Televisión por satélite
La televisión directa por satélite revolucionará, a mediados de esta década, el panorama televisual europeo, romperá los rígidos monopolios estatales, multiplicará la recepción de programas en los televisores convencionales y mejorará la calidad técnica de emisión y recepción. El satélite introducirá en Europa, a partir de 1984, la televisión del futuro, del siglo XXI, que se caracterizará por ser una televisión sin fronteras, puesto que la audiencia de un país podrá recibir los programas de televisión y radio de países limítrofes, según las distintas zonas de influencia de los satélites.Francia y la República Federal de Alemania firmaron, el pasado martes, un convenio para la realización y puesta en órbita de dos satélites de difusión directa como colofón de las negociaciones iniciadas en 1976. El primer satélite el alemán TV SAT, será lanzado principios de 1984 por el cohete Ariane, desde la base de Kourou en Guyana. Algunos mese después se lanzará el satélite francés, TDF-1. Cada uno de lo dos satélites podrá difundir programas de tres canales de televisión (más tarde, cinco canales), primero en fase experimental y, después con emisiones regulares. Un tercer satélite quedará de reserva en tierra. El coste total de la operación asciende a unos 29.000 millones de pesetas y será financiada a partes iguales por los dos países. El satélite francés, cuyas alas son unos paneles solares con estructura de carbono en vez de metálica, se está fabricando en Cannes, por la empresa Aérospatiale, firma encargada de numerosos programas militares.
El funcionamiento del sistema de televisión directa por satélite se desarrolla en las siguientes fases: las imágenes se envían desde el estudio de producción hasta la estación emisora por las tradicionales redes hercianas. El satélite recoge las imágenes de la emisora centra y las reenvía a toda su zona de cobertura, donde pueden ser captadas mediante antenas parabólicas individuales y colectivas. La antena parabólica, con un diámetro en tomo a un metro, se situará en lo tejados o jardines, orientada al satélite, que estará en órbita a 36.000 kilómetros por encima del ecuador. Los televisores irán complementados por un pequeño convertidor de frecuencias. La antena y el convertidor costarán, inicialmente, 34.000 pesetas, aunque los japoneses aseguran que podrían ponerlas en el mercado por menos de 25.000 pesetas. El satélite eliminará las zonas de sombra, es decir, aquellas donde no pueden llegar las redes terrestres de difusión de televisión por dificultades orográficas.
La mayoría de los países europeos dispondrán de satélite en 1987, siguiendo las posiciones orbitales, los canales y las zonas de cobertura que les fueron atribuidas por la conferencia administrativa mundial celebrada en Ginebra en 1977. Seis países europeos poseerán satélite propio entre 1984 y 1987, y Francia construirá, antes del año 2000, unos treinta satélites, que suponen un mercado potencial de exportación por valor de 135.000 millones de pesetas. Los satélites, además de programas de televisión, difundirán otros servicios de telecomunicación, como radio, telemática, etcétera.Cada satélite cubrirá un territorio más vasto que el del propio país. Los telespectadores de la franja central europea estarán en grado de ver casi todas las emisiones de Europa occidental. El satélite francés, con un generoso riego de imágenes, superará su propia audiencia francófona y llegará a más de cien millones de europeos. La Costa Azul pueden captar, con calicaptar con perfecta calidad los tres programas franceses, los dos programas italianos y los tres canales suizos. Mediante antenas colectivas (cuyo coste inicial es de 170.000 pesetas), los telespectadores de la Costa Azul pueden captar, con calidad técnica inferior, dos programas de la República Federal de Alemania y los dos programas de Televisión Española.La población española, según algunas versiones, podría ver los programación italiana, siempre con del paralelo 40, a la altura de Castellón de la Plana y Toledo, e incluso sería posible que la franja del Cantábrico pueda captar los programas de Gran Bretaña, mientras que Cataluña podría recoger la programación italiana, siempre con la ayuda, en estos dos últimos casos, de las antenas parabólicas colectivas. Los programas de la televisión suiza se verían en una pequeña franja del extremo norte de Cataluña. El Gobierno francés convocó, a finales del pasado mes, un encuentro a nivel de ministros y directores generales de radiotelevisiones de Europa, en el marco del MIP-TV, recientemente clausurado en Cannes. Al parecer, la Dirección General de RTVE no asistió, aunque sí fue invitada.
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