Dos campeones para un solo título
Esta temporada, más que nunca, puede decirse que el Madrid se ha superado a sí mismo, forzado por el tremendo ritmo que ha marcado la Real. Lo primero que destaca en el campeón es, como siempre, su fortaleza de ánimo, su fe en sí mismo y su sentido del sacrificio. Eso le ha permitido apretar los dientes en las últimas jornadas y buscar la victoria en cada salida cuando la Real marchaba por delante en la tabla y había que esperar un fallo de los donostiarras para rebasarles. En vísperas de la última jornada, el presidente del Athlétic, Duñabeitia (que no tenía mucha fe en que su equipo puntuara en el Bernabéu), atribuía gran parte del mérito a Pirri: «En esa casa hay un estilo luchador que todos envidiamos, y yo creo que siempre sale a relucir porque en el equipo hay un líder que tiene fe en sus fuerzas, respeto a la historia de la entidad y que arrastra a los demás. Antes fue Di Stéfano; ahora es Pirri».Aparte de ello, el Madrid se ha mostrado esta temporada como un equipo bien armado y con una excelente preparación física, lo que le ha permitido ganar muchos partidos en los segundos tiempos. Boskov tiene sus propios métodos: «Suprimí el trote y hemos trabajado mucho la velocidad y la recuperación. Casi todo lo hacemos con balón, porque a los jugadores les divierte más, y técnicamente les hace mejorar. Y hemos variado mucho. Continuamente trato de inventar juegos nuevos. Es necesario que los jugadores no se aburran en los entrenamientos, que no falte la alegría».
Equipo base
El equipo base del Madrid ha sido éste: García Remón; San José, Benito, Pirri, Camacho; Angel, Del Bosque, Stielike; Juanito, Santillana y Cunningham. San José ha faltado, por lesión, buena parte de la temporada, y le han sustituido Sabido o Isidro. En ocasiones ha ocupado su puesto Angel, entrando García Hernández en la media. En el plano individual destaca el excelente rendimiento de la pare) a de centrales Benito-Pirri, dos veteranos que han aguantado sin problemas la temporada, quizá la más dura que hayan conocido en los muchos años que llevan en el club. Bien García Remón en su retorno a la titularidad; a Camacho aún le falta bastante para ser lo que fue, pues, aunque defiende bien, su aportación al ataque es mucho menor que antes. En la media, perfecta la incorporación de Angel como medio defensivo; Del Bosque y Stielike, en su tono eficaz de siempre; el primer suplente, García Hernández, excelente casi siempre que se contó con él. En el ataque, mejor que nunca Santillana (veintitrés goles), que este año, por consejo de Boskov, ha bajado a la media menos de lo que antes solía, y ha llegado más descansado al remate. Cunningham, extraordinario en Barcelona, discreto en muchos partidos y ausente en muchos otros, ha decepcionado, aunque nadie le discute sus condiciones de extraordinario jugador. Juanito, bien, aunque algo por debajo de sus extraordinarias posibilidades. Roberto cumplió muy bien cuando hizo falta.
Primas y dureza
Dos notas negativas en el campeón: su tremenda dureza (desconocida en la historia del club, que siempre tuvo algunos hombres duros pero nunca fue el equipo agresivo de este año), que estalló de forma especial el día que recibió a la Real en el Bernabéu. Salvo Santillana y Cunningham, todos han cometido excesos en este terreno, y eso le ha costado al Madrid bastantes simpatías. Puede tener una justificación por los nervios que han arrastrado los jugadores durante la temporada y por la enemistad con que han sido recibidos en muchos campos. En cualquier caso, los árbitros han sido excesivamente permisivos con la dureza del Madrid. Las primas a terceros, una forma inelegante y antideportiva de estimular a los rivales de la Real (parece comprobado que el Madrid las ha dado), también han contribuido a ensombrecer su imagen de campeón.
El milagro empieza en Arconada
Por lo que respecta a la Real, lo primero que hay que señalar es que el milagro no lo es tanto. Lleva algunas temporadas ofreciendo buenas campañas, fue cuarta el año pasado y su éxito es fruto de un trabajo racional y bien hecho. Sobre la base de un portero absolutamente extraordinario, Arconada, la Real ha montado un excelente bloque defensivo con gran capacidad de salida hacia el contraataque gracias a la línea media Diego-Alonso-Zamora-López Ufarte. Arríba, Idígoras es atolondrado, pero aporta ímpetu y velocidad, y Satrústegui es un rematador hábil. La defensa, Celayeta-Kortabarría-Gajate-Olaizaola, es difícil de mejorar como línea, y dos de sus individualidades, Celayeta y Kortabarría, son excelentes.
No han sido casualidad esas 32 jornadas sin perder, la casualidad fue que perdiera en el penúltimo partido de Liga y ante un equipo que se quedó con nueve hombres. Los once titulares antes citados jugaron diecisiete partidos, y en los otros diecisiete, la Real ha saltado al campo con ligerísimas variaciones.
El mantenimiento de ese bloque ha sido la razón principal de que el equipo aguantase hasta el final el ritmo. La Real no tiene «banquillo», pero tampoco le ha hecho falta, porque las lesiones la han respetado. Para ello ha habido dos razones: su excelente preparación física (el jugador bien entrenado llega a los choques más despierto, se previene mejor de los golpes y, aparte de ello, está a salvo de lesiones musculares) y ha sufrido menos dureza por parte de sus rivales que el Madrid, quizá porque la ha provocado menos.
El futuro de la Real Sociedad
La pregunta ahora es si la Real se mantendrá en ese plano en los próximos años. Ormaechea, entrenador e «inventor» de este equipo, tiene esperanzas de que así sea: «El presidente me ha asegurado que no traspasará a ningún jugador básico. Nosotros ya habíamos dado algún aviso en temporadas anteriores, y aunque lo de este año nos sorprende a todos, yo creo que no es irrepetible. El equipo es joven y debe mejorar. Si las lesiones nos respetan el año próximo como nos h,an respetado éste, podremos hacer lo mismo. Yo no lo considero imposible».
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