Que se vaya

Los periodistas de Barcelona están preocupados. La animadversión del presidente del Barça hacia la libertad de expresión ha superado todos los cálculos. Ahora ya no temen que sus empresas reciban presiones para adelantarles la jubilación o despedirles, como amenazó Núñez hace un par de meses. Se temen lo peor: que quieran cerrarles la boca por medio de la dialéctica de los puños y otros argumentos contundentes. Para hoy se teme que los morenos vuelvan a la carga.Nunca, en su historia, el Barça vivió una época semejante. Nunca un presidente hizo tanto por deteriorar la imagen de una entidad señera. Nunca un presidente cometió tantos errores seguidos. Nunca un presidente adoptó posturas tan merecedoras de repulsas masivas. El peor servicio que puede hacerle el presidente barcelonista a su club es permanecer un solo día más en su puesto. Fue elegido democráticamente, pero los hechos han demostrado que los socios cayeron en el peor de los errores.

Afortunadamente, el Barcelona es algo más que un club y, naturalmente, algo más de lo que merece el señor Núñez. El Barcelona le viene grande. Demasiado grande. Núñez es un obseso del poder y la gloria. El poder que concede el dinero lo tiene, pero la gloria no se la ganará.

Núñez quiere vencer, mas no logrará convencer, porque para ello, además de la fuerza, hace falta tener la razón. Y ésta ha caído del lado de los numerosos enemigos que se ha creado.