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Rayo y Sevilla rivalizaron por hacerlo mal

El Rayo y el Sevilla rivalizaron en Vallecas por adjudicarse el titulo de equipo más malo. No puede hablarse de un partido de fútbol, porque éste, como tal, no existió. Se consumió en una serie inaguantable de errores, entregas al contrario y desaciertos futbolísticos varios. El empate vuelve a colocar al Rayo en un complicado menos seis, y concede cierto respiro al Sevilla, sorprendentemente -por la calidad de algunos de sus jugadores- metido también en zona negativa, aunque no extrañó tanto esta situación después de comprobar el apático deambular de los jugadores de Muñoz por el sembrado vallecano.Desde el comienzo se intuyó el bodrio que se avecinaba. Aquello parecía una lucha auténtica de despropósitos. Todo consistía en ganar el mayor número de batallas (fallos). El escenario de tan penosa guerra contribuyó notablemente a este desarrollo del juego. Fue un espejismo el ansia inicial de Alvarito, que muy pronto quiso recobrar la titularidad perdida, pero que más rápidamente aún cayó en sus defectos de siempre.

Sentadas estas necesarias premisas, quedó claro que la única forma de que el Rayo o el Sevilla acertaran con el gol estaba sujeta a alguna genialidad de Morena, en un lado, o de Bertoni, por el otro. Y, por supuesto, que se produjera algún que otro fallo. Curiosamente, ambas situaciones llegaron para satisfacción de los fáciles adivinos. Una acción perfecta del ariete uruguayo -no hizo más en todo el partido- sirvió para conceder esperanzas de triunfo a los rayistas. El error estuvo en Nimo, que no supo evitar que el balón traspasara la línea. El central sevillista ayudó a que entrara, en su intento de despeje. La cosa no podía quedar así, y cinco minutos después, la repetición genialidad-error corrió a cargo de Bertoni, aquélla, y de Uceda, el regalo.

Ante tanto desacierto, también resultó lógico que el árbitro, Miguel Pérez, y sus auxiliares, sintieran envidia y quisieran sumarse a la cosa. Es difícil que puedan cometerse en noventa minutos tantas equivocaciones en los fuera de juego. Se pitaban los que no eran. Se concedía una extraña ley de la ventaja a situaciones flagrantes de ilegalidad. Una de ellas, ya en la segunda parte, estuvo a punto de costar otro negativo al Rayo. Esta vez el meta Mora acertó a rechazar con apuros el disparo final de Bertoni, tras la colada antirreglamentaria del argentinor, consentida por el juez de línea, en primera instancia, y por el árbitro, al final.

Reseñada la excelente acción de Mora, hay que mencionar asimismo otra magnífica parada a remate fortísimo de Scotta. Y puestos a analizar lo poco bueno del choque, cabe señalar un remate de Bertoni alposte y un inteligente disparo de Clares, con soberbia intervención de Paco. Inútil buscar nada más. Ni con lupa.

Alguna consideración final merece también el entorno del partido. Clares, a quien no puede discutírsele esta temporada su enorme lucha, perdió buena parte de su fuerza por la boca. Se pasé todo el tiempo con la lengua fuera increpando al árbitro, con el consentimiento de éste. Clares llegó a desesperar al espectador neutral con sus continuas protestas y provocaciones. Solamente vio la tarjeta amarilla.

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