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Tres franceses están dando la vuelta al mundo en un velero

El pasado 30 de mayo salió del puerto de Saint-Malo, en Bretaña del Norte, el velero Jolie Brise, tripulado por tres jóvenes franceses (dos chicos y una chica), con el propósito de dar la vuelta al mundo. Anne Bouvery, Pascal Porée y Jean-Marie Floch tardarán en cubrir el itinerario previsto alrededor de cinco años. El barco en el que navegan es un velero de aluminio, de once metros de eslora, que ellos mismos han construido y que les ha costado tres millones de pesetas. Durante su largo periplo vivirán, según su deseo, en permanente contacto con la naturaleza y estudiarán la forma de vida de los países que visitarán. Con ellos ha habladoMabel Galaz.

Los tres arriesgados tripulantes han tardado en preparar el viaje ocho meses, de los cuales cinco los dedicaron única y exclusivamente a construir el barco. Pascal Porée es el capitán y el que por su profesión -carpintero- ha dirigido las obras. Él es además el encargado de la dirección técnica y el que realiza las mediciones en alta mar. Anne, su novia, comparte por igual las tareas diarias del velero, aunque se queja de que en demasiadas ocasiones le toca cocinar y limpiar. Jean-Marie recoge en un cuaderno todas las experiencias personales que el viaje les está deparando y en los ratos libres se dedica a pescar, su gran afición.A los tres jóvenes, que apenas sobrepasan los veinte años, les ha movido el mismo objetivo a la hora de embarcarse en esta aventura: el conocer otros países y el vivir durante mucho tiempo en permanente contacto con la naturaleza. Pero Jean-Marie va aún más lejos: «Quiero saber hasta dónde puede llegar mi naturaleza».

El Jolie Brise se encuentra anclado en estos días en La Coruña, adonde llegó procedente de Inglaterra. A finales de este mes reanudará su viaje e irá a Lisboa. A continuación, y según el itinerario previsto, irá a Madeira, Canarias, Senegal, Cabo Verde, las Antillas, Guyana, Brasil, Argentina y Africa del Sur. Esta parte del viaje esperan cubrirla en año y medio. Después seguirán a Australia, islas del Pacífico, Canadá, Estados Unidos, América del Sur y cabo de Hornos, para regresar al punto de partida, en Saint-Malo.

Tanto Anne como Pascal y Jean-Marie están seguros de que no ocurrirá nada. No tienen miedo al mar ni a sufrir ningún accidente. «Si alguno de nosotros enfermara o si el barco tuviera alguna avería», dicen, «esperaríamos en un puerto hasta que todo se solucionase y luego continuaríamos. » Ellos piensan que hasta Senegal el viaje apenas encierra riesgos. A partir de entonces comienza lo más difícil del viaje. El océano Atlántico lo cruzarán en tres semanas.

La financiación de esta aventura ha sido uno de los grandes problemas que los tripulantes han tenido. «Hasta las Antillas hemos ahorrado el dinero suficiente, pero luego tendremos que trabajar.» El presupuesto para el viaje por navegante es de 7.000 pesetus mensuales, en las que van incluidas una pequeña cantidad de dinero, por si tuvieran alguna avería o por si el barco sufriera algún desperfecto.

«Somos tres en el velero porque la idea de hacer el viaje fue de los tres, aunque lo ideal es que encontráramos a una cuarta persona. » Anne opina que debería ser una chica la que se sumase a la expedición. «La comunicación», dice Anne, «es algo primordial a bordo. Si hubiera otra chica todo estaría más equilibrado. Hay coliversaciones que aunque quiera no puedo mantener ni con Pascal ni con Jean-Marie, porque no me entienden.» No esperan tener graves disputas en estos largos cinco años. « Hemos programado el viaje de tal forma que siempre tengamos algo que hacer.»

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