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Información en diferido

Televisión Española emitirá hoy casi nueve horas de programas por la primera cadena y cinco horas y media por la segunda. Más de catorce horas que, sin embargo, ponen en evidencia la insuficiencia de emisiones y el apelmazamiento de una programación rutinaria y de muy escaso interés. La necesidad de transmitir el debate parlamentario por la segunda cadena ha descubierto, una vez más, las intenciones de los directivos de RTVE: separar en todas las ocasiones la noticia y su difusión al público; es decir, filtrar el proceso de comunicación mediante una injustificada dilación de casi cinco horas respecto al momento en que se produce la información. TVE no habría tenido ningún problema en haber transmitido en directo estos días el debate parlamentario adelantando el inicio de emisión de la segunda cadena, como hace con ocasión de otros acontecimientos de mucho menor interés; cualquier partido de baloncesto de trámite que protagonice el Real Madrid altera por completo el horario habitual de emisiones. Los directivos de RTVE sienten repugnancia por las emisiones en directo y ni siquiera respetan la, actividad del Parlamento, dispuestos a censurar las intervenciones de los diputados, como se ha hecho prácticamente en todas las ocasiones en que las cámaras acuden a las Cortes. Los directivos de RTVE, que durante más de un año han sido incapaces de llegar a un acuerdo con los de la Federación de Fútbol para las retransmisiones deportivas, han llegado a comunicar a la Conferencia Episcopal que ni siquiera sería posible transmitir la misa del domingo en directo.Hace ya muchos meses que los directivos desmontaron la instalación que permitía emitir en directo desde las Cortes. La emisión en diferido del debate parlamentario por un canal que, en el mejor de los casos, ven dos millones de telespectadores, contra los quince-diecislete millones del primero, es un auténtico disparate y una muestra de manipulación más que de incompetencia. El debate, como es práctica en las televisiones democráticas, hubiera debido emitirse en directo, independientemente de los resúmenes que se faciliten a otra hora y utilizando los dos canales.

Mientras que la emisión del debate podría concluir en torno a las diez de la noche, por decisión de los directivos de RTVE se prolonga la programación hasta la una de la madrugada y desaparecen los espacios habituales, como Encuentros y Horizontes, reduciendo gravemente la variedad de programas. Las catorce horas de programas se limitan a poco más de dos horas de entretenimiento: la antología de Harold Lloyd, Horas doradas y el último capítulo de Fortunata y Hacinta.

La programación se ha depauperado y, como en todas las televisiones autoritarias, sus víctimas son la información y la cultura. Más del 30% de los programas que actualmente emite TVE son del género informativo, eufemismo que en el caso de Prado del Rey debe traducirse por propaganda. La pésima imagen que tienen los telediarios intenta ser paliada con un aparente reforzamiento de la información. Así, los dos principales telediarios, primera y segunda edición, han sido acorazados con respectivos seudoinformativos. El primero se encuentra encajonado entre el Gente, hoy y la Gaceta cultural, y la segunda edición, precedida de El canto de un duro. Los directivos añaden cada trimestre una ración de programas informativos que sólo sirven para sumar confusión a un sistema informativo que no ofrece ninguna garantía de objetividad. Una veintena de cargos en los programas informativos de TVE, directores de telediarios, coordinadores y redactores, son, a su vez, jefes o empleados de las oficinas de Prensa de todos los ministerios, de empresas públicas y de la banca.

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