Nuevas polémicas en Suiza por la exhibición de "Holocausto"
Por segunda vez en menos de noventa días, los ciudadanos suizos de habla francesa han podido ver o, mejor dicho, horrorizarse con Holocausto. Primero, durante cuatro domingos consecutivos en que el filme norteamericano fue exhibido por el segundo canal de la televisión francesa, de perfecta visibilidad en Suiza. Al final de la primera exhibición de la televisión francesa se ofreció un debate protagonizado por historiadores, sociólogos y víctimas testigos de la época, algunos de los cuales consideraron acertada la producción, pero no lo suficiente reveladora del detalle de las atrocidades del nazismo.En ese dramático debate participó la actual ministra de la Salud Pública del Gobierno del presidente Giscard d'Estaing, Simone Vell, actual candidata al Parlamento Europeo, cuya familia fue exterminada en los campos de concentración de Auschwitz.
Sin embargo, las autoridades de la televisión suiza no se conformaron con un Holocausto televisado desde Francia y programaron una exhibición, también en cuatro capítulos, desde la televisión normanda, de habla francesa, con la sola diferencia de que después de cada uno de los capítulos se ha organizado un debate de más de una hora, sobre la actitud neutral asumida por las autoridades helvéticas durante los primeros años de la deportación masiva de los judíos europeos. Así se abordó concretamente el tema del «cierre de las fronteras suizas» a fines del año 1939.
Durante los debates, uno de los puntos más dramáticos que se dio a conocer fue la decisión conjunta -como se dijo- de las policías alemana y suiza, de estampar una en los pasaportes de los ciudadanos judíos alemanes, para su más rápida identificación. Con esta excusa -se afirmó- la policía suiza negó, en pleno holocausto de 1940, la calidad de refugiados políticos a los judíos que huían por millares de Alemania, Francia y Austria.
La prensa helvética, que ha incrementado con nuevos antecedentes lo que el diario 24 Horas, de Lausanne, calificó de «página sombría de nuestra historia», revivió los términos de una fatídica disposición de la policía suiza, que contó con el visto bueno de las máximas autoridades de la Confederación.
«Los refugiados que han huido únicamente en razón de su raza no deben ser considerados como refugiados políticos».
Durante los debates se destacó que en 1939 había en Suiza poco más de 7.000 refugiados, de los cuales 5.000 eran judíos. No se aceptaron más, se ha dicho, por «razones económicas», pero sobre todo políticas, con el fin de no enemistarse con el creciente poderío alemán.
Entre los participantes en los debates de la televisión suiza destacó el patético caso del profesor Saul Friedlander, actualmente profesor de Historia en las universidades de Ginebra y Jerusalén, cuyos padres, a principios de 1940, intentaron atravesar la frontera suiza desde Francia y fueron detenidos por la policía helvética, devueltos a Francia y enviados posteriormente a las cámaras de gas de Bergen-Belsen. Friedlander sobrevivió sólo porque sus padres, en un último gesto desesperado, colocaron al niño en un convento católico francés, donde, bautizado convenientemente con otro nombre, sobrevivió a los nazis.
Otros participantes en los debates han sido Rita Thalman, profesora de Estudios Germánicos de la Universidad francesa de Tours. Grerhart Tiegner, secretario general del Congreso Judío Mundial, un pastor protestante, un periodista suizo, Enrique Boessenetein, testigos de la época y varios historiadores suizos no judíos. En el último debate participó un profesor de la Universidad de Berlín.
Al parecer -se ha afirmado- lo la retransmisión de la llegada del hombre a la Luna en el año 1969 ha tenido más telespectadores en Suiza que este Holocausto de la pantalla chica.
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