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En España, más conflictos que éxitos

El año 1979 en España ha estado marcado mucho más por los conflictos que por los éxitos deportivos. El fútbol, siempre en candelero y que en el reparto europeo de títulos de clubes dejó uno al Barcelona en la Recopa -junto al Nottingham, en la Copa de Europay al Borussia, en la UEFA-, vio la apurada clasificación del equipo nacional para la fase final de la Eurocopa y se envolvió de un halo polémico muy necesario desde hacía ya bastante tiempo. Con la AFE se iniciaba el asociacionismo deportivo para la defensa de justas reivindicaciones, y fue necesaria una huelga el 4 de marzo, por vez primera en la historia del balompié español. Quizá, de haber sucedido ésta antes no estaría el nivel de juego tan bajo como ahora.Después vendría la negativa asamblearia, por celosa iniciativa del presidente del Barcelona, a que se televisasen partidos. El tema aún está sin resolver. El estrambote ridículo a otras asociaciones como la de árbitros -siempre torpedeada- o entrenadores, fue la de dirigentes deportivos, como si quisieran unirse también para no perder sus totalitarios privilegios de siempre. En cuanto al Mundial 82, largo tiempo tardó Raimundo Saporta, «el deseado», en volver al timón del comité organizador, en cuanto, quedó claro que las decisiones políticas serán de los políticos y no suyas, como temía el PSOE. Lo que no tuvo solución fue el horroroso Naranjito, mascota a soportar.

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1979 fue un año de transición deportiva

Las figuras españolas del año con proyección internacional no abundaron: Ballesteros, ganador del open británico de golf, verdadero campeonato mundial oficioso; Nieto, por novena vez campeón mundial, en esta ocasión en 125 centímetros cúbicos, con racha de victorias parciales consecutivas y caída incluida, de la que se recuperó con un coraje increíble; David López Zubero, el único nadador español con aspiraciones de medalla olímpica tras sus 55-15 en cien metros mariposa, quinta mejor marca mundial del año, y José Marín, el marchador también esperanza -junto con Llopart, éste recordman europeo de cincuenta kilómetros-, que superó dos récords mundiales, aunque en distancias no olímpicas. El atletismo, en realidad, pese a contar con hombres como Corgos, Moracho o González, entre otros, se preocupó más de lavar sus trapos sucios y otra huelga de atletas ausentes de los Juegos Mediterráneos de Split -donde la actuación discreta en todos los deportes imperó- fue el comienzo de la dimisión del director técnico, Rafael Pajarón, contra quien iban todos los tiros. El presidente, De Hoz, le acabó obligando a ello con una jugada burocrática entre sucia y sibilina.

Natalia Mas, la mejor nadadora hispana, fue también la única a destacar con cierto nivel. Dentro de los deportes básicos tampoco es posible lanzar las campanas al vuelo porque la gimnasta Aurora Morata ganase medallas ante flojas rivales en Split. En el Mundial ya se vio su verdadero valor. Fue bastante más importante el oro de outrigger a ocho de remo, aunque fuese en «pesos ligeros», es decir, remeros de menos de 75 kilos de peso, con lo que a la hora olímpica poco podrán hacer; incluso el título mundial B de balonmano -equivalente al undécimo puesto mundial-; la medalla de oro de Antonio Páéz en los ochocientos metros de los europeos de atletismo en pista cubierta -pero sin los mejores especialistas al aire libre en liza-; los títulos mundiales juniors de José Ignacio Vijandi en ciclocross, de los equipos de tiro, foso olímpico y cross, y el de José Luis Doreste, en vela, clase Europea; el de los hermanos Andrade fue en seniors, aunque en la clase vaurien, no olímpica.

Al margen de los títulos en deportes menos extendidos por el mundo -caso del hockey sobre patines, razón por la que aún aspira a ser olímpico-, el hecho es que la discreción presidió la mayoría y el fracaso abundó en algunos tan importantes como el tenis -salvo Higueras-, baloncesto -sexta la selección en el europeo y el Madrid perdió el título de clubes-, esquí -salvó la Copa de Europa ganada por Juan Manuel Fernández Ochoa, lesionado ahora para colmo del negro porvenir cara a Lake Placid-, voleibol -el deporte con más licencias en el mundo y que en España ni siquiera se aspira a ir a Moscú, consciente la Federación del ínfimo nivel existente, sólo paliado en alguna parte por el Real Madrid-, ciclismo -que presencia los triunfos extranjeros en la revivida Vuelta y el ridículo hispano-en escenarios de antiguas hazañas como el Tour- o el boxeo -agonizante entre el propio negocio morboso de los golpes y la sangre y la preferencia de los jóvenes al paro a tener coágulos en el cerebro por unos difíciles puñados de pesetas-.

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