Felipe González recobra el control del Partido Socialista
La crisis abierta hace cinco meses en el PSOE se cerró ayer con la reelección de Felipe González como secretario general, acompañado de su antiguo equipo dirigente. El motivo que originó esta crisis, que fue el debate ideológico, ha quedado resuelto con la definitiva inclusión del marxismo en la resolución política aprobada. El Congreso Extraordinario del PSOE ha supuesto dos procesos paralelos, con la asunción de principios políticos e ideológicos similares a anteriores congresos y la elección de una ejecutiva que mezcla la continuidad con algunos nombres nuevos
La impresión general es que el núcleo de la corriente mayoritaria ha intentado conseguir dos objetivos: demostrar que el partido no da un viraje a la derecha -como aval se presenta el contenido de la ponencia ideológica- y alcanzar una nueva imagen en relación con la ejecutiva anterior, con el relevo de ciertas personas -Yáñez, Albiñana-. Esta renovación se ha efectuado sin alcanzar al sector crítico.La delegación gallega anunció que se abstendría en la votación, dado que llevaba el mandato de lograr una ejecutiva de síntesis y esto no se ha conseguido, mientras que la delegación de Madrid no votó a varios nombres de la candidatura de Felipe González, entre ellos, Gregorio Peces-Barba y José Federico de Carvajal.
Las negociaciones para perfilar la candidatura oficial pasaron por algunos momentos difíciles en el curso de la jornada, derivados del intento de algunos delegados andaluces de defender una candidatura de integración de los diversos sectores, así como la amenaza de la delegación vasca de abstenerse si no se incluía a Txiki Benegas, inicialmente excluido. A última hora se adjudicó una vocalía al secretario general del Partido Socialista vasco.
En lo que se refiere a la ponencia política, la polémica sobre el marxismo ha quedado cerrada en los siguientes términos: «El PSOE asume el marxismo como un instrumento teórico, crítico y no dogmático, para el análisis y transformación de la realidad social, recogiendo las distintas aportaciones, marxistas y no marxistas, que han contribuido a hacer del socialismo la gran alternativa emancipadora de nuestro pueblo y respetando plenamente las creencias personales.»
Por otra parte, la ponencia política reconoce el respeto a las diversas corrientes de opinión en el seno del partido y describe al PSOE como «partido de clase y de masas», que debe estar plenamente arraigado y desarrollado en la sociedad. También se recoge la necesidad de desarrollar al máximo los presupuestos federales de organización del partido.
Asimismo, la resolución política establece que el PSOE no puede participar en un Gobierno de coalición en «posición subordinada», y que en el caso de que fuera necesaria una participación en el Gobierno, tal decisión habrá de ser adoptada por el comité federal. Esto último es uno de los escasos puntos en que no se ha aceptado la postura del sector crítico.
Alfonso Guerra declaró anoche a EL PAÍS que «la tarea de vicesecretario general -cargo que se le atribuye en la nueva ejecutiva- consiste en suplir al secretario general y compartir trabajos con él, especialmente en lo que se refiere al grupo parlamentario».
En su discurso de clausura del congreso, Felipe González levantó grandes aplausos al alabar a los integrantes de la lista crítica. Afirmó que la democracia y la libertad son valores conseguidos por la clase trabajadora y que le corresponde históricamente al PSOE su defensa. Insistió en que el partido asume sus compromisos hasta el final, de forma que no romperá el pacto municipal con otras fuerzas de la izquierda, pero pidió que no se pongan «zancadillas» a la actuación de los alcaldes socialistas. Dijo que al PSOE le corresponde también la lucha contra el paro, lucha que no puede llevar la derecha, porque exige transformaciones que van contra sus intereses.
«Los tiempos serán duros y difíciles para el socialismo en este país durante los próximos años», prosiguió. «Tenemos que penetrar más en la clase trabajadora y en las demás clases.» El señor González mostró su preocupación por la debilidad de la democracia y pronunció duras palabras contra la violencia y el terrorismo. «La violencia de ETA amenaza la libertad del pueblo vasco, porque no quiere el Estatuto ni ninguna otra fórmula que le devuelva la libertad. El 25 de octubre llegará, pese a los terroristas y los golpistas.»
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