Fin de semana
Quedidoz niñoz. Con estas palabras, cuya pronunciación no admite calificativos, comienza la programación de los sábados. Torrebruno no sólo no es capaz de asimilar un idioma, sino que está convencido de que los niños sólo entienden a los adultos cuando se les habla como si fuesen imbéciles. Torrebruno es un pilar eterno de la estructura de la programación de TVE para los fines de semana. Torrebruno invita a los niños a cantar esa canción que le sirve para promocionar el espectáculo de la carpa que tan suculentos ingresos le proporcionará durante el paréntesis veraniego. No es el único ejemplo de falta de imaginación.
Los directivos han puesto muy difícil la selección de un programa para el fin de semana con un mínimo de atractivo. Así, un domingo, no hay más solución que elegir entre el madrugón de Hablamos (que según TVE, es un «informativo semanal dedicado a los sordomudos, cuya temática y contenido es de interés para todos») o aguantar estoicamente la jornada hasta los últimos bostezos de Estudio 1, ese género de programas donde se suceden los mismos rostros, los mismos decorados para dos o tres matrimonios con chacha y mayordomo y un par de telecámaras que no saben qué enfocar.
Todo es viejo en TVE, programas y personajes. La programación del domingo se sostiene gracias a otros dos puntales además de Torrebruno: Charles Ingalls, modelo de padre de familia, y Jose María Iñigo, el domador del circo de Prado del Rey, el ilusionista que transforma el plató en un lugar de humillación. Tres personajes sin los que TVE perdería su identidad.
Los grandes hitos de la programación del fin de semana ya han caído, a juzgar por los últimos datos que RTVE publica en su semanal panel de aceptación de programas. Informe semanal ha perdido lo que los expertos conocen como efecto halo, mediante el cual, para bien o para mal, un programa mantiene la imagen anterior por efecto de rutina. Informe semanal se ha hundido en zona mediocre, alrededor del puesto trece, un poco más abajo incluso que Teatro breve. La causa ya no es la censura, de la que hace mucho no se escribe, por la simple razón de que ya no es necesario aplicarla. Los jefes de los informativos de TVE no asumen hoy ningún riesgo para que les censuren. Y con el decano de los semanales, otro informativo, Siete días, que en Prado del Rey dicen debería titularse Cinco días y medio, porque no se emite en directo y comienza a grabarse el viernes, por culpa del ahorro en horas extraordinarias
La casa de la pradera ronda la zona de rechazo (en el puesto veinticuatro) e inmediatamente debajo, Los ángeles de Charlie, porque la audiencia no se inmuta ante el burdo cebo de mujer preparado por los tramperos de la programación. Y lo más sorprendente es que el encuentro de fútbol Real Madrid-Real Sociedad no haya podido superar la barrera de los programas de peor aceptación, en el lugar veintisiete. Pero aquí estamos ante el caso contrario al efecto halo: TVE, después de acabar con el fútbol, se propone acabar con el gusto de la audiencia. El problema está en saber si TVE tiene algún interés en retransmitir encuentros de fútbol. Porque TVE, cuando negocia con los clubes, argumenta que el fútbol no interesa a la audiencia, para rebajar la oferta económica. Pero cuando a TVE le interesa un partido, entonces amenaza con el decreto de 1959. Bien puede ser que los penalistas estén tan «despistados» como los directivos de Prado del Rey.
Sólo queda, de un total de 43 horas de programación en sábado y domingo, alguna película de cine, algún fragmento de Aplauso (musical que comenzó con buen pie y parece torcerse), el debate de La clave, el Documental de los domingos y La danza, estos tres últimos por la segunda cadena.
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