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Severiano Ballesteros, otro recogepelotas de oro

Severiano Ballesteros, de la estirpe de los recogepelotas, de la raza de los españolitos insólitos, del grupúsculo de los genios esporádicos, le ha proporcionado al depauperado, triste y casi yermo deporte español la ocasión de ordenar un volteo general de campanas y disparo de morteretes. Severiano Ballesteros, que triunfó en el Open británico y se ganó a los lores del imperio, ha vencido en el Masters de Estados Unidos y ha obtenido la admiración de los prohombres de las multinacionales. Severiano Ballesteros es, en el mundo de habla inglesa, un triunfador a lo Santana.

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Severiano Ballesteros

A los españoles, desde aquello de la Invencible, siempre nos ha venido bien recurrir a los elementos para justificar derrotas. A Severiano Ballesteros, que es de Santander, la lluvia de Augusta en la última jornada le pareció mayor maravilla que la que cae en Sevilla. Severiano Ballesteros no podrá convertirse en una segunda edición de Santana, porque los terrenos para el golf son bastante más difíciles de adquirir y porque las retransmisiones televisivas no pueden darle a este deporte el mismo tratamiento. Es una pena, porque con una adecuada promoción íbamos a tener ídolo del que echar mano en los momentos más idóneos.El abandono del deporte popular, durante tantos años, nos ha proporcionado la curiosa anécdota de que algunos de los más sobresalientes deportistas hispanos han salido del submundo de las especialidades más elitistas. El tenis, el golf y la vela han proporcionado triunfos absolutamente inesperados, y las cotas máximas las han alcanzado hombres como Santana, Orantes y Ballesteros, que antes que triunfadores fueron los niños yunteros de la raqueta y el green.

El lenguaje deportivo español estuvo, hasta la década de los sesenta, constreñido a la inspiración de Matías Prats (segundos tiempos Enrique Mariñas), y se nos quedó pequeñito en cuanto la masa aprendió a distinguir el esférico del punto de penalti, la línea divisoria de ambos campos, del círculo central, la perpendicular del área de castigo, de la posición teórica del antiguo medio centro y hasta los prolegómenos de los aledaños del campo. Con la llegada de Santana, además del «entró, entró» de Juan José Castillo, incorporamos el drive y el smash, el lob liftado y el passhing shot. Del geometrismo futbolístico pasamos a un, lenguaje mucho más fino. Justo a los quince años de aquella memorable final de Copa Davis, en Sidney, Santana ha vuelto a jugar un torneo de viejos maestros y ha perdido con Newcombe, al que derrotó, también en la final, en Brisbane, en 1967. En el tenis, desaparecida la etapa continuadora del santanismo, protagonizada por Orantes, ya no tenemos más reveses sonado que los que producen las derrota ante segundas series del tenis

Severiano Balleteros podría se un renovador del lenguaje si e personal lograra aprenderse lo de caddie, birdie, green, links, eagle bogey y demás tecnicismos golfistas. Entre los procuradores en Cortes, guiados por Pepe Solís, hubo épocas en las que se habló de política de ataque y política de defensa. Entre los procuradores de espectro de Laureano López Rodó se puso de moda la subida a la red la volea baja. Ahora que también hay gente muy fina en las Cortes quizá se ponga de moda hacer el recorrido de una ley con un brillante bajo par. Ricardo de la Cierva, que está en casi todo, se perdió la ocasión de ir a Augusta, en donde hubiera tenido la ocasión de manifestar que Ballesteros es el espejo en el que debe mirarse la juventud española.

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