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Carrillo considera el escándalo de RTVE como el Watergate de Adolfo Suárez

Según el secretario general del Partido Comunista de España (PCE), Santiago Carrillo, el escándalo de la corrupción en RTVE puede ser el Watergate de Suárez. Carrillo hizo esta declaración en el curso de una conversación que mantuvo en la noche del pasado martes con un grupo de periodistas, y en la que afirmó que el Gobierno había dado un importante giro hacia la derecha en su política. El líder comunista, en sus declaraciones, criticó la invasión de Afganistán por la Unión Soviética y se refirió a sus recientes viajes a Italia y Bulgaria y a los procesos autonómicos de Cataluña, País Vasco y Andalucía.

Santiago Carrillo expuso, en su conversación, las posiciones del PCE sobre la situación interna española y la internacional. En relación con el primer apartado, el líder comunista señaló que el Gobierno -que, en su opinión, sólo dirigen Suárez y Abril-, ha dado, desde las pasadas elecciones, un importante giro a la derecha porque sometido a una minoría parlamentaria se ve, entre otras cosas, obligado a pactar continuamente los temas inmediatos, y pierde una perspectiva de Estado a largo plazo. En dicho proceso, Carrillo citó los siguientes temas, que, según su opinión, revelan el giro a la derecha de UCD: investidura de Suárez, programa económico del Gobierno, freno a las autonomías, proyecto de ley de autonomía universitaria, estatuto de los trabajadores, acuerdo-marco y viaje de Suárez a Washington.Según Carrillo, en todos estos temas se ve un claro giro a la derecha del Gobierno de UCD, secundado en algunos casos por el PSOE, que, en su opinión, actúa engañado y asume parte de las responsabilidades del poder sin participar en el mismo. El líder del PCE señaló que la actual actitud moderada de su partido y de Comisiones Obreras -con referencia al nuevo ofrecimiento de diálogo de Marcelino Camacho a Nicolás Redondo- se inscribe en la idea de que la ruptura de las relaciones actuales de la izquierda (pacto municipal, aquí inicluido) provocaría un giro brutal hacia la derecha de la situación política española que incluiría el recorte de las libertades democráticas y que, en definitiva, haría innecesario cualquier intento de golpe militar en nuestro país. Carrillo insistió en la idea de que, en este momento de transición política, es necesario un Gobierno fuerte con amplia mayoría en el Parlamento. Añadió que desde las elecciones pasadas sólo ha mantenido una conversación a fondo con el presidente Suárez, con motivo de las negociaciones previas a la aprobación del Estatuto vasco.

En el plano internacional, Santiago Carrillo reafirmó la línea de su partido de mantener una postura eurocomunista al margen de las directivas de Moscú. Condenó la intervención en Afganistán de la Unión Soviética y el destierro, de Sajarov, y afirmó que tanto el PCE como el PCI de Berlinguer están decididos a proseguir su camino de manera independiente, recordando que otros partidos comunistas, como el sueco, el británico y el belga, están en situación similar. De sus contactos con Berlinguer, en Roma, Carrillo obtuvo la impresión de una importante coincidencia de criterios con el PCI. Apoyó la idea de una distensión europea, propuesta y programada por socialistas y eurocomunistas europeos, al hilo de la reciente resolución, que en este sentido aprobó hace poco el Parlamento de los nueve de la CEE, y reveló que el PCI y el PCE se habían opuesto a una conferencia paneuropea de partidos comunistas.

Autonomías

Sobre el proceso autonómico, Carrillo calificó de frenazo la actitud del Gobierno, aludiendo a lo que llamó política inmediatista. Señaló, más adelante que era partidario de un Gobierno tripartito en Cataluña entre socialistas, comunistas y los nacionalistas de Jordi Pujol. Dijo que, aunque el partido Convengencia Catalana era, en principio, opuesto a la presencia comunista en el Gobierno, no excluía un cambio de actitud a la vista de los resultados electorales. Apuntó, en este apartado, que sería inviable un Gobierno socialistas monocolor, y que la incidencia del PSA en estas elecciones se creía menor de la esperada en un principio.En relación con la situación en Euskadi pronosticó una victoria del PNV, y calificó como reacción electoralista la decisión del PNV de abandonar el Parlamento. Añadió que Euskadi debía recibir las competencias autonómicas que se le prometieron y que había que involucrar a los políticos vascos en el Gobierno de Madrid.

Por último, consideró desastrosa la presentación por parte del Gobierno del referéndum andaluz, y aseguró que UCD sufriría un serio desgaste por esta actitud, con la que el Gobierno intenta retrasar y suprimir la formación de autogobiernos regionales de izquierdas.

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