El japonés Sadamichi Hirasawa
ha cumplido 88 años. La noticia no tiene nada de extraordinario, si no se añade que los ha cumplido en la penitenciaría de Sendai, en el norte de Japón, donde aguarda desde hace veintiséis años la ejecución de una condena a muerte. Hirasawa, que se encuentra mal de salud, siempre ha proclamado su inocencia en el suceso que le llevó a los tribunales: un atraco en el que perdieron la vida doce empleados de un banco. El cambio permanente de ministros de Justicia y la aparición de varios libros poniendo en duda la culpabilidad del acusado han ido aplazando desde entonces su ejecución.
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