclismo en toda su historia. Sin embargo, entonces como ahora, la distancia que les separó en el tiempo hacía imposible concluir quién era el mejor. Los hombres, quizá como las épocas, son distintos. Y solamente resulta curioso realizar un hipotético «careo» a base de establecer el mayor número de datos posibles entre los implicados.
Coppi gana a Merckx
Los italianos, más dados aún que los franceses a ensalzar a sus ídolos, se inventaron un mes antes del verdadero Giro de este año uno denominado de la computadora, en el que participaban ocho de los mejores ciclistas de todos los tiempos. En la carrera imaginaria, con idéntico recorrido a la que iba a ganar días después Bernard Hinault, y gracias a los datos suministrados a un cerebro electrónico sobre las características de los corredores, Coppi venció a Merckx, con cincuenta segundos de ventaja. La prueba, en la que intervinieron, además de ellos dos, Bartali -tercero, a 6.27 de Coppi-, Binda -cuarto, a 8.01 -, Anquetil -quinto, a 8.48-, Gimondi -sexto, a 9.33-, Louison Bobet -séptimo, a 12.33- y Girardengo -octavo, a 15.31 - se convirtió finalmente en un apretado duelo mutuo. Coppi, al que se consideró para programar la computadora como el mejor rodador, tan buen escalador como Binda y segundo contrarrelojista, tras Anquetil y ante Merckx, venció a éste -mejor corredor en los kilómetros finales, segundo rodador y también sprinter, tras Girardengo- en las últimas etapas de los Alpes Dolomíticos. Le arrebató la maglia rosa, que el belga había mantenido gran parte de la prueba, tras arrebatársela a Anquetil, y le superó por 1.03, precisamente en la vigésima etapa, cuyo punto clave era la cima Coppi, puesta en su nombre, en el monte Stelvio. Hace unos días, en ese mismo punto, Hinault, junto a su gregario Bernaudeau, asestaba el golpe definitivo a sus rivales italianos y ganaba virtualmente el Giro real.Resulta evidente, a ojos de todos los críticos, que tanto Coppi como Merckx han sido los ciclistas más completos. El reto se le plantea ahora a Hinault, que puede convertirse en un tercero en discordia. Sí parece claro, desde luego, que grandes corredores en la historia del ciclismo, como los ya citados participantes en el Giro de la computadora, no han podido alcanzar la talla máxima por sus carencias en alguno de los terrenos del duro deporte del pedal. Si Anquetil, por ejemplo, quíntuple ganador igualmente del Tour -como Merckx-, y quizá el mejor contrarrelojista de siempre, no traspasó esa barrera fue por su «estilo económico-avaro». El caso de Gino Bartali fue más claro, al, perder en la comparación directa co nombres importantes, como Rik Van Looy o Hugo Koblet, fueron limitados a ser sprinters y rodadores. El caso español de Bahamontes -como Julio Jiménez o Fuente- también es obvio en su dedicación exclusiva -aunque sensacional, como el luxemburgués Charly Gaul- a la montaña. La mejor figura de los últimos tiempos, Ocaña, más completo, fue demasiado irregular.
Fausto Coppi fue el primer corredor que realizó grandes hazañas en todos los terrenos del ciclismo. Pese a partirle su carrera la segunda guerra mundial, fue, pionero al instaurar nuevas formas de entrenamiento y al planificar las temporadas con inviernos adecuados y medicación idónea, cuando la «química» aún era algo inusual en el duro deporte de las dos ruedas. Con sus hazañas y su estilo inigualable, favorecido por un físico indicadísimo para el ciclismo -gran capacidad torácica, pero poco corpulento, hombros estrechos y piernas largas-, favoreció los adelantos en la técnica de correr en bicicleta. Nadie dudaría que Fausto Coppi, con una máquina de las actuales, realizaría maravillas tanto sobre la carretera como en los velódromos.
