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ELECCIONES MUNICIPALES

Escasa propaganda electoral en las carreteras españolas

Juan Cruz

La carretera, los camioneros y los automovilistas han sido olvidados por los partidos políticos y la Administración, que han preparado la campaña previa a las elecciones locales del próximo día 3.En las carreteras españolas, y especialmente en las de carácter nacional, la propaganda institucional es casi inexistente. La de los partidos se reduce a la que hacen los de izquierda, casi exclusivamente el PSOE. La derecha, representada por UCD, se anuncia al llegar a las ciudades, no a todas ellas, sino aquellas que parecen tener más importancia.

Este panorama se da, concretamente, en la N-III, de Madrid a Valencia. Por Atocha, en la capital de España, el automovilista se despide de la propaganda electoral, que lo acosa fundamentalmente desde la izquierda, aunque a veces recibe un guiño de José Luis Alvarez disfrazado de James Dean. Mientras, en los puentes de la mencionada estación, Enrique Tierno vende su opción sentado en un pupitre como los niños de las fotos escolares.

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El automovilista de la N-III se despide de Madrid, contemplado por el Tamames de chaleco que se sale del cartel y aparece al encuentro de la calzada. La otra izquierda, la que se llama «diferente para avanzar», ofrece sus distintos modos de encorbatarse, con Paquita Sauquillo con su nudo desarreglado, y con Sanroma, pálido por el gasto electoral, sustituyendo con su corbata humilde la que debió ser camisa de Mao.

Más allá del caos que se produce a la salida de Madrid, el automovílista se encuentra con todos los anuncios publicitarios que ya Jardiel Poncela anotó en sus andaduras por España. Falta, si acaso, el anuncio de Ulloa Optico o Caramelos Paco, para que la fisonomía publicitaria sea la de los años 40. De vez en cuando, el PSOE se acuerda de que el automovilista también vota, y se anuncia en una montaña, aunque sus militantes se olvidaron de la S y lo dejaron en «vota POE», lo cual es más sugerente, misterioso, literario, que lo que hubiera sido una simple repetida inscripción política.

La monotonía política del borde de la carretera se rompe al llegar a una industria de polvos de talco que hay en la N-III, antes de Arganda y después de Rivas de Vaciamadrid. Los obreros han recordado que el gobernador civil de la provincia se llama Rosón y le colocan unos adjetivos que harán sonrojar al probable sucesor de Martín Villa.

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En Perales de Tajuña, una especie de portal que se acerca al Tajo, un cartel de José Ramón recuerda que el PSOE es un partido verde, y más adelante, por Tarancón, el mismo grupo político recuerda la composición de la honradez.

Esta palabra, que el PSOE repite en todo el trayecto, deja una sensación de deshonestidad automovilística, que se rompe en Cuenca, provincia que coloca estas afirmaciones categóricas en la carretera: «Cuenca es paisaje, Cuenca es arte, Cuenca es única». En la N-III, Cuenca es la opción política que mejor se vende. Aunque en Villarrubio y en Motilla del Palancar FN y UCD son los que parecen más preocupados por ofrecer su arte al automovilista.

La "forsa" de Felipe González

En la provincia de Valencia, tierra aparentemente socialista, se demuestra que si hay un pintor famoso en los pueblos de este país es José Ramón. Junto al paisaje de José Ramón, una imagen paliducha de Felipe González, como si hubiera sido fotografiado después de la famosa investidura de su rival, incita todavía al voto de los valencianos; el teu vot es la nostra forsa, dice en improbable valenciano el líder andaluz. En San Antonio, pueblo vecino de Utiel, «la viña de España», los horarios de misa se alternan con retratos de Manolo Escobar y de los líderes comunistas y socialistas. En la carretera, Galerías Preciados y el Corte Inglés ofrecen su opción, en la calle de la Moda, donde ya es primavera, amparados por los hilos bajos de Hidroeléctrica Española, que reparte sus dividendos luminosos sobre estos viñedos vacíos.La carretera se hace interminable entre las tierras rojas y las montañas verdes. Se agradece la falta absoluta de la propaganda, la institucional y la otra, aunque la Renfe se empeña en aconsejar lo que no se ha hecho: Que conduzca el tren, y en esas carreteras de una sola vía parece que poco va a obligar a votar al camionero, que, si fuera el improbable tuerto Goliat del Capitán Trueno, diría el día 3: «Voto a Bríos», y se quedaría tan caluroso al volante de su Pegaso.

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