El Madrid, finalista del Teresa Herrera
ENVIADO ESPECIAL, El Madrid necesitó de los lanzamientos desde el punto de penalti para pasar a la final del Teresa Herrera. Su buen juego durante todo el partido, que le hizo superar al Honved, no le sirvió para ganar el encuentro por un desdichado fallo de García Remón, en los últimos minutos, debidamente enmendado en la serie de lanzamientos. El Madrid tuvo el suficiente valor como conjunto para superar al Honved en casi todas las zonas. Cunningham, estrella del espectáculo, se despachó con cuatro o cinco destellos brillantes, pero su aportación al juego de conjunto no fue todo lo buena que sería de esperar.El Madrid se asentó en el campo con aires de equipo rodado, sin dar nunca la apariencia de estar en la pretemporada. De media para atrás el equipo jugó con soltura, acierto, en los relevos, fuerza y hasta cierta agresividad a la que los húngaros casi nunca quisieron responder. El Honved, equipo sólido, hecho de jugadores técnicamente bien equipados, con precisión en las entregas, pero sin gran chispa, era un rival digno que podría garantizar el espectáculo. Pero el Madrid decepcionó en la punta del ataque, ya que ni Juanito, ni Cunningham, ni Santillana, demostraron la habilidad precisa en el juego en corto para desenvolverse en la poblada área húngara, que guarnecía bien el Honved, bajando hasta nueve de sus hombres de campo cuando era preciso. El coraje y acierto de los hombres de la media madridista fueron suficiente como para garantizar el dominio territorial durante amplias fases del partido.
Todos los ojos estaban puestos en Cunningham, que a su vez dio la impresión de intentar responder más a la expectativa creada en tomo a su figura que a las necesidades de su equipo. Sabía que el público esperaba de él genlalidades y las intentó siempre que le llegó el balón. El resultado es que perdió más de las dos terceras partes de los que jugó, y se salvó gracias a cuatro o cinco destellos brillantes, entre los que destacaron dos formidables zambombazos a puerta. Cabe definirlo como un espléndido jugador para la media punta, con una capacidad de sprint suficiente como para acelerar súbitamente los contraataques y llegar al hueco antes de que pueda ser cerrado; también es estimable su potencia de disparo. Lo que hay que poner en duda es que su precio como jugador sea el que se ha pagado por él.
Otros elementos de interés para el aficionado eran Camacho y Angel. El defensa se mostró falto de ese sentido de oportunidad indispensable para los jugadores de marcaje; pasó algunos apuros ante su extremo y le faltó confianza para intentar jugada las pocas veces que subió arriba, sólo tres en la primera media hora; a partir de entonces quedó clavado atrás; quizá le falte algo de fuerza, pero desde luego le faltan bastantes partidos para sentirse a gusto en el campo. En cuanto a Angel, convenció plenamente recibió la misión de ser el hombre sacrificado de la media, acudiendo a la defensa para cubrir los relevos de cualquier hombre de atrás que subiera al utaque y ni una sola vez se le pilló descolocado; su colaboración al ataque fue también muy estimable y acreditó un enorme fuelle.
El partido no tuvo grandes alternativas; al continuo dominio madridista replicaba el Honved con elaboradas jugadas, de las que de cuando en cuando obtenía como fruto algún disparo seco desde las, proximidades del área, habilidad que tienen muy dominada los delanteros húngaros. García Remón no intervino mucho pero tuvo algún sobresalto. El Madrid marcó un gol gracias a su insistencia al poco de comenzar la segunda parte y tuvo ocasiones para hacer alguno que otro más; Cunningham y Juanito pecaron de individualismo más de una vez y dieron al traste con claras jugadas de gol.
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