Expo-Ocio, una muestra de pequeñas maravillas a precios exorbitantes
Uno de los puntos atractivos en una muestra del estilo de la Expo-Ocio 80, que estará abierta hasta el domingo en la Casa de Campo, son los mil y un artefactos curiosos que por allí se exponen. Expo-Ocio no se caracteriza por sus avances tecnológicos y/o su creatividad, pero algo hay.
Por ejemplo, la bomba automática de vacío In-Va. El chisme, que responde al principio de Bernoulli, cuesta 1.400 pesetas, y aplicado en forma casera prolonga la conservación higiénica de sus alimentos. Aunque no se entienda muy bien su relación con el ocio (fenómeno este que se reproduce en una feria donde hay tornos metálicos dignos de una gran empresa en la sección de bricolage), el Elektro-Glas consiste en una especie de plancha sobre la cual se fijan unos tampones que, humedecidos con agua o alcohol, limpian muy higiénicamente cualquier superficie lisa. Lo único malo es su precio (4.000 pesetas). Ya puestos a arreglar la casa, es curioso un cepillo-brocha que no gotea y que efectivamente pinta sobre cualquier superficie con bastante más precisión que una brocha convencional.La sección de bricolage presenta plantas, piedras y peces, pero sobre todo una enorme cantidad de taladros y tornos, con los que se supone que el sufrido padre de familia (a él se dirigen) va a acabar por agotarse los fines de semana. De entre todos ellos destaca el Gamina de Zinken, con el que por 10.000 pesetas se pueden acometer todo tipo de fresados, taladros, etcétera. Pero, en fin, no todo va a ser trabajo, y si a la familia aún le queda dinero, puede tonificarse con el baño de oxígeno naciente Idromatic 03 (35.000 pesetas), un ingenioso sistema de tubos que introducidos en la bañera sueltan ozono, que es muy sano. Y para no salir del ozono, también hay potabilizadores de agua (47.000 pesetas) y ozonificadores de ambiente, que son igualmente maravillosos y cuestan algo menos (6.500 pesetas). Lo más lógico es que después de haber arreglado el jardín, cuidados los peces, realizado grandes obras en madera o agujereado paredes como un poseso, la familia se sentirá agotada, para remediar lo cual nada mejor que una sauna finlandesa Carfer, que se vende con cabaña y todo al precio de 160.000 pesetas, aproximadamente. Luego, y para aprovechar el tiempo, que también va caro, uno se puede poner a aprender idiomas mientras duerme con el Tiroson, por 35.000 pesetas. Un mundo feliz.
Una de las estrellas de la feria son los utensilios de utilidad múltiple para su cocina. Así, el Magimix, el Starnix y otros varios que trituran, mezclan, baten, hacen masa y albóndigas, todo ello por unas módicas 30.000 a 50.000 pesetas.
En llegando las vacaciones se presenta otro buen momento para dejarse el dinero, y así uno puede adquirir un velero Puma (precioso, eso sí) por cerca del millón y medio de pesetas; pero quienes no deseen tanto gasto pueden hacerse con una tabla de surf a vela, en la que se dejarán de 50.000 a 110.000 pesetas, y de la que podrán caerse muchas veces, para el disfrute y regodeo de sus íntimos y sus ajenos. Claro que con lo que han costado los navíos es probable que nuestra familia mesetaria no tenga dinero para un hotel en la playa, cosa que puede arreglarse fácilmente con un remolque que sólo cuesta entre 250.000 y 500.000 pesetas.
La sección de sonido es desoladora. Es cierto que por allí están representadas las mejores marcas, con ofertas interesantes, pero novedades tecnológicas, como videos, paneles acústicos, tocadiscos a láser y demás brillan por su ausencia.
El arruinado ocioso puede también hacer un par de cosas gratis por las cien pesetas que le ha costado la entrada: tirar con arco, saltar en una cama elástica, ver el bonito stand de la Armada española o tomarse un fino con la Junta de Andalucía. Y en todo caso, y para recuperar algo, siempre puede hacerse con un detector de metales. Aseguran que encuentra tesoros ocultos. Es la solución para esta exposición del ocio (caro).
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