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Sólo Del Bosque dio el tono en un mediocre Madrid-Rayo

Real Madrid: García Remón; Sabido, Benito, Pirri, Wolf; Del Bosque Stielike (Roberto Martínez, m. 65), Jensen (García Hernándef, m. 72); Juanito, Santillana y Aguílar.

Rayo Vallecano: Pascual; Anero (Mariano, m. 72), Uceda, Tanto, Rocamora; Nieto, Robles (Clares, m. 6 l), Francisco, Rial, Landáburu; Alvarito.

Goles: 1 -0. M. 24. Falta al borde del área rayista, que lanza Aguilar. Después de varios fallos de atacantes y defensores, Del Bosque, hábilmente, remata de espaldas, con Pascual fuera de la portería. Anero saca el balón, pero cuando ya ha traspasado la línea, según indica un juez de línea al árbitro.

2-0. M. 42. Nueva falta que saca Aguilar, toca de cabeza Santillana y Uceda, al ceder también de cabeza a su portero, le bate en plena salida.

2-1. M. 45. Pase de Landáburu a Alvarito, en el límite del fuera de juego y gol de¡ extremo ante la pasividad de la defensa blanca.

3-1. M. 54. Del Bosque cabecea un córner lanzado por Aguilar, peinando el balón desde el primer poste al segundo.

4-1. M. 85. Pase de Juanito a Del Bosque y gran jugada de éste, que regatea a tres rivales y deja un balón de oro al extremo. Juanito remata imparablemente. Gran gol.

Arbitro: Borrás del Barrio. En un partido que no tuvo complicaciones, tampoco se las buscó, aunque se equivocó un par de veces, sobre todo por culpa de sus jueces de línea. Pareció acertar en los dos goles del Madrid y Rayo, precedidos dejugadas dudosas.

El Madrid goleó al Rayo y está ya a un solo punto del título de Liga. Quizá no necesite pasar otro mal trago dentro de dos domingos en Chamartín, al recibir al Rácing de Santander y permita preparar con tiempo a sus incondicionales el festejo del triunfo si puntúa en Sevilla dentro de cinco días. Anteayer, todos ellos -y cualquier aficionado al fútbol- le pudieron agradecer a Vicente del Bosque que salvara el partido con el Rayo con su calidad. No es que el cuadro vallecano pusiera en peligro nunca el triunfo blanco, sino que esta vez ni siquiera colaboró al espectáculo. Sólo por su impotencia se puede explicar la falta de ambición y de ganas en un equipo que tiene un peligro cierto de descenso. El Madrid, por todo ello, no necesitó esforzarse en ningún momento para ganar.

La eterna duda que queda siempre después de ver esta temporada partidos en Chamartín es si el equipo blanco no da más de sí porque el rival de turno juega aceptablemente, o si tampoco quiere hacerlo cuando el contrario le da facilidades. La cuestión es que el domingo pasado el Rayo dio todas las facilidades del mundo, pero el Madrid no forzó, en ningún momento, una máquina de hacer buen fútbol que tiene bastante olvidada esta temporada. El equipo de Molowny está al borde del título, pero sabe bien que ha tenido mucha fortuna en su terreno y sólo ha solucionado papeletas decisivas fuera de su feudo.

Lo más inexplicable, con todo, fue la pobre exhibición del Rayo. Un equipo que podía haber respirado tranquilo con un punto sacado de Chamartín, dio una sensación lamentable. Aparte de sus cuatro defensas, sacó cinco centrocampistas: Nieto, Robles, Landáburu, Francisco y Rial, para tratar de tender una malla sólida en el centro del campo, pero no le sirvió de nada. El Madrid funcionó suficientemente por medio de Wolf y Sabido, desde los laterales, como para llegar en rápidos contraataques a la portería rival. Ya se sabe que el Madrid ni siquiera se molesta ya en crear otro tipo de juego de conjunto en su terreno. Espera el avance de su rival para tratar de cogerle a contrapié, como si jugara fuera. Ese es uno de los métodos de llegar con peligro o las faltas. De dos de ellas vinieron en esta ocasión los dos primeros goles ante el. Rayo. Los fallos defensivos vallecanos hicieron el resto.

Lo curioso fue que el partido, con el gol de Alvarito a pase de Landáburu, el único hombre que funcionó con clase, pero por libre, hizo pensar que sucedería lo de siempre: apuros locales a pesar de la ventaja inicial. Sin embargo, el Rayo no iba a ser enemigo esta vez. Del Bosque, hombre básico en el Madrid actual, el único que tiene capacidad para mover a sus compañeros, jugó casi a placer. Rial, su teórico marcador, prefirió perderse en un inútil juego creativo -sólo un tiro suyo rozó un poste en una ocasión pero no vigiló al centro campista blanco. Como el Rayo fue a menos según avanzaba el partido, algo aún más incomprensible en un equipo angustiado por el peligro del descenso, la exhibición de Del Bosque alcanzó límites que salvaron lo soporífero y malo del partido. Ni el Madrid forzó ni el Rayo quiso cambiar el rumbo de un encuentro que perdía irremisiblemente. La realidad es que tampoco pudo hacer nada, pues González echó mano de Mariano y Clares, y no son precisamente hombres para enderezar malos caminos. El Rayo no tiene más donde escoger. El domingo recibe al Barcelona, ya sin aspiraciones europeas, pero luego debe viajar a Las Palmas, que aún puede tenerlas. Y el Celta está ya a la par. Negro panorama, tal y como se le vio en Chamartín.

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