"Récord" entre bombas
Precisamente, una de las mayores gestas de Coppi, si no la máxima, estuvo en su record de la hora, conseguido en el velódromo Vigorelli, de Milán, el 7 de noviembre de 1942. Enrolado en el Ejército italiano que luchaba con los del Eje en el norte de Africa, durante la segunda guerra mundial, solicitó un permiso de un mes, tras una gesta militar, y regresó a la península. El permiso se redujo a dieciocho días, pues la situación era casi dantesca. Su «descubridor» y fiel entrenador, el ciego Cavanna, le preparó en ocho días. Utilizó una bicicleta corriente, de la época. A las siete de la mañana de aquel 7 de noviembre entró en Vigorelli para intentar superar el récord del francés Archimbaud. Media hora después comenzaron a caer bombas sobre Milán. Los pocos espectadores asistentes huyeron. Coppi, tras una espera de dos horas, realizó la hazaña. Al día siguiente se embarcó de nuevo hacia Africa. Después de varios días de intensos combates fue hecho prisionero en Trípoli por los británicos y pasó veinte meses en un campo de concentración. Realmente, y poniendo sólo este ejemplo, la diferencia de este récord con el conseguido por Merckx en el velódromo olímpico de México, treinta años más tarde, es evidente. A 2.000 metros sobre el nivel del mar -menor resistencia del aire-, con una bicicleta preparada durante un año por dos ingenieros, kilo y medio menos pesada, sin contratiempos...Con todo, épocas diferentes al margen, las gestas de uno y otro corredor han sido, en cierto modo, paralelas. Merckx, más batallador, y Coppi, más calculador, pero geniales ambos. Hinault aún tiene mucho camino que recorrer. Por los avatares de la guerra, el ciclista italiano participó en su primer Tour cuando ya había cumplido los treinta años. En la quinta etapa, que finalizaba en el puerto de Saint Malo, sufrió una caída y perdió media hora larga. Incluso pareció que abandonaría con fractura de clavícula.
Pudo salir al día siguiente, pero perdió otros doce minutos ante la batalla planteada contra él, aún favorito, por Kubler y Ockers. En aquellos tiempos, con las carreteras mucho peores, las diferencias eran posibles, pero cualquier otro corredor sin la fuerza de Coppi hubiese cedido. Antes de los Pirineos había perdido 42 minutos. Doce días después, sin embargo, ganaba su primer Tour en París y asombraba a todos. Tres años más tarde, en Alpe d'Huez, descolgó de tal forma al resto de contrincantes que la organización (el diario L'Equipe, que subió con Coppi espectacularmente la venta) debió crear un premio especial al segundo clasificado para dar interés al Tour. Al final, Coppi superó por 28.17 a Stan Ockers y por algo más al español Bernardo Ruiz.
Merckx, que parecía tener miedo al Tour, no debutó en él hasta 1969. Los franceses, naturalmente, no creían en él. Además, acababa de ser descalificado por un extraño doping (más bien «encerrona», para que no ganara) en el Giro italiano. Líder ya desde, la quinta etapa, dio un recital en la durísima y montañosa etapa Luchon-Mourenx, en la que sacó más de siete minutos al segundo clasificado, y acabó venciendo en la última contra reloj. Aventajó en París al francés Pingeon en 17.54, el mayor margen de la posguerra, y las críticas sobre la falta de enemigos de calibre para su calidad comenzaron. Esta ha sido otra de las razones por las que se «justifica» el mejor historial de Merckx respecto a Coppi. Este, según todos los indicios, había tenido una réplica mucho más fuerte y mayores inconvenientes. Cinco fracturas y múltiples contusiones, además de problemas familiares -separado de su mujer y unido a la denominada «dama blanca»-, su muerte trágica, mal cuidado de una malaria contraída en Africa, fue el final lamentable de una carrera llena de obstáculos. Merckx, en cambio, aceptada su capacidad de lucha constante hasta arrasar a sus rivales, no encontró mayores problemas.
Hinault, a poco ya de cumplir veintiséis años, y si gana el próximo Tour, como parecen indicar todos los pronósticos, estaría relativamente cerca de Merckx en los éxitos logrados a esa edad. Por las dificultades citadas, Coppi es un caso aparte, y sólo comparable «al final» de camino. Hinault, si ganase el Tour, habría logrado hasta ahora tres, por dos de Merckx, que le aventajaría, en cambio, 2-1 en Giros y perdería -como en Tours- 0-1 en Vueltas a España. Aquí también cabe fijarse en la programación. Hinault prefirió «foguearse» antes en España para encarar después el Tour y Giro, y Merckx -por su casa Molteni- comenzó en la ronda italiana, para seguir con la francesa y ganar la española, ya consagrado, en un «año hueco» que no corrió el Tour. En el resto de clásicas de un día como en títulos mundiales -no en el Gran Premio de las Naciones contra reloj, con 3-0 en triunfos a favor del francés-, el corredor belga mandaría aún más. La menor complexión física de Hinault para esfuerzos «súbitos» explica esto último, aunque sólo en parte. También influye la programación. Merckx duró casi diez años a pleno rendimiento, e Hinault sólo lleva tres en el camino. Todavía le queda mucho que recorrer y, le será dificil no quemarse como el belga.
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