1979 fue un año de transición deportiva
Al llegar los fines de año, las listas de los mejores deportistas se resumen con sospechosa alegría, con más o menos datos y con más o menos intervención de expertos. Resulta curioso comprobar que si aún es difícil aceptar una tabla en atletismo para calibrar si es mejor una gran marca en carreras, otra en saltos o una tercera en lanzamientos, cómo no lo va a ser entre distintos deportes. Evidentemente, a nivel internacional, nadie puede discutir en 1979 que el atleta británico Sebastián Coe, recordman del mundo en 800, 1.500 metros y la milla, debe ocupar uno de los puestos de privilegio. Pero de ahí a valorar con seguridad que sus logros fueron superiores a los triunfos de Bjorn Borg, ganador de los torneos de Roland Garros y Wimbledon -por cuarta vez consecutiva récord absoluto-, como éxitos fundamentales entre otros muchos, resulta una temeridad. Apurando aún más el tema, ¿por qué descartar a Bernard Hinault, el ciclista casi imbatible? Nadie duda que correr un 800 en 1-42-4; un 1.500, en 3-32-1, y la milla, en 3-49-0 es una. verdadera hazaña. La perfección y potencia de golpes con una raqueta, no menos. Pero hacer más de 4.000 kilómetros en veintidós etapas, montando sobre una bicicleta, subiendo cuestas increíbles o haciendo contra reloj medias de cincuenta kilómetros por hora, también es impresionante.
Dos destacados
Porque, además, incluso en las mismas especialidades, puede haber varios destacados. Si en tenis se cita a Borg, no se debe olvidar a John McEnroe, su único rival temible -ya no Connors-, la gran confirmación, ganador del Campeonato de Estados Unidos en Flushing Meadows y del Masters, primer título del año que acaba de terminar. En automovilismo, señalar sólo al campeón del mundo de la fórmula reina, Jody Scheckter, es muy fácil cuando su compañero de Ferrari, Gilles Villeneuve, asombró en todo momento, e incluso el australiano Alan Jones, gran dominador de la parte final del campeonato, lo perdió por el sistema de puntuación aplicado. Si ya resulta difícil saber qué deportista es mejor al comparar diferentes técnicas o modalidades, no lo es menos cuando, a veces, un título o varios son menos significativos que el dominio general, sin ellos, en una determinada parcela. Este es el caso del esquiador Ingemmar Stenmark, indiscutible número uno de las pruebas de habilidad o slalom -dos de las tres que componen la modalidad alpina: especial y gigante, pero que al no correr en su descenso no ganó la Copa del Mundo. Sí lo hizo, en cambio, una bez más, la austriaca Anne Marie Moser-Proell, aún la mujer más destacada.Si el atletismo dio el año 1979 la figura masculina de Coe y tampoco se puede olvidar a Pietro Mennea, con sus 19-72 en 200, o Reinaldo Nehemian, 13-00 en 110 metros vallas, el lado femenino confirmó a Marita Koch, que por cuatro veces superó records mundiales y se convirtió el 10 de junio en la primera mujer que bajaba de los veintidós segundos en los 200 metros. En 400, su plusmarca actual es de 48-60, mejor o similar que las nacionales masculinas de muchos países aún en el mundo. Ha quedado como avanzadilla del deporte en general de la RDA, que ha perdido gran parte de su potencial anterior, quizá porque los techos hace pocos años se pusieron pronto demasiado altos. Aunque en remo, por ejemplo, se mantiene su dominio absoluto, no así en la natación femenina, que ha pasado a ser norteamericana.
Cynthia Woodhead, con sus 1-58-23, récord mundial en 200 libres, 2-16 menos que la siguiente clasificada en el ranking mundial, fue la más destacada de un año, con la característica típica ya citada de la transición. En tenis, Tracy Austin no acabó de destronar a Chris Evert, a la que sí superó Martina Navratilova, vencedora en Wimbledon. En el deporte acuático, donde las mejoras son constantes, parece haber existido un compás de espera hasta Moscú-80. Se lo tomó Trancy Caulkins, por ejemplo, la reina de los pasados mundiales, y sólo surgió la jovencísima Mary S. Meagher para apoderarse, a sus quince años, de los récords en 100 y 200 mariposa.
En el lado masculino, en cambio, la gran amenaza de la URSS se cierne sobre Estados Unidos, dominador absoluto siempre. De los seis únicos récords mundiales superados esta temporada, cinco lo fueron por soviéticos y concretamente al imbatido VIadimir Salnikov, que logró dos veces el de 400 (3-51-41 y 3-51-40), así como el de 800 (7-56-43), se le puede considerar el más destacado del año. El caso de la natación soviética es un ejemplo claro de aprovechamiento de la masa y de un trabajo paciente con vistas a sus Juegos Olímpicos.
La superioridad general impuesta por la URSS sobre Estados Unidos en Montreal se puede confirmar de forma estruendosa a partir del 19 de julio, fecha de la inauguración. Su dominio en otros deportes a lo largo de 1979 así lo demuestra: gimnasia -Alexander Ditiatin, Nelly Kim, por la lesión de Nadia Comaneci, y el equipo masculino, campeones mundiales-; piragüismo, lucha, esgrima -copo de medallas en los mundiales-; halterofilia -de nuevo por encima de Bulgaria-; voleibol -otra vez campeón de Europa masculino-, y baloncesto -al arrebatar el título europeo a Yugoslavia y encontrar en el gigante Tkachenko, 2,20 metros de estatura, al mejor jugador continental- Incluso ya en Lake Placid, a domicilio, desde el 12 de febrero próximo, su superioridad en hockey hielo -también titular mundial-, en patinaje artístico o en el esquí de fondo puede dar a la URSS los primeros éxitos de un año que quiere sea memorable.
"El otro deporte"
Donde no los ha conseguido, al ser elimínada de la fase final de la Eurocopa, es en fútbol, aunque a nivel olímpico, con su «amateurismo» tan sui generis, ya será otro cantar. Precisamente este tema, puesto últimamente más aún de actualidad por las recalificaciones de los atletas Stones, Drut y Oldfield, fue uno de los habituales en el año. ¿Quién es ya amateur en la alta competición? Más o menos es una pregunta tan difícil de contestar como la de si hay política en el deporte. La gira de equipos de rugby suráfricanos por Francia y Gran Bretaña provocó amenazas africanas de boicot olímpico, que no se llevarán a efecto como en Montreal por «respeto» a la URSS. Esta, además, tendrá el problema de admitir a Israel en sus Juegos y a China Popular, que reingresó en el movimiento olímpico después de hacerlo previamente en las más importantes federaciones internacionales. El paso asiático, sin embargo, parece muy arriesgado, pues su infraestructura deportiva, tantos años aislada, no está preparada a nivel de élite más que para responder a una altura muy inferior a la de un país de casi mil millones de habitantes. Todo ello se ha suscitado en 1979. El doping en sus más variadas formas ha aumentado. Cada vez se han abierto más incógnitas. Evidentemente, 1980 debe empezar a ser el fin de toda una transición.
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